Mildred Gillars, nacida el año 1900 en Portland (EEUU), fue dando tumbos por la vida tras algunos estudios de arte dramático y acabó en la Alemania nazi (1934) como locutora de la Compañía de Radiodifusión del Reich (Reichs-Rundfunk-Gesellschaft). Mujer sin escrúpulo alguno, se prestó durante la Segunda Guerra Mundial a protagonizar un programa de radio dirigido a la guerra psicológica y a la desmoralización de los soldados americanos destacados en África y luego en Europa, desembarcados o por desembarcar. Con voz insinuante y en inglés USA nativo, como americana que era, incidía especialmente en convencer a aquellos muchachos de que sus novias y esposas estaban divirtiéndose con otros mientras ellos iban cayendo o siendo mutilados en el frente. Tan abominable profesión le valió el apelativo de Axis Sally (Sally la del Eje) y no cejó en el empeño hasta el 6 de mayo de 1945, cuando la guerra estaba perdida y los sesos de Hitler terminaron esparcidos por el suelo del búnker de la cancillería.
Acabada la guerra fue localizada, detenida, deportada a los Estados Unidos y acusada de traición; fue juzgada y condenada a entre 10 y 30 años de prisión, de los que cumplió 12. Una vez liberada se recluyó en un convento católico donde impartió clases de alemán y francés, hasta que murió de un cáncer de colon gracias a unos dioses caprichosos que, a veces, escuchan nuestras maldiciones, intentan ser justos y deparan a los abominables una muerte horrenda. Yo, en una concesión a la mentalidad y usos de la época, la hubiera fusilado sin más.
Adriana Lastra es nuestra Sally Axis pero, a diferencia de la original, esta es una ignorante en términos enciclopédicos. Sin estudios ni profesión conocida más que la dependencia económica del psoe del perro, es devota, sumisa y obediente en términos perrunos -dicho sea con todos mis respetos hacia los perros-, y eso lo demostró el pasado jueves día 12 en las Cortes, donde difundió la nueva consigna de la Izquierda Reacccionaria: el PP no es más que un partido mangante y cubierto de vergüenza por haberle dado entrada a Vox en el gobierno de Castilla y León. Y eso lo ha dicho esa devergonzada, cómplice de perrosánchez en todas sus fechorías, al hilo de las próximas elecciones andaluzas, sin mención alguna a los pactos vergonzosamente próximos a la delincuencia que los mantienen chupando del erario público y sin relacionar su defensa con el caso de corrupción más depredador ocurrido en España, precisamente en Andalucía, los ERE, sólo superado por la infinita corrupción catalana de Pujol, al que la justicia no termina de juzgar sin que sepamos por qué. Con esa gentuza gobiernan y cobran y, lógicamente, depredan España sin contemplaciones.
La despreciable Adri Axis que nos vemos obligados a soportar alguna vez, acabado el perro y, a ser posible, imputado, detenido y juzgado, debería ser detenida, imputada y juzgada junto con su amo, cuando al final caigan todas las vendas y pongamos fin al hecho de que el gobierno de España está en manos de una asociación de malhechores traidores y corruptos que compromete seriamente la libertad y la recuperación del país mientras con la mano de malversar alimentan a los suyos y a los que los tienen cogidos por salvas sean las partes.
Adri Axis no es Goebbels pero sí es la correveidile del Goebbels de turno, el perro y su jauría, y su misión, voluntaria e interesadamente asumida, no es otra que desmoralizar a la oposición de cara a unas elecciones que saben que tienen perdidas por goleada. Cuando el empeño en transmitir opiniones se cambia por el de transmitir meras consignas y propaganda interesada, la degradación intelectual alcanza sus máximos. Aunque atribuir a Adri Axis un impulso intelectual no deja de ser un exceso dada la condición de la aludida.
Tendremos que soportar sus ladridos hasta que caiga con estrépito junto a la gentuza a la que perrunamente sirve. Pero eso acabará y ya no la sufriremos más.
