En su última columna para The Objective, Juan Luis Cebrián despliega una mirada crítica y sin concesiones sobre el clima político y social que atraviesa España en 2025.
El artículo, titulado ¡Guárdate España de tu propia España!, arranca con una imagen impactante: “Todo el país está en vilo porque al parecer la esposa del presidente del Gobierno, y el presidente mismo, han decidido convertir su tálamo amoroso en un proyecto político.”
Esta frase resume el desconcierto que, según el autor, domina la actualidad, con un Ejecutivo que se rodea de leales vasallos y presume de estar siempre en “el lado bueno de la Historia”.
La pieza no se detiene ahí.
Cebrián describe el momento como una “tragicomedia” donde las acusaciones cruzadas entre Gobierno, oposición y medios afines han derivado en un ambiente de “corrupción, maledicencia y odio”.
Quien fuera fundador y directo mítico de ‘El País’ cuestiona los relatos oficiales y advierte sobre los peligros de una política basada en dividir al país e instaurar una visión maniquea de la realidad.
Democracia, populismo y fanatismo
Uno de los fragmentos más destacados del artículo recoge una reflexión inspirada en Albert Camus: “La democracia, sin embargo, es el reino de la duda, de la humildad y la convivencia con el diferente. Esa es su debilidad y esa su gloria. El populismo, cualquiera que sea su ideología, es, en cambio, cuna del fanatismo, y responde a la perversa doctrina de que el fin justifica los medios.” Aquí Cebrián sitúa el foco en la fragilidad inherente a las democracias frente a los discursos totalitarios o populistas que prometen certezas absolutas y orden perfecto.
La cita a Camus le sirve para advertir sobre las tentaciones autoritarias: mientras que los regímenes dictatoriales prometen “el cielo” a sus súbditos, la democracia exige convivir con la incertidumbre y aceptar al discrepante. Para Cebrián, este es precisamente el valor supremo que se está perdiendo bajo el actual clima político.
Crítica al liderazgo personalista
El artículo avanza señalando cómo ciertos líderes actuales buscan erigirse como salvadores supremos frente a enemigos internos o externos. Cebrián menciona expresamente a Pedro Sánchez, refiriéndose a él como “Pedro Enamorado”, e incorpora las críticas del pensador Antonio Elorza: “Advierte en su última obra de que pretende alzarse como el aguerrido defensor de ese lado bueno… se presenta a sí mismo como salvador de nuestra sociedad, asediada por la malvada fachofera… Pero como el propio Elorza señala el único amor verdadero que en realidad experimenta es ‘la pasión por sí mismo’.”
Este retrato conecta con otras intervenciones recientes del periodista donde denuncia la deriva despótica del actual presidente del Gobierno y su tendencia a dividir a la sociedad civil para afianzar su posición. La preocupación por el deterioro del debate público y el uso instrumental del poder se repite como un leitmotiv.
Ruptura con el espíritu de la Transición
Cebrián no oculta su decepción por lo que percibe como una traición al espíritu fundacional de la democracia española. En otras ocasiones ha sido aún más contundente: “El PSOE hoy no es un partido, es una secta, y amenaza con ser una mafia; no es obrero… no es socialista… y no es español sino de toda clase de identidades”, llegó a afirmar durante la presentación de su último libro. Esta crítica va acompañada de un lamento por la pérdida de valores compartidos entre las grandes familias políticas europeas tras la Segunda Guerra Mundial.
Para Cebrián, los males actuales tienen raíces profundas: deterioro generalizado de la clase política, ausencia de liderazgo real y un contexto internacional marcado por las incertidumbres propias de la globalización. Todo ello habría desembocado en una crisis de identidad colectiva donde tanto gobierno como oposición priorizan sus propios intereses sobre los del país.
División social e incertidumbre futura
El texto concluye con una reflexión amarga sobre las consecuencias sociales e institucionales del actual rumbo político: “Sánchez está destruyendo la centralidad del partido socialista, dividiendo a la sociedad civil, atentando a la unidad del Estado”. Esta frase ilustra bien hasta qué punto Cebrián considera amenazados los pilares básicos de convivencia democrática.
A lo largo del artículo se percibe un hilo conductor claro: preocupación por el auge del sectarismo político; denuncia del uso interesado del poder mediático; alerta ante las tentaciones populistas; reivindicación del debate sereno y constructivo; defensa radical del pluralismo frente al pensamiento único.
- La columna alterna referencias filosóficas clásicas con diagnósticos contundentes sobre actores concretos.
- Se citan autores contemporáneos (Costica Bradatan) para reforzar argumentos.
- La ironía sirve como recurso estilístico para enfatizar el carácter “tragicómico” del presente nacional.
En definitiva, Cebrián firma un texto denso en referencias históricas y filosóficas pero anclado firmemente en los debates políticos más candentes de 2025. Su voz —crítica pero lúcida— busca provocar reflexión sobre el futuro inmediato de España ante los desafíos internos que considera más acuciantes.