Todo apunta al Nº-1.
Sin él, sin el amo del PSOE, nada hubiera sido posible.
La escena política española ha quedado sacudida tras la publicación del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que desvela una presunta trama de corrupción continuada durante más de una década en el seno del PSOE, con Pedro Sánchez y su círculo más próximo pringados hasta las trancas.
La magnitud del escándalo no solo erosiona la credibilidad del Gobierno, sino que amenaza con provocar un auténtico terremoto institucional, justo cuando el propio presidente había cimentado su carrera en la promesa de limpiar la política nacional tras los casos Gürtel y Kitchen.
El informe de 490 páginas de la UCO, entregado al Tribunal Supremo, revela indicios sólidos de manipulación electoral y corrupción sistémica.
Los investigadores describen una organización jerarquizada donde Santos Cerdán, número tres del partido y secretario de Organización, habría actuado como el gran gestor de pagos ilegales derivados de contratos públicos amañados, beneficiando a figuras clave como José Luis Ábalos y Koldo García.
No se trata de hechos aislados ni de unas cuantas “manzanas podridas”, sino de un engranaje perfectamente coordinado.
Conversaciones filtradas muestran cómo Cerdán daba instrucciones para amañar resultados internos desde las primarias de 2014 —las que auparon a Pedro Sánchez a la Secretaría General— hasta la gestión opaca de comisiones millonarias por adjudicaciones públicas en infraestructuras. La frase atribuida a Cerdán, “Voy a ir a por todo, voy a ir a pedir todo”, ilustra el alcance sistémico del entramado.
Sánchez en el centro: ¿qué sabía el presidente?
La conclusión más devastadora para Moncloa es que Sánchez estaba al tanto de todo lo que ocurría. Según la UCO, el presidente prescindió de José Luis Ábalos —antiguo ministro de Transportes— porque conocía perfectamente las prácticas corruptas desarrolladas en torno a su figura. Además, los investigadores subrayan que la trama no habría podido funcionar sin el respaldo o al menos la connivencia del Gobierno central.
Las grabaciones incluidas en el sumario judicial son especialmente comprometedoras. En ellas aparecen conversaciones entre Cerdán, Ábalos y Koldo discutiendo sobre mordidas por contratos públicos y recordando “deudas” pendientes con constructoras por valor superior a los 400.000 euros. Todo ello coincide con registros policiales en domicilios y sedes empresariales vinculadas a la red, así como con los movimientos detectados por los agentes en torno al reparto interno de comisiones e incluso tentativas para manipular procesos electorales internos del partido.
La “nómina interminable” citada por la UCO
La investigación ha sacado a relucir una lista creciente de nombres: además de Cerdán, Ábalos y Koldo García, aparecen mencionados Puente, Bono, Blanco y Óscar López, entre otros destacados dirigentes socialistas. Todos ellos están bajo sospecha por distintos grados de implicación en la trama o por su conocimiento —y supuesta ocultación— de las prácticas corruptas.
Lo más inquietante es que, según los informes policiales, existía una clara jerarquía interna: Koldo actuaba como subordinado directo de Cerdán, quien centralizaba las órdenes y gestionaba los pagos ilegales. La estructura muestra similitudes con una organización criminal al uso, donde el flujo de dinero negro se canalizaba desde empresas adjudicatarias hasta cuentas vinculadas al partido o sus dirigentes.
Manipulación electoral desde el origen: las primarias bajo sospecha
Uno de los aspectos más explosivos es el relato sobre las primarias socialistas de 2014. Según las pruebas recabadas por la UCO e incluidas en el informe judicial, Santos Cerdán instruyó personalmente a Koldo García para amañar votos en favor de Pedro Sánchez: “Cuando termine apuntas como que han votado esos dos que te faltan sin que te vea nadie y metes las dos papeletas”, rezaba uno de los mensajes intervenidos.
Esta revelación reabre el debate sobre la legitimidad interna del liderazgo socialista y añade un nuevo frente a las acusaciones: no solo hubo corrupción económica sino también manipulación política sistemática para consolidar el control interno del partido.
Las grabaciones ocultas: ¿el as bajo la manga para tumbar al Gobierno?
El caso ha dado un giro rocambolesco con la filtración (intencionada o no) de grabaciones realizadas por Koldo García, pieza clave del entramado. Estas cintas contendrían información altamente comprometedora no solo sobre adjudicaciones fraudulentas y reparto ilícito de fondos, sino también sobre estrategias internas para encubrir los hechos o preparar cortafuegos mediáticos ante posibles investigaciones. La existencia misma de estas pruebas refuerza las tesis policiales sobre una cultura organizativa basada en el silencio cómplice y la protección mutua.
Fuentes judiciales advierten que estas grabaciones podrían suponer un golpe definitivo para Moncloa si ven la luz íntegra durante las próximas semanas. No faltan quienes especulan con que su difusión podría precipitar incluso una moción parlamentaria o una crisis institucional sin precedentes recientes.
El PSOE ante el abismo: dimisiones forzadas, presión política y fractura interna
El estallido del caso ha provocado ya consecuencias políticas inmediatas. Santos Cerdán presentó su dimisión tras ser citado judicialmente para declarar ante el Supremo —una comparecencia prevista para finales de mes— mientras que Ábalos y Koldo deberán acudir también ante el juez para aclarar su papel en los hechos investigados.
El ambiente dentro del PSOE es descrito como “de máxima tensión”. Viejas glorias socialistas como Felipe González han reaparecido públicamente reivindicando un “PSOE limpio” frente al modelo actual. Se escuchan voces reclamando una auditoría interna profunda e incluso planteando abiertamente si Pedro Sánchez puede continuar al frente del partido tras estos hallazgos demoledores.
En paralelo, los socios parlamentarios se distancian visiblemente: partidos como Podemos califican ya la situación como “caso gravísimo” que va mucho más allá del típico relato sobre una manzana podrida; es —en palabras textuales— “un daño terrible para toda la mayoría progresista”. La estabilidad parlamentaria queda así gravemente comprometida.
El Partido Popular eleva el tono: Feijóo exige elecciones anticipadas
La oposición no ha tardado ni medio segundo en capitalizar políticamente este escándalo. El líder popular Alberto Núñez Feijóo ha insistido en que “esto no es solo caso Koldo ni caso Ábalos; es claramente caso Sánchez”. Acusa directamente al presidente del Gobierno de estar en el centro mismo del entramado y reclama su dimisión inmediata además de elecciones anticipadas: “No voy a ser cómplice para ratificar al presidente; soy la única alternativa”, proclamó ayer mismo ante los medios.
Asegura además que toda esta operación policial supone “la auditoría más contundente” posible sobre un Gobierno cuya legitimidad está ahora más cuestionada que nunca.
Consecuencias inmediatas y posibles escenarios futuros
- El Tribunal Supremo ya ha iniciado los trámites necesarios para solicitar suplicatorio al Congreso antes de proceder formalmente contra cargos aforados.
- El calendario judicial prevé declaraciones clave antes del verano —incluyendo Cerdán, Ábalos y Koldo— cuyo contenido podría condicionar toda la legislatura.
- Se barajan opciones tan drásticas como una moción parlamentaria exprés o incluso elecciones anticipadas si Moncloa no logra frenar la sangría política.
- A nivel interno, crecen las presiones sobre Pedro Sánchez para forzar una renovación completa del núcleo dirigente o asumir responsabilidades directas.
El escándalo está lejos de agotarse; lo único seguro es que marcará un antes y un después en la historia reciente del PSOE y probablemente también en la política española.
