Palpito Digital

José Muñoz Clares

Mentes en zigzag

Hoy he llenado el depósito. Me ha costado un 35% más de lo habitual. También necesitaba una botella de butano, que sé que ha subido pero no sé cuánto porque en la gasolinera no quedaban por lo de la huelga del transporte. El mantra con que la izquierda sectaria explica el desabastecimiento es una pieza fundamental de su ideología reaccionaria: teniendo comprados a los sindicatos de clase (obrera) es imposible que nos hagan huelgas, pero nos las están haciendo, luego esas huelgas las promueve la extrema derecha, concretamente Vox. Nada que ver con un transporte que trabaja a pérdidas, con una subida inédita de los carburantes y con una inacción gubernamental que linda con el sadismo a escala industrial.

Dijo en su día Sánchez, adhiriéndose a las tesis de la pandilla podemita, que a Ucrania no enviaríamos armas. Al comprobar la reacción internacional y el desprestigio en que se sumía a sí mismo y a España hubo de rectificar: sí enviaremos armas a Ucrania. A la sobrevalorada Calviño se le pidió en las Cortes que explicara la rectificación: dijo que no había habido rectificación alguna, y de esta no me consta que sufra enfermedad psiquiátrica: es, lisa y llanamente, una adicta al poder, sumisa a las órdenes de un psicópata como los doscientos mil palmeros que ha convocado Putin para hablarles del “Estado Sagrado” y de la belleza que hay en dar el alma por los amigos, adornando el hecho de que lo que se pierde en las guerras no es el alma sino la vida.

Dijo también que ni él ni su gobierno habían autorizado la entrada en España de Gahli. La justicia cree que sí. Nos costó una crisis con Marruecos con llamada de embajador. Ahora, para compensar, rectifica la justa postura española sobre el Sáhara y cabrea a Argelia tanto como antes a Marruecos, llamada de embajador incluida, siendo así que de Argelia depende el gas que nos llega para que yo encuentre butano en las gasolineras. La melíflua y monjil con perfil de abrelatas propone confiscar a las eléctricas sus excesos de facturación y es Europa la que le tiene que recordar que las ganancias son de las gasistas, no de las eléctricas, y acaban rectificando por la vía del no se hable más y de lo dicho nada.

Sánchez gobierna como borracho que anda por un pasillo estrecho: no se cae porque va rebotando de una a otra pared. Lo suyo tiene un componente psiquiátrico que redondea el diagnóstico, ya muchas veces repetido, de psicopatía en grado superlativo. España, como Rusia, está siendo gobernada por un perturbado a falta sólo del diagnóstico que al final hará la historia. Y el problema del psicópata es que el pasillo por el que anda es cada vez más estrecho debido a las contradicciones internas de la coalición que anticipamos que no podría funcionar si no era a base de mentiras y claudicaciones. Del no pactar con podemos, con independentistas ni con filoetarras pasó a la mucha ilusión que le hacía gobernar con podemos, independentistas y filoetarras, pero eso no suponía giro alguno, y mucho menos copernicano.

Interrogado el asesino de masas Stalin sobre por qué el Estado soviético era cada vez más grande y más fuerte si estaba llamado a desaparecer según había predicho Marx, ese Tezanos del materialismo histórico, la respuesta resultó muy sanchista: eso es dialéctica, camaradas. Sánchez es nuestro Stalin: ejerce el poder como monarca absoluto bajo coartada de izquierda progresista, enredos, mentiras encadenadas y soluciones al estilo de la reina de corazones de Alicia: que le corten la cabeza. Y eso es lo que acabaremos haciendo si esta cuadrilla de mangantes se empeña en sostener que la Revolución Francesa no puso las cosas en su sitio y las cabezas como la de Sánchez en un cesto.

Nosotros no somos como él. Nos bastará con enterrar su cabeza en las urnas la próxima vez que nos convoquen, que no será pronto porque hoy sabe que pierde por goleada.

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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