LA SEGUNDA DOSIS

“PP y VOX aplastan en Castilla y León a Tezanos, su ‘amo’ Sánchez y sus socios”

Si no fuera porque lo hace con dinero público sería hasta de chiste.

Pero la realidad es que José Félix Tezanos maneja a su antojo una empresa pública, el CIS, con el dinero de todos los españoles haciendo un uso partidista de la institución.

Las encuestas ya auguraban el batacazo electoral de la izquierda en Castilla y León, a excepción del CIS.

Y ahora viene la hora de llegar a un acuerdo entre PP y VOX y formar Gobierno.

Que eso pueda movilizar a la izquierda española, instalada en un frentepopulismo lamentable, es ciertamente un riesgo.

Pero muy inferior al de dejar pasar oportunidades de conformar una alternativa regional a la espera de que llegue sola otra nacional cuando se celebren Elecciones Generales.

Gobernar en coalición en Castilla y León, pues, no debe ser visto como un incentivo peligroso para movilizar de nuevo a una izquierda especialista en la algarada y el abuso, como demuestra la amenaza del Gobierno a Mañueco por no negarse al diálogo con Vox; sino como el primer paso de un cambio político que España necesita con urgencia.
Quien gobierna con los herederos de ETA es Sánchez, no VOX; quien va a poner en la calle a asesinos terribles es Sánchez, no VOX; quien pactó e indultó a los supremacistas catalanes es Sánchez, no VOX; quien ha sentado en el Consejo de Ministros a populistas amigos de dictaduras represoras es Sánchez, no VOX.
Si los seguidores de PP y VOX no se sienten adversarios, ni mucho menos enemigos; sus partidos y los responsables de éstos no pueden comportarse como tales por un puñado de votos, de escaños o de consejerías.
Ni deben imponerse unas condiciones que diluyan la posibilidad de un acuerdo razonable que siente las bases de un gran pacto nacional cuando llegue el momento definitivo.
Casado y Abascal; Abascal y Casado, han de tener la altura de miras que Sánchez y sus socios no tienen: reducir sus disputas, buscar puntos de encuentro y apostar decididamente por los acuerdos está al alcance de sus manos.
Y nadie entendería que dejaran pasar la oportunidad.
El problema de España no es la ultraderecha, que solo existe en los sueños artificiales de una izquierda fanática. Lo más parecido al fascismo que sobrevive está todo en el Gobierno socialcomunista o en sus inmediaciones: su cara B, que es el chavismo totalitario de Podemos
Cuanto más se insista en el inexistente problema del fascismo; más se maquillarán las indeseables alianzas de Sánchez y menos sencillo tendrá prosperar una alternativa que, con los votos castellanos y leoneses en la mano, piden a voces los españoles.
Casado no puede sustentar su discurso en la idea, siquiera tangencial, de que un Gobierno apoyado en Batasuna le regaña y señala por intentar entenderse con un partido perfectamente constitucional.
Atacar a VOX por dudar del Estado autonómico mientras acepta que solo podrá cambiarlo desde la Constitución no solo ataca a los cimientos mismos de la democracia, sino que supone un ejercicio de cinismo insuperable en quienes, a la vez, indultan a delincuentes condenados por atentar contra la unidad de la nación por métodos ilegales.
El PP no puede parecer que, por evitar la movilización de la izquierda a la puerta de las elecciones andaluzas, suscribe la etiqueta de fascista para un partido que nació de sus entrañas y crece con votantes de ADN popular.

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