El ex analista de la NSA mira al infinito mientras abraza una bandera de EEUU

El ‘topo’ Edward Snowden posa como un gran patriota en la portada de la revista Wired

El traidor dejó decenas de pistas de sus acciones que la agencia es incapaz de encontrar

Salir en la portada de la revista Wired es el sueño de muchos informáticos de todo el mundo, especialmente norteamericanos.

Pero seguro que el ex analista de la agencia de espionaje NSA, Edward Snowden, preferiría haber rechazado este honor si hace unos años hubiera calibrado las consecuencias que tendrían sus demoledoras revelaciones en la vida política estadounidense.

En el número de esta semana Snowden posa desde su exilio en Rusia, que dura ya más de un año, sujetando con ternura la bandera estadounidense y mirando hacia el infinito a través de unas gafas de alta graduación.

«Dijo que ama a su país. Agarró la bandera y la sujetó junto al corazón. Ninguno de los que estábamos presentes dijo una palabra», asegura el editor jefe de la revista, que aclara que nadie le pidió que posase con ella.
La NSA, «completamente incapaz»

En la entrevista concedida en páginas interiores, el ex analista explica que cuando procedía a recopilar la información acerca de las técnicas de espionaje masivo desplegadas por el gobierno de Estados Unidos en todo el mundo, que posteriormente decidiría filtrar a los medios de comunicación, dejó pistas de sus acciones a cada paso que daba.

Snowden, de apenas 31 años de edad, explica que esas migas de pan eran en realidad una protección para el caso de que la NSA descubriese sus actividades.

Se trataba de dejar claro a quien pudiera descubrirle que no era un espía extranjero quien estaba recopilando información, sino un activista decidido a filtrarla para forzar al Gobierno a cambiar el rumbo de su política exterior.

Lo más curioso es que la NSA, a la que le sorprendió por completo la acción de Snowden, no parece ser capaz de detectar esas pistas, y por eso sus responsables no conocen todavía con exactitud qué información se llevó el ex analista en la maleta.

«Imaginé que les costaría (encontrar las pistas), pero no supuse que serían completamente incapaces».

 

 

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