Creo, a veces, que tengo esta cabaña tan solo para que el repiqueteo de la lluvia en su techumbre de pizarra me despierte, a intervalos, en la noche y su sonido vuelva a conducirme, suavemente, al sueño.
La lluvia es la diseñadora del otoño. Es quien lo viste con sus telas y sus gasas, quien le marca sus colores, quien le pone a sus pies una húmeda pasarela de olores y quien acompaña, con música de viento y cuerda, el desfile de los árboles de sus bosques.
Anoche aún resonaba el bramido de algún venado en tardío celo por las “cuerdas” de La Bujeda, cuando llegó, desde el oeste, el agua.
Después de una semana precipitada y casi ansiosa entre las obligaciones periodísticas y las devociones literarias, tras la salida de “La mirada del lobo”, mi última novela, el sonido de la lluvia me serenó los pulsos del cuerpo y los acelerones del alma.
Mañana, al despertar, encenderé el fuego. Hoy con el sol que alumbró durante el día , la madera ha conservado caliente la cabaña.
P.D. Sigan ustedes con VargasLlosa que me parece más interesante. Poe cierto, alguno le ha echado ya el ojo a «La mirada del lobo». ¿Que le parece?