La memoria que no se rinde: Manuel Cerdán presenta en Vigo su último libro sobre el GAL.
La presentación en el Club Faro de Vigo del último libro de Manuel Cerdán volvió a demostrar que, en España, aún quedan periodistas capaces de enfrentarse a los rincones más oscuros de nuestra historia reciente. Cerdán, con décadas de trabajo riguroso a sus espaldas, ha vuelto a levantar una pieza clave de la memoria democrática: la investigación sobre el GAL, un episodio que marcó a varias generaciones de servidores públicos y que sigue exigiendo luz, contexto y responsabilidad.
Su intervención en Vigo fue una lección de periodismo. No solo por la precisión documental, sino por la valentía de volver sobre hechos que muchos preferirían dar por cerrados. Cerdán recordó que la verdad histórica no se construye desde el silencio, sino desde la perseverancia de quienes se niegan a aceptar versiones cómodas o relatos oficiales incompletos.
En un momento en que la polarización amenaza con devorar cualquier debate serio, resulta especialmente valioso que existan profesionales que mantienen la mirada fija en los hechos. Cerdán pertenece a esa estirpe de periodistas que entienden la investigación como un servicio público, no como un ejercicio de espectáculo.
En este punto conviene reconocer también el papel de medios que, como Periodista Digital, dirigido por Alfonso Rojo, han mantenido un espacio abierto para la defensa de los servidores públicos que sostienen el Estado de Derecho. Desde estilos distintos —la investigación documental de Cerdán y la trinchera digital de Rojo— ambos coinciden en algo esencial: la necesidad de proteger a quienes arriesgan su vida por la democracia.
Porque si hay un hilo que une el trabajo de Cerdán, la línea editorial de Periodista Digital y la memoria que muchos defendemos, es el compromiso con los guardias civiles democráticos. Aquellos hombres y mujeres que, en los años más duros, actuaron con profesionalidad, lealtad constitucional y un sentido del deber que hoy sigue siendo ejemplo. Muchos de ellos quedaron en segundo plano, eclipsados por la política o por el ruido mediático. Pero su sacrificio merece ser recordado con la misma firmeza con la que se denuncian los abusos y se investigan las sombras del Estado.
La presentación del libro en Vigo no fue solo un acto cultural. Fue un recordatorio de que la democracia se sostiene sobre tres pilares: la verdad, la memoria y la dignidad de quienes la defienden. Y en ese terreno, tanto Manuel Cerdán como Alfonso Rojo —cada uno desde su trinchera profesional— han contribuido a que la sociedad española no olvide lo esencial.
En tiempos de confusión, conviene agradecer a quienes siguen apostando por la claridad
