Carlos Carnicero – España después del 21-O.


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Hoy a las ocho de la mañana se abrirán las urnas en Euskadi y Galicia, y antes de la medianoche tendremos una radiografía clara de la nueva situación política española. Si no fallan los pronósticos, aunque las sorpresas son una constante electoral, Galicia revalidará un gobierno del Partido Popular, además en tierras de Rajoy, que ha sido escondido como un lastre durante la campaña electoral. Un alivio para el presidente del Gobierno en época de máximas turbulencias.

En Euskadi puede haber sorpresas, pero están descartados los milagros. Mayoría nacionalista en el Parlamento Vasco con un Bildu ascendente hasta un punto que solo conoceremos por la noche. La debacle anunciada del PP y del PSE vaticinan una tensión independentista sin contrapesos constitucionales. El furor secesionista es un grito de «sálvese quien pueda» en este hundimiento de España. Tiempo habrá para calibrar el fracaso del modelo constitucional en dos de las llamadas comunidades históricas.

El final de ETA se ha transmutado en la eclosión del independentismo. ¿De verdad se ha manejado bien la lucha antiterrorista para dibujar un panorama de hundimiento del estado en Euskadi? Y ETA anuncia que no se disolverá y que permanecerá como organización clandestina. Vigilia de armas por si el irredentismo necesita resucitar la violencia.

Quien sale peor parado del 21-0 es el PSOE. Declive en Euskadi y Galicia -si se confirman las encuestas en las urnas- y el derrumbamiento del modelo catalán del PSC el próximo 21-N. No se puede estar con Dios y con el diablo, porque la iglesia de la política no perdona las ambigüedades.

Al PSOE solo le quedan los gobiernos precarios de Andalucía y Asturias. Sin mayoría suficiente para gobernar solos. El proyecto de Rubalcaba, desaparecido en el combate de esta crisis, inicia un periodo en que la catarsis tiene que ser total: de modelo ideológico, de proyecto político y de estructura organizativa.

El desguace del partido en la era Zapatero ha sido una de las maniobras más eficaces de la transición española. Sus geniales ideas del republicanismo monárquico y prescindir del partido para apoyarse en un sindicato de interés fue el punto de partida de esta tragedia para el socialismo español.

Como símbolo de una época, la Justicia ha sentenciado que el indulto al banquero Alfredo Sáenz, en el último Consejo de Ministros de Zapatero, fue un residuo del «absolutismo político». Zapatero siempre fue un fiel amigo de Botín, pero el Banco de Santander sobrevive mientras el PSOE se hunde en el fango.

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