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Dice el refrán español que las cosas de Palacio van despacio. No sabemos si eso ocurre así, pero los temas de Palacio lo que están es muy acelerados en los espacios de opinión de la prensa de papel española. Y no sólo eso. Gracias a todo lo referido a Juan Carlos I, los príncipes Felipe y Letizia, Urdangarín y la Infanta Cristina o la herencia de Don Juan, se ha recuperado la antigua costumbre de columnistas que se replican unos a otros a través de sus textos. El 10 de abril de 2013 es un buen ejemplo de ello, con dos artículos en El Mundo en el que se responde a otros tantos, publicado uno en el mismo periódico y otro en el La Razón.
Comencemos con el primero de los textos citados. En Tambaleo y bamboleo, Federico Jiménez Losantos la da réplica a Si se tambalea el Rey se tambalea la Constitución, publicado por Victoria Prego un día antes.
Leí, con la atención que ella siempre merece, el artículo de Victoria Prego «Si se tambalea el Rey, se tambalea la Constitución» y no me tambaleé pero me bamboleé un poco. Volví a leerlo, por si estaba clara la insinuación de que las instituciones que deberían o al menos podrían haber evitado el ataque a la Princesa de Asturias, no lo han hecho.
Ya me perdonará Victoria Prego si la he entendido mal. Pero si fuera así, si tan graves asuntos, ciertos o manipulados aviesamente, pudiesen aflorar contra los Príncipes, ¿por qué pensar que no le dañarían más llegado al Trono? ¿Por qué ahora sí y luego no?
Losantos hace una firme defensa de los Príncipes de Asturias:
Ahora se repite la operación, con un primo abogado que, según confiesa, busca venganza porque Letizia no le ayudó tras verse implicado en un caso de corrupción en Ciempozuelos. ¿Y dañaría a los Príncipes no haber ayudado a un familiar a esconderse de la Justicia? ¡Por fin un caso!
Concluye:
La Corona se tambalea porque el Rey lleva tres décadas entregado al Bamboleo de Julio Iglesias: «porque mi vida yo la he querido vivir así». Y mientras siga el bamboleo, seguirá el tambaleo. Los que no pueden abdicar son el suelo y los escombros. Que es lo que tenemos, yerto, sin vida.
Por su parte, Carmen Rigalt dedica su Carta a un monárquico a responder a Alfonso Ussía, que dos días antes dedicaba su columna en La Razón, titulada A Pilar y Carmen, a replicar sendos textos de la propia Rigalt y de Pilar Eyre publicados la jornada anterior en El mundo.
La articulista comienza pidiendo disculpas:
Este artículo es en realidad una carta. Ya sé que no es elegante utilizar los espacios del periódico para que los columnistas intercambiemos cartas con nuestros colegas, pero esta vez estoy justificada. Quiero responder a Alfonso Ussía, que el otro día usó el mismo formato para echarnos una reprimenda a Pilar Eyre y a mí por haber tenido la osadía de escribir sobre DonJuan en términos incorrectos.
Este humilde lector de columnas cree que Rigalt no debe pedir disculpas y disiente en ella que esto de responder a otro columnista desde el periódico no es elegante. Hacerlo no sólo no denota falta alguna de elegancia, siempre que se haga con educación, sino que además resulta muy entretenido para quienes tienen la costumbre de seguir las opiniones de la prensa escrita. Los diálogos a través de artículos entre autores de distintos medios, o del mismo, era una hermosa costumbre del periodismo español que lamentablemente se fue perdiendo. Esperemos que haya vuelto para quedarse.
Y como muestra de que no hay falta de elegancia alguna en que Rigalt responda al de La Razón, esta frase:
Por lo que a mí respecta, celebro que Ussía puntualizara ciertos extremos y pusiera los ceros en su sitio.
Sobre sus propios sentimientos e ideas, dice:
Siempre he tenido cierta debilidad por nuestro Rey y ahora intento despojarme del afecto que le profeso. Debería hacerme republicana, pues las noticias que manan de los periódicos me lo ponen a huevo. Pero no es tan sencillo encauzar las decepciones. Hoy, los españoles no estamos para monarquías ni para repúblicas porque todo se nos ha venido abajo.
Concluye:
El hecho de que tú des la cara, aunque sea parcialmente, para defender a Don Juan, te honra (…) Me gustaría que me hablaras desde la razón, no desde los sentimientos o desde la inercia de tu árbol genealógico. El chiringuito de la monarquía se lo están cargando desde dentro. Si tu tampoco confías en la abdicación, mal andamos.
Antes de seguir con artículos dedicados a los asuntos de la monarquía española, fijémonos un tercer texto de El Mundo. No nos parece gran cosa el artículo de Raúl del Pozo, titulado Fuentes sagradas, pero incluye una postdata que es en sí misma una noticia:
PD. Llevo muchos años en este oficio, no te llaman nunca para agradecer los elogios que merecen sino las críticas que les dedicas. Este es el caso de Álvaro Lapuerta, tesorero del PP, al que califiqué de «caballero» en el artículo Bárcenas no quiere ser Torres o sí, que tanto estrépito ha causado [Raúl del Pozo: «El que llevaba los sobres no era Bárcenas, sino alguien por encima de él, que regalaba a algunos de los jefes una caja de Montecristo]. El señor Lapuerta me amenaza con acciones penales y civiles si no rectifico algunas afirmaciones que hice en la columna de EL MUNDO y en El Gran debate de T5. En ambos casos lo señalaba como el depositario de los «papeles» de Bárcenas. «Ésta afirmación es falsa de toda falsedad -dice- y no está exenta de intencionalidad y va, sin duda, dirigida a que en un futuro se atribuya a mí la posible aparición pública de los papeles». Yo me limité a recoger las declaraciones del Tercer Hombre, muy allegado a Bárcenas. Le sugiero, don Álvaro, que se entiendan entre ustedes y no intenten pasar las responsabilidades al mensajero que no debe revelar las fuentes. Las fuentes son sagradas como las del Nilo. Ya lo dijo el clásico: antes la muerte que la fuente.
Pero volvamos a asuntos relacionados con el Rey y con su familia. Xavier Horcajo firma en La Gaceta ‘Qatarí, que te vi’, donde compara la situación de Urdangarín con la de dos imputados por el caso Gürtel:
Todos somos iguales ante la ley», dijo el Rey en Navidad. «Qatarí que te vi», podría ser la respuesta y no voy a hablar de la infanta Cristina. ¿Qué tal si lo comprobamos con su marido?. Tomemos dos famosos imputados en una causa penal: Francisco Correa o Pablo Crespo, por el caso Gürtel. Ambos vieron, desde la incómoda prisión preventiva durante tres años y medio y tres años, respectivamente, cómo sus bienes eran embargados a gran velocidad y de forma inexorable, cómo sus peticiones de libertad eran rechazadas.
Del yerno del Rey dice:
El instructor no apreció elementos con Urdangarín para ordenar su prisión preventiva. Sin embargo, si acordaron fianza de responsabilidad civil contra el Duque y su ex socio Diego Torres. De eso va para tres meses y no se ha aportado al Juzgado (…) Tampoco hay inconveniente en que se vaya a Qatar a ganar unos cientos de miles de euros.
Concluye:
¿Tienen posibilidades Correa o Crespo de trabajar en Qatar? Ninguna, porque no pueden salir del país. El duque Empalmado, se va a a Qatar a entrenar a los balonmanistas qataríes. Seguro que no ha encontrado el curro en las empresas españolas de trabajo temporal. Supongo que ha sido fruto de «los tradicionales vínculos de amistad» con el emir qatarí.
Pero no sólo se escribe sobre los asuntos de la Casa Real en la prensa de papel. Por cambiar de tema, y de ciudad, nos asomamos a La Vanguardia. Teníamos muy abandonada a Pilar Rahola, cuyos artículos no comentábamos hace tiempo, así que también recuperamos viejas costumbres. La periodista catalana publica ‘Eppur si mueve’:
A diferencia de los que ven con terror las conversaciones de Mas con PSC y PSOE, personalmente las encuentro importantísimas (…) Descartado, pues, que se trate de encuentros para rebajar la voluntad de hacer una consulta ciudadana, el resto sólo puede ser acogido de forma positiva.
Primero por lógica política y segundo por necesidad. Aunque el socialismo actual está herido y desconcertado, tanto el catalán como el español siguen siendo un eje central de la ciudadanía y su importancia política y social es indiscutible.
Rahola se arroga la voluntad política de todos los españoles. Y decide, por todos nosotros, que hay que hacer una segunda transición y hasta que partido tiene que liderar el proceso. No es, claro está, la formación que más votos ha obtenido en las elecciones o la que pueda hacerlo en los próximos comicios:
Los socialistas españoles son los que tendrían que dirigir el proceso de una segunda transición en España, tanto por su comportamiento progresista, como por su historia ideológica.
¿A qué se refiere? A esto:
Hubo un tiempo en que defendían el derecho a la autodeterminación. Tal vez sean capaces de mirar con ojos diferentes la Constitución que el PP convierte en ariete inquisitorial.
Concluye:
Podemos encontrar la manera que el PSC se sienta implicado, podemos intentar que el PSOE recupere una pizca de su conciencia democrática, podemos hacer filigranas, pero no podemos poner la consulta [independentista] como moneda de cambio. Con este supuesto, que hablen hasta agotarse.
Volvemos a Madrid, para asomarnos a ABC. Melchor Miralles publica en dicho diario Código de barrotes, que arranca con un ‘zas, en toda la boca’ (que diría nuestro compañero de Periodista Digital Roberto Marbán) a García Margallo:
Hay sandeces que cunden. Y mucho. Sin duda, una de ellas es ese invento de la «Marca España», tan en boga. El ministro de Exteriores, buen amigo de Rajoy, es su principal valedor. Como se dice ahora, lo pone en valor cada poco. Pero España no es una marca. Es una nación.
Vuelve a la carga, desmarcándose además de cualquier defensa de la hija del Rey:
Los feriantes de la sandez dicen que citar como imputada a la Infanta Cristina «perjudica a la Marca España». ¡Por favor! Un respeto al personal. Lo que perjudica a España es que sus gobernantes la manejen como a una marca en rebajas morales. Lo que está hundiendo a España es el descrédito institucional. Lo que perjudica a una nación son las mentiras, y la falta de transparencia, y la pasividad de los políticos frente a la corrupción, y su castigo leve, cuando llega, siempre tarde. Y también la genuflexión permanente de casi todos ante instituciones y representantes de las mismas que incumplían sus obligaciones esenciales.
El último párrafo, sin duda, hará temblar a más de un lector de ABC de los de toda la vida. Entre otras cosas porque se distancia de cualquier sospecha de monarquismo cortesano:
En una nación que se precie de serlo no caben dirigentes políticos que apelen a la impunidad frente a un principio esencial en un Estado de Derecho como es el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. España no es la Monarquía. España no es la Casa Real. España no es una infanta. España no es su Gobierno. Si las instituciones, y quienes la encarnan, requieren de adalides como algunos de los que han proliferado estos días, su futuro es oscuro. España no es una marca. Aunque a veces parezca una marca blanca y de saldo. Dedique el Gobierno nuestro dinero y su tiempo a otros menesteres. Tienen tarea. España no es una marca, insisto. Y demos gracias cada uno a quien más le plazca. Porque si esta España fuera una marca, tendría código de barrotes más que de barras. Y no es plan, Margallo. No es plan.
Para terminar nuestro repaso diario a los artículos de opinión nos movemos hasta La Razón, donde Alfonso Merlos escribe sobre El arte de forrarse, dedicado al hijo del doble catalán del Maestro Yoda:
¡Y a esto le llamaban oasis catalán! Una cosa es que te salgan los hijos listos y otra que se pasen de listos en el arte de forrarse. Es irremediablemente impúdico que un señor haya estado moviendo de aquí para allá cerca de 5.500 millones de las antiguas pesetas con el objetivo indubitado y sostenido de poner la pasta lejos del alcance de la Hacienda pública; que haya explorado la placentera profundidad y el inconfundible confort para el bolsillo de todos los paraísos fiscales habidos y por haber.
Concluye:
Lo que está emergiendo de la putrefacta charca en la que han estado braceando y buceando los separatistas catalanes no tiene nombre. No es que sea el puro oprobio, el insulto, la desvergüenza, la desmesura. Es la evidencia de que se ha estado atracando al personal.
O bien han levantado dinero a mansalva del bolsillo del contribuyente o bien han estado viviendo a todo trapo una banda de mangantes que se ha negado a poner lo que tenía que poner en la caja de todos. Tal es así que todo está clarísimo. O ellos o nosotros. O los Alí Babás de turno o los ciudadanos que se desloman para cuadrar los números al final de mes. Señores jueces, hagan lo que tengan que hacer. Pronto y bien.