OPINIÓN

Antonio Sánchez-Cervera: «El norte de África sigue siendo un polvorín «

Antonio Sánchez-Cervera: "El norte de África sigue siendo un polvorín "

La historia, una vez más, se repite con Marruecos gracias a que continúa siendo un país de régimen feudal, adormecido y silenciado, además, por su islamismo religioso y dirigido con un poder total del que gobierna, al que le importa un bledo el colectivo de sus ciudadanos, pero no la compra de material armamentístico.

Desde la batalla de Salé, allá por el año 1260, entre la flota castellana del rey Alfonso X el Sabio y los musulmanes del puerto norteafricano de Salé, el país, de una u otra forma, siempre fue intervenido por los europeos (españoles, portugueses, ingleses, franceses), terminando, en 1904, Francia y España estableciendo sus zonas de influencia y culminando en la práctica convirtiendo a Marruecos en colonia de ambos países. Tiempo después, en 1956, el país logró su independencia política, manteniendo con los EE. UU., desde 1777, una magnífica sintonía que, conforme avanzaban los intereses político-económicos de los norteamericanos, más se afianzaba la relación que, ahora, es tan estrecha que hasta ampara el envalotamiento que Marruecos exhibe ante España y, consiguiente y/o subsidiariamente, frente la UE.

Debido a toda esa historia de vasallaje marroquí hacia lo europeo, Marruecos siempre ha estado intervenido como país, incluso, en el régimen anterior español, la participación de la fuerza militar marroquí – unos 100.000 hombres – fue decisiva en la guerra que precedió de 1936 y que favoreció que se inclinara la balanza a favor de los generales alzados frente al Ejército de la República. Se decía en aquel entonces a la tropa marroquí luchadora: “ven a morir a España, para resucitar en Marruecos”.

Así las cosas, los americanos, que no dan puntal sin hilo hacia sus intereses, fundamentalmente desde 1975, con lo del Sahara occidental, vieron imprescindible acoger en su manto protector a Marruecos por una serie de razones y, entre otras, por el control contra el terrorismo islámico y los fosfatos de la mina de BuCraa. Marruecos exporta y Estados Unidos importa.

España, que cedió, miserable y vergonzosamente, el Sahara con aquel ultra secreto Acuerdo de Madrid, está viendo ante sus puertas el rearme del ejército marroquí frente al decaimiento del nuestro, convertido prácticamente en una ONG, lo que, en cualquier momento, puede violentar las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

Nuestro país, sin un ejército que potencie su situación internacional – única garantía de que te respeten y te tomen en serio -, no solo está siendo irrelevante en el concierto internacional de las naciones, sino que estamos a merced, tanto o más que Marruecos, de lo que decida la administración norteamericana, sea la que fuere.

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