¡Cómo les aborrezco, Dios bendito! No debería escribir esto. No, en serio, aunque esté en la sección de Opinión, la idea es hacer la crónica de lo hábil que es la izquierda y lo torpe que es la derecha en los medios, pero una crónica fría, racional -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Y cada vez me resulta más difícil, tanto que temo acabar diazvillanueveándome definitivamente. Imagino que conocen el asunto de Edward Snowden, el ex empleado de la NSA –la CIA de los militares– que se ha ido de la boca y ha revelado que el Gobierno norteamericano tiene acceso a las llamadas telefónicas y los correos electrónicos de los norteamericanos. Todos. Esa es la noticia. Esa es la GRAN noticia.
Estados Unidos deja de ser, como dice su himno, “la tierra de los libres” para convertirse en el país de los espiados. Basta y sobra para titular, ¿no?. No para El País, que abre con el asunto visto así: “El escándalo del espionaje masivo pone contra las cuerdas a Obama”. ¿Hasta qué punto se puede ser provinciano y ciegamente ideológico? Probablemente los historiadores futuros apunten a este escándalo como el punto de inflexión en la decadencia política americana cuando Obama sea, si no una nota a pie de página, al menos sí un asunto marginal. No sé, es como titular: “La condena a muerte de Jesús de Nazaret pone en apuros a Pilatos”. Pero, para El País, lo importante es su chico, su elegido, su candidato. Si estallara una bomba atómica en Boston probablemente se preguntara cómo afecta a su carrera política. Y luego dirán que la crisis del papel es culpa de Internet.
Ya, claro. Y, de los malvados, a los directamente estúpidos. Sí, vamos a hablar de la derecha oficial. Como la izquierda, la derecha oficial quiere aupar a los suyos y jalearles; a diferencia de la izquierda, es tan torpe, tan mezquina, tan tosca, tan ineficaz y tan, ay, stalinista que da vergüenza ajena. Supongamos que soy un lector de derechas y, forzando un poco el ejemplo, que soy un votante del PP: ¿de verdad cree La Razón que ver todos los días en la portada a Mariano, ese hombre, o a alguno de sus alegres muchachos va a acercarme más al partido? ¿Han oído hablar del término sobredosis? Portada del Marhuenda’s Times: Zaplana, Botella, Aznar (en carne mortal), Soraya y el ministro ese que se parece a Aznar, bajo el titular “Un solo PP”.
¿Esa es la noticia de antes de ayer? ¿Un slogan, un desideratum, una plegaria? ¡Cuándo me llevarás, Señor, que mi cuerpo pide tierra! El mismo día de los hechos, una activista a la que retuitea con frecuencia Izquierda Anticapitalista y cuyo nombre se me escapa en este momento, escribió en la red social (cito de memoria): “No será portada, pero un grupo de nazis ha matado a un joven izquierdista en Francia”. Hablaba de Clément Méric, y recuerdo haber pensado en el momento: “Si esto es cierto y mañana no es portada, dejo la profesión y entro en la Trapa”. El día siguiente me di el gustazo de responder a este tuit con un “¿te basta así?” y la espectacular portada de Liberation con la enorme cara de Méric y el titular “Muerte de un antifa”.
La forma en que se ha informado de esta muerte desde El País –no voy más a la izquierda, porque eso es obvio– es más falsa que un euro de madera. Hay en Francia una juventud enormemente radicalizada y espectacularmente violenta que, manteniendo un mismo estilo, una misma forma de vestir, un mismo espíritu gregario y una misma fe en la violencia, se ampara en dos ideologías enfrentadas. Se les conoce colectivamente como skinheads, y los hay neonazis y de izquierdas, conocidos como antifas. Clément Méric, con un grupo de antifas, se acercó a una venta privada de prendas de la línea Fred Perry –popular entre neonazis y antifas– y allí se encontraron con los enemigos, y a la salida pasó lo que suele pasar en estos casos: se enfrentaron, y uno de los neonazis, presuntamente un Esteban Morillo (francés nacionalista de pura cepa, como puede apreciarse) dio a Méric un puñetazo que lo derribó con tan mala suerte que se golpeó la cabeza y murió instantáneamente.
Una muerte estúpida y salvaje, sí, con solo 18 años. Y un mártir que la izquierda no se cansa de pasear. La verdad, no me imagino a La Razón reivindicando a un neonazi muerto en una pelea con antifas. El País sigue: “Cuando el Estado recula, el fascismo avanza”, titula. Y escribe el corresponsal: “Han matado a uno de sus compañeros. Han sido perseguidos por la extrema derecha, ignorados u hostigados por la prensa y estigmatizados como meros “grupúsculos de extrema izquierda”. Por eso, el entorno de Clément Méric, el estudiante de Sciences Po mortalmente agredido en París por un miembro de un colectivo de extrema derecha el cinco de junio, ha elegido rehuir a la prensa a la hora de afrontar su duelo”.
“Están en estado de shock, como buena parte de la sociedad francesa, sacudida con una frecuencia cada vez mayor por incidentes racistas, islamófobos, antisemitas y homófobos”. Les imagino tristes, rabiosos, enfurecidos, indignados, pero ¿en estado de shock? Por favor, no me crean a mí, entren en las páginas que mantiene Action Antifasciste, a la que pertenecía el difunto. Dense una vuelta por el horror, por la incitación directa a la violencia, y luego vuelven a leer el artículo –los artículos– de El País. Por supuesto, el diario de Prisa asoció esta muerte con el clima homófobo alimentado por asociaciones católicas.