Mariano Rajoy estrenó hace ocho días, en su rueda de Prensa balance de la Legislatura, después del último Consejo de Ministros, nuevo reloj. Una máquina actualizada, sumergible, de caucho y aluminio, con esfera grande y varios cronometros.
Un reloj de peso y tamaño superiores al acostumbrado a usar por el presidente del Gobierno. Un reloj nuevo de 70 euros de precio que ha dado mucho que hablar en las redes sociales.
El lider del PP empieza a tomarle gusto a establecer contacto, cuerpo a cuerpo, con quien sea necesario. Con los periodistas, con los lideres de la oposición, con los ciudadanos, hoy en la isla de Gran Canaria para acompañar a los familiares de los militares fallecidos en un accidente de helicopetero y, después, con los vecinos afectados por las últimas inhundaciones en Telde.
Frente al atril, al presidente le gusta situarse con alguna referencia fisica. A veces utiliza un clip entre dedos para canalizar sus impulsos expresivos. En las intervenciones importantes, se quita el reloj y lo situa sobre el atril para seguir los tiempos de su intervención.
De la misma manera que Rajoy se quita el reloj antes de intervenir, se lo abrocha con igual facilidad antes de concluir su parlamento.
En plena campaña preelectoral, con una cierta desorientación general, Cataluña irredenta, elecciones para consolidar la recuperación, aire irrespirable por la corrupción, cambios y reformas en modos y maneras, Mariano Rajoy acepta un cohecho impropio de un reloj que mira insistentemente en sus últimas actuaciones en público.
No es un reloj antiguo. Al contrario, tiene un cierre justapuesto con una correa modular, probablemente made in China, que le va a dar muy buena suerte. Apuesto a que se lo ha regalado alguien a quien adora, porque al presidente Rajoy le cuesta cambiar sus hábitos y costumbres.
