Carlos Carnicero – Sin crisis de Gobierno.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

La prerrogativa de nombrar y cesar a los miembros del Consejo de Ministros es privativa del presidente de Gobierno; por lo que se ha filtrado de su entorno más cercano, la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero es continuar con su actual equipo: probablemente es la demostración más palpable de su inconsciencia de culpa. Los hechos le facilitan otra vez un responsable externo: los mercados y la perversidad de la señora Merkel. El discurso publicitario se confunde con la reflexión intelectual y lo que le permita creerse libre de toda responsabilidad será la versión que mejor interiorice quien está acostumbrado a reconocer sólo los errores ajenos.

Seguir con el mismo equipo es un auténtico disparate porque la descoordinación y el enfrentamiento es evidente. Pero mientras el partido siga mudo, prisionero de un síndrome de lealtad que en realidad es la incapacidad para la crítica y la autocrítica, las cosas no se modificarán sobre todo porque la testarudez filtrada de voluntarismo del presidente del Gobierno es antológica.

La gran esperanza blanca era la presidencia de turno de la Unión Europea. El balance no puede ser más pobre, y la falta de conexión con quienes mandan en Europa es notoria. El aislamiento español en Bruselas es una constante de esta crisis y ni siquiera el bálsamo de una llamada cariñosa de Barack Obama es catártico porque el presidente norteamericano tampoco está en su mejor momento.

La aprobación de la ley de reforma laboral es un test pero no a corto plazo. Harán falta unos meses para saber si ese texto legal que abarata el despido y reduce el tipo de contratos genera empleo. De momento los pronunciamientos contra la utilidad de la ley son múltiples y la huelga general tiene tantos riesgos para los propios sindicatos o más que para el Gobierno.

La leyenda de la suerte de Zapatero llega el extremo de que se ha escrito que a falta de argumentos que fueran eficaces, el presidente le dijo a un conocido catedrático de filosofía que no digería el proceso de negociación con ETA: «tienes que tener confianza -le dijo Zapatero- yo soy un hombre de suerte y estoy seguro de que la negociación con ETA saldrá bien». Ahora Zapatero debe estar convencido de que ganará las próximas elecciones sin siquiera necesidad de cambiar su gobierno.

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