Charo Zarzalejos – Aguas revueltas


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

En buena hora hablaron el Fiscal General del Estado y el Gobernador del Banco de España. En cuestión de horas revolvieron las aguas al nuevo Ejecutivo, que a su vez se revolvió sobre sí mismo. Resulta, según palabras de Conde-Pumpido, que la Policía Nacional sólo entregó informes sobre el entorno de ETA al juez olvidándose del ministerio fiscal. De ahí que desde la fiscalía se optara por trabajar con la Guardia Civil. No cuestionó el Fiscal General la eficacia de la Policía Nacional y sí un modo de trabajo, un comportamiento determinado, que la Policía no adopta motu propio. La Policía hace lo que se le dice.

Sus palabras levantaron ampollas y, para quitarles importancia, horas después de pronunciadas, el Fiscal y el Director General de la Policía posaban juntos para decir que aquí no había pasado nada. Los sindicatos policiales se sienten ofendidos y la Oposición no ha perdido la oportunidad de pedir explicaciones en el Congreso.

Los que asistimos al Desayuno en el que el Fiscal General se soltó el pelo, comprobamos que nada de lo que dijo se debió a un calentón ni a preguntas malintencionadas. Conde-Pumpido sabía perfectamente lo que decía y, además, quería decirlo, abriendo un frente al Gobierno, introduciendo un elemento de polémica. En realidad, Conde Pumpido puso de manifiesto no un problema de competencia o eficacia de la Policía, que está fuera de duda; puso de manifiesto un problema de coordinación o de «modus operandi» que se ha sacado de quicio.

Más serio, sin duda, ha sido el revuelo organizado por el Gobernador del Banco de España, nombrado por el presidente del Gobierno y sin el consenso con la oposición, como era habitual. Es decir, quien habla no es un adversario del Gobierno, sino un señor que dirige un organismo autónomo del Estado, al que se le supone informado de la situación económica real de España. Fernández Ordóñez echó un jarro de agua fría a las previsiones y al mensaje general del Gobierno, que insiste en que la Seguridad Social acabará el año con superávit. El Gobernador del Banco de España, no dijo lo contrario. Constató que ese superávit, a medio plazo, está dañado por las ingentes cantidades de dinero que hay que destinar al pago de la cobertura del paro.

Un hecho cierto es que lo presupuestado para el paro es de 19.000 millones de euros para este año 2009, pero a final del mismo, se habrán gastado en torno a los 30.000; es decir, 11.000 millones más de lo previsto. ¿No es este un desfase considerable?, ¿están en peligro las pensiones del futuro?. Nadie puede afirmar que sí, ni asegurar que están a salvo. La economía siempre es sorprendente y en muchos aspectos imprevisible, pero ¿no estaría bien abrir un debate, una reflexión, sobre cómo deseamos que sea el futuro?

El Gobierno no puede soportar que nada ni nadie ponga sombras a su discurso. El ministro de Trabajo ha pedido, otra vez, a Fernández Ordóñez, que sea más moderado en sus declaraciones. Y los sindicatos, de una u otra manera, han sugerido a Zapatero que le haga abandonar su cargo. Sin embargo, la realidad demuestra que lo que no se cumplen son las previsiones del presidente del Gobierno y que la realidad se acerca más a quienes, con datos en la mano, auguran un panorama más sombrío del que se quiere hacer ver. Lo más sorprendente, no obstante, es que los datos del Gobierno no coincidan con los del Banco de España.

Lo que diga Fernández Ordóñez puede ser tan discutible como lo que diga el presidente del Gobierno. Lo sorprendente es la rapidez con la que se organiza la respuesta cuando alguien dice algo que no se ajusta al discurso oficial. Ya ocurrió algo similar con el FMI y con el Banco Central, y lo que vivimos está dando más razón a estos organismos que a sus críticos. Quienes conocen al Gobernador del Banco de España, aseguran que no va a dejar de decir lo que «en conciencia y con datos en la mano cree que tiene que decir. Le pagan para eso».

La vicepresidenta Fernández de la Vega ha querido poner en orden las aguas revueltas y dice que el Gobierno se siente cómodo con el Gobernador del Banco de España, sólo que el ministro de Trabajo, con el visto bueno de Zapatero, le dice que lo suyo es ocuparse del entramado financiero y que se olvide de la Seguridad Social y de las pensiones. Hay comodidades que realmente resultan sorprendentes. En el Gobierno se tiene la convicción de que las aguas revueltas se han reconducido, que todo vuelve a estar en orden y que lo único que se ha demostrado es la autonomía tanto del Fiscal General como del gobernador del Banco de España. Me pregunto, entonces, por qué lo que es una virtud -la autonomía- se convierte en algo parecido a un drama.

CHARO ZARZALEJOS

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