Andrés Aberasturi – No atizar las brasas

MADRID, 1 Jul. (OTR/PRESS) –

La carta de María San Gil explicando su marcha del PP va a tener mucho eco en columnas de trinchera y en editoriales de barricada. Pero desde el punto de vista del observador, la cosa no puede ir más allá de donde va: que San Gil, a la que tanto admiramos muchos, prefiere seguir en la «línea dura» (de alguna forma hay que llamarlo) que el PP mantuvo en la legislatura anterior. Y está, naturalmente, en su derecho aunque en esta ocasión uno discrepe, humildemente, de sus postulados.

Porque María carga las tintas sobre la «nueva» política del partido de Génova muy especialmente -casi exclusivamente- en lo que se refiere a los partidos nacionalistas en general y al PNV en particular. Pero habría que convenir que la política no se agota en ese asunto y menos aun cuando una crisis económica sobrevuela nuestras cabezas y a la sociedad le preocupa qué se puede hacer por atajarla y volver a tener dinero para llegar a la hipoteca.

Pero es que, además, el PP no ha cambiado tanto su postura en el tema nacionalista, al menos no lo suficiente como para perder una confianza que se mantuvo cuando Aznar necesitó del apoyo del PNV -y lo tuvo- o de CIU -y también lo tuvo-. ¿Por qué entonces sí y ahora no? Lo que ha ocurrido aquí, ese cambio que intuye Maria San Gil en el PP, es mas culpa del PSOE que del Congreso de Valencia.

Lo que ha ocurrido es que el PSOE ha plegado algunas velas tras la mal llevada negociación con ETA y, a medida que se acercaban las elecciones, la idea de España empezó a aparecer en todos los mítines de Zapatero. Permanece, es verdad, el tripartito catalán pero me temo que está llamado también al fracaso.

Lo que San Gil no ve, o no le gusta, es que a la sociedad española ni vea ni le guste la exaltación del nacionalismo español (salvo en la Eurocopa); aquí casi nadie está por la labor de la desintegración. Aquí nadie se creyó que España se rompía como nadie creyó necesario llegar tan lejos en los experimentos que le da por hacer a ZP cuando se siente inspirado.

Todo es mucho más normal, mas sosegado, menos dramático y ese talante lo entendieron los socialistas plegando, como he dicho velas, y lo entendieron los del PP que ya no está por el «no» como sistema.

Pero si al parecer no se va a volver a negociarse con ETA y no se va a admitir la consulta de Ibarretxe, ¿a qué debe oponerse el PP en este campo?

Respeto a Maria San Gil absolutamente, pero los «referentes morales» siempre me han dado mucho miedo. Y naturalmente no ha sido María la que se calificado a si misma sino, muy al contrario, tal vez haya sido utilizada su posición por otros motivos y en otros asuntos bastante mas oportunistas de lo deseable.

Muchos -algunos- escribíamos tanto contra la intransigencia del PP como contra el «cordón sanitario» del PSOE y otros desbarres; que no se nos pida ahora que defendamos lo contrario.

Si el PSOE y el PP se han dado cuenta de que no pueden caminar de espaldas con más de veinte millones de votos entre los dos, es hora de animar a esa vuelta al camino de la lógica y no de atizar unas brasas que no parece vayan por ahora a quemar nada.

Andrés Aberasturi.

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