Lo que más me gusta de la denominada derecha es que no existe -salvo como todo lo que no es izquierda-, lo que la convierte en un reino de libertad y diversidad. Un tipo de derechas puede ser indeciblemente estúpido, fanático, interesado o hipócrita, y no se me ocurriría en un millón de años solidarizarme con todo lo que diga la tribu.
La izquierda, en cambio, está más ciega. Sólo hay que leer a José María Izquierdo -Demoman, el único demoscópico que pronosticó una victoria del PP hace ocho años- para entender que la izquierda se considera un club de ángeles, hasta el punto de que el autor de Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna (todo dicho con mucho talante) desafía a sus críticos a encontrar un puñado de declaraciones de la izquierda tan feroces como las que él recoge en su libro.
A ver, por ejemplo…
La apuesta es tan idiota que no voy a recoger el guante. Demasiado fácil. Puedo decir un nombre casi al azar -digamos, Manuel Saco, en Público, ya desaparecido- y un tema -los católicos- para recoger resmas de comentarios repugnantes y decididamente feroces. O ir a un diario serio, el suyo mismo, El País, del que podemos recordar la columna en que Almudena Grandes insinuó que los milicianos hicieron un favor a las monjas al violarlas — Muñoz molina pone en la picota a Almudena Grandes por su chiste — No creo que pueda haber ideas que den más alto en el ferozómetro que la de que el violador hace un favor a su víctima. Imagine Izquierdo algo así en un periódico de la caverna. Pero no voy a hacer sangre, que es experiencia común ver en el ajeno la paja e ignorar la viga en el ojo propio, mucho más si es el izquierdo.
«Rubalcaba reclama una fuerte inversión para combatir la crisis». Va en primera en El País. ¿Por qué me suena a canto de cisne? La falta de recursos de la izquierda es reveladora. Todo lo mismo, desde el dóberman a la zeja, que ahora son -más o menos- otros, algo más ajados y menos de primera línea, para qué engañarnos, que proporciona al diario de Berggruen este patético titular: «El PSOE no dejará tirada a la gente«. Últimas noticias: el PSOE YA ha dejado tirada a la gente: a los funcionarios, a los jubilados, a los parados, a las víctimas de ETA. «La plataforma Ojalá reúne a profesionales en apoyo de Rubalcaba», subtitula púdicamente El País. Algo me dice que no van a destacar el fontanero, el calderero, el sastre o el soldado entre esos profesionales, sino el colorín de la cara mediática, que lo mismo nos vende a Rubalcaba que una pasta de dientes. Sic transit gloria democratiae.
Pero pasemos a algo más alegre: hay algo terrible en contemplar la ruina de una vieja gloria. Público titula, como suele, a lo grande en su primera: «La UE amenaza a Grecia». La primera, en la frente.
Público ha encontrado en el referéndum propuesto por Papandreu, a la vez, un motivo de perplejidad y otro de lucha. Y no puedo decir que esté en desacuerdo con todo lo que denuncian, ay. En «Ese viejo ideal democrático«, nuestro viejo amigo Ignacio Escolar sostiene que los griegos, «al parecer, son unos niños pequeños y sin criterio que no pueden decidir por ellos mismos; unas probables víctimas de la demagogia y el populismo; unos irresponsables caprichosos, incapaces de diferenciar entre el cielo del «rescate» y el infierno de «la salida del euro».
Y convendrán conmigo que es difícil seguir sacando pecho democrático al tiempo que se condena una consulta como suicida. La decisión final podría serlo; recurrir a la opinión de aquel en el que, en nuestra teoría compartida, descansa la soberanía. «Vivimos tiempos extraños: regresa el despotismo ilustrado y quien plantea alguna crítica se convierte en un demócrata trasnochado». Que alguien me pegue un tiro: estoy de acuerdo en algo con Nacho Escolar.
Afortunadamente, Público está a la altura de lo que se espera de él en la escena nacional, en una inversión de la realidad tan completa, tan redonda, que sus titulares pueden servir para LA GACETA sin cambiar una letra, sólo el referente.
Así, convendrán conmigo en que podríamos titular aquí «Voces contra el plebiscito del miedo«, como hace el diario de Roures. Sólo que en este periódico haríamos referencia al terror a la derechona fascistoide que pretende infundir Rubalcaba, mientras que el periódico trotskista se refiere a lo contrario.
Se trata de un texto con declaraciones de la mencionada Plataforma Ojalá, con reflexiones de este calado: «Nunca creí que suprimiendo la asignatura de Educación para la Ciudadanía se fuera a arreglar el paro». Flojo argumento, ¿verdad? No hace falta un experto en lógica para reconocer que la iniciativa citada no se dirige a resolver el desempleo, pero la sorpresa consiste en que quien la pronuncia es Amelia Valcárcel, filósofa. Ya ven el nivel, Maribel. O Federico Mayor Zaragoza, el de la Unesco, afirmando: «Se ha acabado esto de ser testigo de lo que pasa. Ahí está el 15-M», ante lo que sólo puedo contestar a la rajoyana: ¿¿dónde, don Federico, dónde??