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La Policía toma la calle contra el Gobierno Sánchez

La concentración del 27 de noviembre de 2021 se está calentando por minutos

La Policía toma la calle contra el Gobierno Sánchez

Sin precedentes. No se conoce una iniciativa como esta. Este sábado, todos los sindicatos de Policía, también las asociaciones de la Guardia Civil, están llamados a una masiva manifestación en Madrid desde la Puerta del Sol al propio Ministerio del Interior, donde, la verdad, no se espera que se encuentre el titular, Fernando Marlaska, aunque quizá esté ejercitándose físicamente en el gimnasio que ha montado en una casa que ocupa sólo eventualmente.

La concentración se está calentando por minutos, sobre todo después de que los representantes de los agentes hayan transmitido a sus colegas la respuesta imperativa que les ofreció el ministro cuando días atrás fueron a visitarle.

Les dijo -me comunican- más o menos ésto: “La decisión está tomada, la reforma de la Ley de Seguridad, salvo pequeñas matizaciones, no se va a mover, forma parte de los acuerdos que suscribimos con Podemos para formar Gobierno”. Y nada más: el hecho de que dos de las propuestas de este cambio resulten brutales, espectacularmente inconstitucionales, le ha importado una higa al Gobierno. Una muy importante, decisiva para la protesta, es la que en adelante, cuando el bodrio del dúo maléfico Sánchez-Marlaska la conduzca al Boletín Oficial del Estado, cualquier manifestación o concentración pública que se pretenda realizar, no precisará de un requisito que en este momento aún resulta imprescindible: comunicar por anticipado la convocatoria. El trámite suprime de un plumazo lo que, según denuncian los sindicatos, abonará el caldo de cultivo de un caos en la calle donde, sin ir más lejos, puedan confrontarse abiertamente los participantes en actos directamente violentos y contrarios.

Pero aquí no quedan las absurdas y perjudiciales novedades de la reforma en cuestión. Fíjense: a los agentes del orden se les privará del material suficiente para su defensa, si es que ella es necesaria, y encima, tendrán que cruzarse de brazos sin intervención alguna mientras son fotografiados por los posibles implicados. Tremenda cuestión que se agrava un punto más si se tiene en cuenta que estas fotografías podrán ser difundidas con toda impunidad. ¿Quién protegerá a los policías -me pregunto- de las muy probables agresiones en forma de venganza que se puedan perpetrar contra ellos? Aseguran los agentes, con razón que, con toda probabilidad, se reeditarán casi a diario los ataques que la Guardia Civil soportó en la localidad navarra de Alsasua, una paliza que no recibió la ayuda de nadie y menos aún del Gobierno, que no se ha conmovido ante los innumerables homenajes que están recibiendo aún las acémilas que participaron en el atentado.

La manifestación del sábado, que se prevé masiva, está abierta naturalmente a todos los públicos. Ahora mismo se calcula una participación superior a las cien mil personas que serán menos, desde luego, que todas aquellas que llenaron Madrid cuando Zapatero pactó con los asesinos de ETA una hoja de ruta que se está cumpliendo a rajatabla. O ¿qué otra cosa es el provisional acercamiento de presos, indiciario de la real libertad de la que van a gozar criminales que todavía tienen muchos años que cumplir tras sus fechorías? Ya se anticipa que acudirá a la Puerta del Sol, bajo sus despachos, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a la que acompañarán otras gentes de su partido. Es de esperar que el presidente del PP, Pablo Casado, que ese día estará en León dirigiendo una reunión de los presidentes de su partido, pueda hallar una rendija para estar presente de una u otra forma en la concentración. Del PSOE no se sabe más que esto: que es cómplice de la reforma antedicha. De Vox se confía en una respuesta inmediata, pero interpretarán su propio guión, porque Abascal y sus chicos sólo suelen apoyar sus propias iniciativas.

Y, no se engañen, esta modificación legal de la que promovió el Ejecutivo de Rajoy es únicamente el primer paso del objetivo que tiene pensando el Gobierno social leninista que nos asfixia. De lo que se trata -ya lo verán- es de concebir una revolución total de las Fuerzas de Seguridad para sustituir los actuales Cuerpos por un remedo de aquellos Guardias de Asalto que actuaron con un sectarismo escandaloso en la II República. Sánchez y sus conmilitones pretenden organizar una Policía política que se asemeje hasta en el circense atuendo a los mamporreros de Maduro. Ni más, ni menos. Este fin forma parte de una transformación social de España incompatible de asimilar a las democracias europeas. De esto va la cuestión. De aquí, la imprescindible presencia de todos los españoles de bien en una actuación que precisa de una respuesta masiva. Claro está que, desde la oficina siniestra de Félix Bolaños (es menos fatuo y bodoque que Iván Redondo, pero todavía más peligroso)

Se está articulando una maniobra de ocultación y desprestigio de la protesta de nuestra Policía y Guardia Civil. Las televisiones amigas y los conmilitones informativos de La Moncloa se ocuparán detenidamente del menester, de aquí que la contestación general en la calle, con la Policía ocupándola no para restringir libertades, sino para garantizarlas, tiene que constituirse en la experiencia inicial de una alteración total contra un régimen que, como en el caso que nos ocupa, no tiene otra obsesión que volar nuestra Constitución, la Monarquía Parlamentaria y todo lo que, como dice la nueva “Pasionaria”, la agitadora Yolanda Díaz, “huela a franquismo”. De todo esto, como les escribo, va la pérfida maniobra de Sánchez y del propio Marlaska. La Policía toma la calle contra el Gobierno. Vamos a acompañarla.

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