Rajoy, el esperpento de Rato y la perversa Soraya


Algunos lo tienen muy claro y son capaces de definir a Mariano Rajoy como si tuviesen el don de entrar en su retorcida cabeza y asomarse a la claridad de sus pensamientos e intenciones. ¡Ya me gustaría a mí!, pero no. El Presidente del Gobierno es para muchos un enigma. De él se puede decir, sin lugar a error, que no es ni buena persona, ni coherente; y que además es falso, mentiroso y manipulador. Parece que lo estoy definiendo, pero no es así; a ver si no me enredo y consigo explicarme. He dicho en varias ocasiones que Rajoy me parecía una persona muy cabal, honrada, con ganas de mantener la línea marcada por el Parido Popular y que había tenido mala suerte con los atentados del 11-M, porque hubiese sido un buen presidente. Eso creíamos muchos en esos días aciagos. Así las cosas, y con un Zapatero irresponsable con sed de venganza y república de checa, emprendimos un éxodo sacrificado y largo. Ocho años de peregrinaje errante y cordón sanitario, sin maná, ni siquiera ajos, hasta que, por fin, se llegó a la Tierra Prometida monclovita, y entonces empezó a vislumbrarse el desencanto paulatino, pues una vez alcanzado el codiciado palacio del poder, el flamante Rajoy tomó las “tablas de la ley”, en forma de programa electoral y las estrelló, no contra el becerro de oro, sino en la propia cabeza de los ciudadanos que le habían dado su aliento en la travesía, y su voto en la urna. A partir de ahí hemos ido viendo día a día la desfachatez y la desvergüenza. Yo me siento muy culpable por haber contribuido al gran fraude rajoyano y he pedido perdón, no hasta setenta veces siete, pero voy camino de ello.

No sé si Rajoy es así por naturaleza o porque ha hecho un pacto con el mal. Que es un zorrainas, y un gallego –adjetivo no gentilicio—como en su día lo tildara la agonizante tiranuela Rosa Díez, es más que claro; y que tiene un aire a José Nieto el aposentador de la corte de Felipe IV, que aparece en Las meninas de Velázquez y que no se sabe si sube o baja la escalera, también. ¡Ya quisiera Rajoy para su cuadro la iluminación conseguida por don Diego da Silva en esta escalera concreta y en la estancia posterior que se adivina!

Digo lo del pacto con el mal porque el sacerdote Manuel Guerra Gómez, en su libro Masonería, religión y política apunta a que a nuestro presidente lo atraparon en México los de Pike y ya llegó a La Moncloa con mandil. Ignoro si es cierto o no, pero si hay que juzgarlo por sus frutos, lo veo más cerca del infierno que del cielo.

Lo más indignante es que el Ejecutivo popular ha aprendido a levitar, ha interiorizado que es inmortal y se ha acostumbrado a ver a los ciudadanos/votantes como seres inferiores, y abusan de la capacidad de olvido del ser humano, un don de la naturaleza, al parecer. Después de haber ofendido a los católicos y a los defensores de la vida, diciendo que nuestros votos ni quitan ni ponen, nos lanzan ahora el regalito de la reforma de la ley del aborto para que las niñas tengan que avisar en casa, aunque sea por whatsApp, que van a abortar. Creen que con este caramelo ya tienen contentas a los miles de monjitas, curas y demás seguidores del Evangelio.

Es evidente que el PP está en riesgo de derrumbe, pero no voy a contribuir a apuntalarlo. No sería ni honrado ni conveniente, aunque sé que las cosas aún pueden ir a peor. Me cuentan por ahí que Soraya y su socia en maldades, una tal María Pico, se han hecho expertas en mangoneos y están dispuestas a repartirse los restos del PP y a quedarse con la mejor parte. De la de Valladolid dicen que es mala, malísima, que no tiene ideología –siempre lo supimos—y que solo quiere poder. De momento, creo que ha encargado más dosis de veneno para sus cerbatanas. Creo que se la tiene jurada a todos los que se han referido a ella en alguna ocasión como “la enana”. ¡No va a quedar nadie!

El estreno del esperpento titulado La detención de Rato fue patética. ¿Quieren hacer ver que la justicia es igual para todos y que el que la hace la paga? ¿Es el mensaje que quieren enviar al ciudadano? Jaja, jajarajá. Ahora, Rajoy, introduce en la campaña un nuevo tema: el de la regeneración democrática. Pero ¿empezando por quién? Nunca explicó bien lo de “aguanta Luis”, aunque sobran las palabras. ¿Te absolverá la historia, Rajoy? Ahora nadie puede juzgarte porque tú eres el emperador todopoderoso y tu dedo señala jueces y lo que se ponga por delante. “Memento mori”, Rajoy. ¿Te absolverá la historia por haber liquidado un partido en el que confiaban millones de españoles? Como lo que hay ahora ya no es el PP, propongo que lo disuelvan y lo refunden. Me consta que hay mucha gente con vocación de servicio, aunque, hoy por hoy, no pongo la mano en el fuego por nadie. Hace muy poco que abandoné el Furacín y creo que me quedará la cicatriz.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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