Hoy pido que por unos instantes se olviden de aquello que les agobia e intenten recordar, no los tiempos felices de vino y rosas, sino todo lo contrario; lo peor.
Les pido que hagan memoria y recuerden con detalle todas las veces que en su vida han sufrido la angustia de verse impotentes ante la que se les venía encima, mientras a su ´lógico y brillante ́ cerebro lo único que se le ocurría era pensar ´tierra trágame´; quiero desaparecer; me quiero marchar.
Les pido que piensen en todos esos momentos de impotencia y desesperación que han sufrido en sus vidas, y se darán cuenta que al final siempre salieron adelante.
Todo esto que cuento lo he experimentado en mis carnes a lo largo de los años; y tantas veces he pasado por ello que llegué a grabarlo en mi teléfono móvil, para leerlo cada vez que lo encendía: “POR NEGRA QUE SEA LA NOCHE, SIEMPRE AMANECE”.
Claro que como nunca lo apagaba, tampoco nunca leía el mensaje. Nunca salvo en ocasiones muy puntuales que ahora les cuento.
¿Se creerán ustedes que cada vez que vivía una situación muy ´chunga´, como diría uno de mis hijos, el teléfono se quedaba bloqueado, obligándome a reiniciar y leer ese mensaje, tan cierto como esperanzador, que rezaba: “POR NEGRA QUE SEA LA NOCHE, SIEMPRE AMANECE”.
Hoy, de nuevo, una vez más, ha vuelto a suceder; ha vuelto a amanecer, y a pesar de que no sé cuánto durará, hoy lo celebraré; mañana Dios dirá.