Perrosánchez se ha travestido en paridor de artimañas para salvar al psoe ¡de él mismo! Él es el problema por más que, como tirano consumado, tienda a arreglar los desastres que ocasiona cortando cabezas ajenas, cuando bastaría con que él tirara la toalla pero eso requiere decencia y la cordura de saberse responsable. Le puede la ambición y el gusto que le ha cogido a invitar al Falcon a las femipijas cuando las quiere alejar del epicentro de su narcisismo, como se echa a los niños al parque para que no molesten a los mayores. Menudo papelón está haciendo esas pobres mujeres.

Ha dado ahora el mentecato en aprovechar lo que le ha transmitido la familia política por la parte que le toca su Begoña/oño, tras una muy larga experiencia en casas de sauna e inclinación sodomita: se propone rescatar a las más pellejas de entre sus reservas, adecentarlas con ungüentos, maquillajes y ortopedias imprescindibles, y presentarlas en sociedad asegurando que son las guardianas de las esencias socialistas, es decir, de lo que fueron los socialistas cuando formaban un partido medio serio y no la tangana que hoy dirigen mucho peor de lo que usualmente se dirige una casa de putas como Dios manda. Pretende, pásmense, componer un trono procesionable que recuerde a cuando ganaban elecciones, y eso ante una clientela que huye en estampida y es ya incapaz de retomar la devoción, lo que redundará en un  ridículo aún mayor que el que ya le ha asegurado al psoe para décadas. Y eso mientras los barones de la vieja guardia le han afeado por escrito la claudicación ante los etarras y los más prácticos se han limitado a imponerle que en las próximas campañas ni aparezca por sus territorios. Ambiente inmejorable.

Los desechos de tienta que pretende reciclar, a despecho del sexo que ostenten, están por igual de pellejas ellos que ellas, de modo que han acabado pareciéndose los unos a las otras merced a ese extraño paralelismo que se impone con la edad entre sexos, y más aún entre opciones sexuales: esa transición que hace que los egregios gais, al llegar a viejas, acaben transformándose en señoronas gordas de salón ilustrado o putas viejas que se hacen llamar madamas. ¿Cómo ha caído tan bajo ese tal López, después de presidir las Cortes incluso peor que el esperpento Batet? Y en esas estamos. Un desfile de carrozas recicladas para seducir jubilados, que somos hoy el más codiciado activo de la sociedad gracias a nuestras pensiones, esas que formamos y nutrimos con nuestro trabajo, en mi caso 43 años seguidos sin un solo día de paro. Y, francamente, maquilladas, operadas contra la gravedad general y contra la relatividad particular, las reinonas del psoe, ellas y ellos, no quedan ni medio presentables. Más bien, están como para echarlas a los leones a riesgo de que mueran insoladas en el circo y con los leones bostezando y pidiéndose un Glovo por matar el hambre.

Los bromistas que en su día fiaron al perro la centenaria honradez que acabó a los cien años y nunca más se supo de ella, hicieron la machada de elegir como los revoltosos británicos: al perro los unos, el brexit los otros, y ninguno se arrepentirá lo suficiente por muy larga que sea su vida que, por las pintas, yo no puede ser mucha. A última hora quieren ser podemos y perrosánchez se ha travestido de la Yoli, le ha robado el discurso y se ha echado a las calles a que lo sigan abucheando mucho menos de lo que se merece. Y mejor que se calle porque cada vez que abre él la boca se le abren las carnes al astrólogo Tezanos, que ya no sabe cómo impedir que sea la suya la próxima cabeza en caer dado que ha sido, en cuestión de estadística, el equivalente a Adri Axis en materia de lógica e interpretación de la historia y de sus datos. Así que más de lo mismo: viejas pellejas, de ideas podridas, traidores confesos a sus más antiguos juramentos y, por tanto, acreedores de las inimaginables maldiciones del Deuteronomio.

Que Yahveh, el tronante del Sinaí los confunda ya que no nos hace el favor de enviarles la décima plaga y conseguir que, por lo menos, hagan el papel del abono que el próximo otoño no podremos comprar.