Carlos Carnicero – Hasta aquí llegó el Ebro.


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

En algunos pueblos de Aragón, existe una inscripción en los muros de algunos edificios que reza: «hasta aquí llego el Ebro». Es la manifestación expresa de los límites que ya se traspasaron y que no pueden volver a ser rebasados.

La política española ha traspasado cualquier umbral tolerable de corrupción. El conocimiento de que el tesorero del PP acumuló 22 millones de euros (3650 millones de las antiguas pesetas) en una cuenta en Suiza ha disparado la indignación social a límites que no se pueden tolerar.

Está claro que Mariano Rajoy y otros dirigentes del Partido Popular están prisioneros del chantaje de Luis Bárcenas. El ex senador, a día de hoy, sigue teniendo despacho, chófer, guardaespaldas y secretaria en la sede del partido. Y no hay noticias de una querella del presidente, Mariano Rajoy ni de su antecesor José María Aznar, contra un empleado tan distinguido que amasaba fortunas y repartía sobresueldos.

Hay una constante en la historia de que las revoluciones anunciadas no fueron impedidas por la incapacidad, cobardía o complicidad de las clases dirigentes. Ni en el partido ni en el Gobierno hay otra reacción que prometer «todas las auditorias que hagan falta» sabiendo precisamente que no hace falta ninguna, puesto que quienes dirigen la organización son conocedores de los hechos.

Los chantajes solo tienen una forma efectiva de combate: ignorarlos y denunciarlos. Si pretenden que se olvide esta marea de corrupción, que ha traspasado los límites de «hasta aquí llego el Ebro» ignoran el nivel de descrédito de la clase dirigente que amenaza gravemente a la totalidad del sistema político español.

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