Arde el papel / Columnas del templo

El País también dice que no pasa nada si se silba el himno

Losantos recuerda al hincha del Atlético de Madrid detenido por poner una bufanda a Neptuno

Del Pozo califica a los diputados de "populacho"

Los directores de los periódicos no han querido echar gasolina al fuego en sus portadas sobre la final de la Copa Rey, pero los columnistas no se han cohibido, salvo los de El País, que hay otras cosas más importantes, como la literatura revolucionaria.

El País, en ‘El Acento’, culpa a Aguirre de todo lo que está pasando y quita hierro a la grosería de los antiespañoles, igual que hizo Antonio Casado –Casado pide a la prensa que no dé el «espectáculo» con la pitada al himno–:

«Pitar un himno, como ya ocurrió con el español en la final de 2009 y en presencia del Rey, no es una reivindicación, sino un gesto de mala educación. Pero si ocurriera, tampoco sería una tragedia, como la que sí podría suceder de hacerle caso a Aguirre, a quien no le importa cultivar el aplauso del populismo.»

Hermann Tertsch disecciona esta tendencia al tancredismo de la izquierda patria ante en el nacionalismo (sólo ante el nacionalismo, porque ante el aborto y las bofas gays…):

««No nos sintamos aludidos». «No ofende quien quiere…». «No caigan en las provocaciones». Hay más. Con cinco o seis frases comodín los españoles parecen todos ser educados para permitir, sin mala conciencia, que aquellos que los ofenden gocen de impunidad plena y finalmente dominio.»

Raúl del Pozo empieza su columna con un cañonazo:

«El populacho necesita goles, y cuando digo populacho no me refiero a la clase baja; muchos financieros, jueces, empresarios y diputados son más populacho, más chusma y turba que la masa. Miren los diputados del PNV gateando por uno de los leones de Ponzano. Han puesto la bandera del Athletic en el pórtico del Congreso. Podrían haber dado un paso más y haber colocado el careto de Sabino Arana»

Y en el párrafo siguiente confiesa que le alegra que se silbe a las autoridades españolas por su responsabilidad en la degeneración política:

«A mí me divierte que silben a los que mandan, sobre todo cuando los que mandan han consentido que se llegara a esta ruina y corrupción, pero me ofende que sigan abusando de nuestra paciencia los que durante tiempo han hecho una bandera del fanatismo, esa enfermedad del espíritu que se adquiere como el tifus.»

Santiago González recuerda no sólo las ofensas a las víctimas del terrorismo cometidas en San Mamés, sino la falta de respeto a la libertad de expresión de los socialistas:

«El pasado domingo, en la clausura del Congreso Memoria y Convivencia, cuatro asistentes mostraron sendas camisetas que pedían la dimisión del consejero del Interior, Rodolfo Ares, por la muerte del hincha Cabacas por un pelotazo de la Ertzaintza. Tardaron tres segundos en ser desalojados sin miramientos y nadie clamó por su libertad de expresión.»

Juan Carlos Girauta, columnista de ABC, dijo en un programa de debate de una televisión local, BTV, que «Aguirre es la señora del pim-pam-pum en Cataluña». Los demás tertulianos respondieron con un torrente de palabras y gritos que le impidió hablar. ¿Libertad de expresión para quién?

Federico Jiménez Losantos critica en El Mundo el fuero especial de que gozan los diputados del PNV por diputados y por ‘abertzales’:

«Un seguidor del Atlético de Madrid le pone una bufanda a Neptuno y lo detienen; un separatista le pone una del Athletic al león de las Cortes y lo jalean. Esto no da más de sí.»

Antoni Puigverd, en La Vanguardia, mantiene la consigna catalanista (seguida por columnistas ‘agradecidos’, como ayer José Antonio Zarzalejos) de que Esperanza Aguirre dijo que lo que dijo para encender una hoguera y ocultar con su humo sus problemas y además la vincula con la Falange, ni más ni menos. ¡Qué originalidad!

«Si la metáfora del estadio vacío y del silbato reactivo cruza el umbral de la masa anónima para cristalizar en la política, entraremos en una fase nueva e inquietante. El populismo busca chivos expiatorios a esta crisis. Si en Grecia y en Francia tiene rostro, ¿por qué no iba a tenerlo en una España que mantiene vivo, y cultiva, el recuerdo de la ‘unidad de destino en lo universal’?.»

Francesc-Marc Álvaro, también en La Vanguardia, recuerda los tiempos en que el franquismo persiguió el catalán para justificar la inminente pitada. ¿Pero no hace 36 años que se murió Franco, el que era ovacionado cuando viajaba a Barcelona?

«La gente pita, especialmente, aquellos himnos y banderas que representan un poder que quiere imponerse a partir de ahogar y eliminar las diferencias.»

¿Se refiere a la eliminación del castellano en el papeleo administrativo?

LA REVOLUCIÓN PENDIENTE DE MILLÁS

Juan José Millás pide un juglar para la revolución social, no la que está pendiente:

«Urge introducir en un poema la expresión reforma laboral, no en un poema lírico, claro, donde para mi gusto encajarían mejor la panceta y el sebo, tampoco en uno de carácter místico, en el que no sobrarían sin embargo las lentejas con chorizo, pero sí en una poesía de denuncia, que es ahora mismo la poesía de las clases amenazadas por los gorilas gubernamentales que pretenden dictar el significado de las palabras.»

Pues convence al millonario Juan Luis Cebrián para que convoque un concurso.

El mejor análisis sobre el cambio de modelo económico es la viñeta de El Roto: un trabajador manual con casco dice «Menos Facebook y más y mejores sindicatos».

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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