Luis Ventoso

Podemismo: analfabetismo numérico, felonía con España e intolerancia rampante

Los novios lo habrán pasado bárbaro anoche de cena, departiendo con unas copichuelas

Podemismo: analfabetismo numérico, felonía con España e intolerancia rampante
Luis Ventoso, Director Adjunto ABC.

Pero caído el telón, España sigue igual que el lunes: Iglesias, ante todo un formidable propagandista de sí mismo, ha montado una moción de censura para chupar tele

EL desasosiego tras la crisis de 2008 fue el abono en el que fermentaron soluciones populistas mágicas en Europa y en EE.UU. Partidos como Podemos u oráculos carismáticos como Trump nacen de un enorme cabreo, muchas veces legítimo.

Si te atropella un ERE con cuarenta y muchos años y un par de hijos, si no logras encontrar curro o te pagan tres duros por una cosilla estacional, si eres un chaval que percibe que va a vivir peor que sus abuelos jubilados, el reflejo lógico es enojarse con los que mandan.

Pero la realidad es que nuestros problemas atienden a que la prosperidad se está mudando a Asia y a que vivimos a crédito, muy por encima de lo que puede permitirse hoy Europa.

De hecho, Occidente ha solucionado una crisis de deuda con más deuda y habrá otra toña, superior a la de 2008. A corto plazo existen dos antibióticos que mitigan la bacteria del populismo.

El primero es que la economía mejore. El segundo es que lleguen al Gobierno aquellos que poseían solución para todo (véase a Trump sudando, o a Syriza, o el batacazo electoral de Beppe Grillo una vez que ha pasado de predicar cólera en la tele a tener que dar trigo en el ayuntamiento de Roma).

A poco que la UE ha sacado cabeza tras la crisis del euro, los populismos se van desinflando.

Wilders pinchó en Holanda y Le Pen en Francia. Corbyn, con toda su fiesta, se ha quedado a 64 escaños de la mayoría absoluta. Merkel ganará en Alemania… España no es ajena a esa tendencia y Podemos estaba alicaído.

Así que Iglesias, ante todo un formidable propagandista de sí mismo, ha montado una moción de censura para chupar tele.

Políticamente era una patochada, por inviable, pero ha cumplido su objetivo: durante dos días, Podemos, un partido al que los medios damos demasiada bola, ha copado el foco. En cuanto a lo que pasó ayer allí, eso atiende ya a problemas conocidos:

  • 1.-El Partido Popular, seamos francos, tiene pendiente la catarsis en serio tras su inaudita acumulación de casos de corrupción, que lo convierten en la formación más salpicada de Europa, si se excluyen verbenas como Rusia, Grecia, los Balcanes e Italia. Mientras no asuman lo que van aplazando -que hay que poner a otra gente que no estuviese allí cuando se coció la gamberrada-, seguirán farfullando incómodos cada vez que les reciten los nombres de todos sus golfos, como hizo ayer Podemos
  • 2.-Podemos arrastra tres gravísimos defectos, que lo convierten en un partido demagógico y muy nocivo. El primero es su analfabetismo numérico. Para Iglesias, 2+2=15. No maneja ni una cifra y su oferta social es matemáticamente disparatada (hasta Corbyn se molesta en decir cuánto vale cada cosa que promete y de dónde piensa sacar el dinero). Su segundo baldón es su rampante felonía con España. Iglesias, un madrileño de familia bien, directamente vende a su país y le hace el caldo gordo al golpismo separatista. Por último, un sectarismo de aroma totalitario. El centro y la derecha no tienen derecho a existir. Los prohibirían.

Los novios lo habrán pasado bárbaro anoche de cena, departiendo con unas copichuelas sobre quién le dio más cera al viejo Mariano en un memorable Dúo Pimpinela.

Pero caído el telón, España sigue igual que el lunes.

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