Más de 20 inmigrantes muertos y cientos de heridos, entre ellos y las fuerzas de seguridad de Marruecos y España, es el balance del último intento de entrada ilegal en Melilla. Gendarmes marroquís y guardias civiles españoles frente a miles de ilegales que no tienen nada que perder porque vienen del infierno; infierno en su país, durante su largo viaje hasta la frontera de Melilla y en el tiempo que llevan malviviendo como animales esperando el momento de entrar. Vienen dispuestos a todo para escapar de la miseria. La mayoría de ellos procede de Sudán, país en guerra, por lo que muchos pueden cumplir los requisitos para ser considerados refugiados según Naciones Unidas.
Los inmigrantes ilegales vienen armados de palos, piedras, hachas, garfios y otros elementos para abrirse paso con violencia si fuera necesario; al enfrentarse con las fuerzas de seguridad éstas hacen uso legítimo de la fuerza… (¿o qué deben hacer?), pero que una vez detenidos se les amontone a palos como si fueran alimañas califica al Estado de Marruecos y al presidente del Gobierno español que alabó un comportamiento policial tan miserable. Ni en la peor dictadura es aceptable ese trato a personas que, aunque hayan podido ser violentos tratando de cruzar la frontera, ya están bajo custodia policial. Son humanos, tienen derechos que han sido despreciados.
En territorio español los guardias civiles tienen prohibido hacer uso de medios de disuasión a distancia (antidisturbios), lo que los aboca a una defensa de la frontera cuerpo a cuerpo por decisión expresa del Gobierno. Solo a un (mal) político español, inmoral, progre caviar o social comunista residente en un barrio rico se le puede ocurrir una pantomima tan peligrosa para los policías. Los inmigrantes usan violencia porque, además de su desesperación, vienen de países en guerra donde han combatido desde niños, han sobrevivido y aquí llegan los más… ¿fuertes, valientes, decididos, violentos?
¿Qué hace España en este asunto? Lo mismo que han hecho otros países europeos durante decenios, aunque ellos ya están rectificando y España todavía no. Han aplicado políticas sin control que han atraído a ciudadanos extranjeros sumidos en la miseria hasta que ahora, pasadas unas décadas, el gobierno socialdemócrata de Dinamarca dice que eso es insostenible y que quien no trabaje no percibirá ayudas. En España ¿qué sentido tiene subvencionar a miles de ciudadanos extranjeros, la mayoría marroquíes, que residen en Marruecos? Ni trabajan ni residen aquí en la práctica, vienen una vez cada seis/doce meses y reciben dinero “robado” a millones de jóvenes españoles y jubilados que han trabajado 40 años. Es corrupción, inmoral, irresponsabilidad de gobiernos de PSOE y PP.
Para algunos escribir esto es fascista, xenófobo, racista…, pero si el Gobierno no hace lo que debe, no pasará mucho tiempo sin que deba actuar como Dinamarca, o como Reino Unido, que paga millones de euros a Ruanda para trasladar allí a inmigrantes ilegales. En España hay decenas de miles de seres humanos en situación administrativa ilegal que no pueden ser devueltos porque se ignora de dónde vienen o no los reconocen sus países (Argelia ahora) y la política de Estado, solidaria según los políticos, injusta y discriminatoria según los más pobres, es que se quedan en España sin permiso de residencia ni de trabajo y con una orden de expulsión inejecutable. ¿Cómo viven? No se puede ignorar el crecimiento de criminalidad que no se resuelve manipulando estadísticas. Robos en domicilio, robos con fuerza en la vía pública, lesiones y agresiones sexuales son cometidos en un número elevado por inmigrantes ilegales, aunque el pensamiento único talibán lo niegue. (continuará).