Una pieza española, no una comedia, por J.C.Deus

Yasmina Reza es un ejemplo de triunfo merecido. Tiene en estos momentos tres obras en cartel en Madrid y quién sabe cuántas por esos mundos. É pur si muove. Es inteligente, observadora, sabe de la vida y además entiende. O sea una gozada en estos tiempos de levedad insulsa. Por eso, su ‘Una comedia española’ no es una comedia al uso. Y además no es española.

Nació en París hace cincuenta años. Hija de una violinista húngara exiliada y de un ingeniero judío de origen ruso‐iraní. Comienza como actriz pero en 1987, su primer texto, Conversations après unenterrement, obtiene el Premio Molière a la mejor pieza teatral. En 1994 estrena Art, su obra más conocida, en Berlín y París,recibiendo tres Molière, al mejor autor, a la mejor obra teatral y a la mejor producción, a los que se han sumado galardones a la mejor obra en Londres y a la mejor obra extranjera en Berlín, entre muchos otros.

Esta ‘Une pièce espagnole’ es su penúltima obra teatral. Comedia de la buena, es decir, una pieza que no encaja en esa vetusta dicotomía comedia-drama, porque es como la vida, risas y penas, sobre todo algunas sonrisas y mucha nostalgia inconfesable por el paso del tiempo, por lo imperfecto de todo, por nuestros defectos y la fragilidad de la vida. Usa el viejo pero efectivo y bien difícil truco del teatro dentro del teatro, pero para demostrarnos su oficio, lo complica aún más, y nos presenta una situación de teatro dentro de teatro a su vez dentro del teatro. Tres niveles resueltos con la mayor simplicidad, toda una lección dramática.

Dos actores y tres actrices franceses ensayan una comedia española sobre las relaciones familiares entre una mujer madura, su nuevo acompañante, las dos hijas de ella, -una triunfadora, otra frustrada- y el resignado marido de ésta última. Las dos hijas son a su vez actrices, y la frustrada ensaya a ratos un triste papel en un drama con el que sueña triunfar como su hermana.

Estamos ante una aguda reflexión, convenientemente no explicitada, sobre el teatro en general y los actores en particular, sobre las relaciones madre-hija, sobre el odio-amor entre hermanos, sobre la inevitable crisis de pareja en la edad madura, y sobre los caminos divergentes del optimismo y el pesimismo aplicados a la vida cotidiana: el nuevo amor de la madre es un genial administrador de fincas, personificación de la mesura, del sentido común y de las ganas de sacar partido a esto que llamamos la propia vida. Por el contrario, el marido de la hermana insatisfecha no consigue sacar fuerzas de flaqueza para poner al mal tiempo buena cara, y se refugia en esa ironía de la segunda edad repleta de cinismo y amargura, recitada permanentemente junto a una botella medio vacía.

Y nada más: nos van informando de quiénes son y cómo ven las cosas; los actores se convierten en sus personajes; se hablan a sí mismos, dialogan, discuten, ríen y lloran. Pasa hora y media sin que te des cuenta. Yl a hermana insatisfecha termina de ensayar su personaje: ‘Esperaba algo, como siempre se espera de la vida desde que damos un paso; todos esperamos algo de la vida, algo que no tiene nombre y que no sabemos qué es, una especie de atenuación de la soledad, de alguna manera, algo austero incluso, un privilegio personal’. Y la señorita Wurtz, que así se llama el personaje que ensaya el personaje de la hermana insatisfecha que representa una de los cinco actores franceses que ensayan una pieza española (creo que ahora sí está bien escrito el galimatías), se pone al piano y comienza a interpretar el preludio número cinco de Mendelsson Bartoldi. La obra está a punto de terminar.

La actriz Silvia Munt demuestra ser también toda una señora directora de teatro: ‘¿Dónde está la realidad?, se pregunta. ‘Es lo que vivimos o quizá lo que deseamos; o a lo mejor, la realidad está en nuestra imaginación y lo más estimulante es la ilusión de vivir, la ilusión de crear otras vidas, la ilusión pertinaz de esperar algo más, algo que no tiene nombre y que no sabemos qué es, una especie de atenuación de la soledad. Así se irá tejiendo la tela de esta obra tan singular, con tramas y colores muy diferentes que nos permiten entrever aquello que es tan difícil: los pequeños y grandes abismos a los que nos enfrentamos a diario y que muchas veces hasta pretendemos ignorar. Reza hace un ejercicio de precisión, se desnuda de artificios y nos enseña las tripas. Sin panegíricos, ni grandes tragedias, nos ofrece en bandeja un plato frío pero intenso. Divertido y doloroso como la vida misma’.

Xicu Masó (Fernando) es sin duda el extraordinario líder de un gran reparto. Su personaje es por lo menos tan real como la vida misma, sino más. Ramon Madaula (Mariano) nos gustó, por fin un bebedor empedernido en escena, y no un borracho tambaleante. Maria Molins (Nuria), Cristina Plazas (Aurelia) y Mònica Randall (Pilar) son tres mujeres de verdad, y no como las de la ópera Fausto-Arrabal, mujeres de pacotilla al servicio del panfleto de género y la discriminación positiva.

La traducción de Fernando Gómez Grande funciona sin chirridos, no en vano acumula una consistente experiencia. Suponemos que no es culpable -y que se habrá opuesto con todas sus fuerza- de la errónea y oportunista traducción del título, que cambia Una pieza española por Una comedia española, con todo lo que implica. El uso de la clasificación de comedia como género dramático es erróneo y equívoco, y me parece que no se da en otros idiomas. Sencilla pero suficiente la escenografía de Xavier Millán. Bueno el vestuario, que tiene cierto protagonismo. Iluminación y sonido no se hacen notar, signo siempre de calidad.

En fin, una pieza redonda. Sin mensaje, sin matute, con contenido, con sentimiento. Otro triunfo catalán en las tablas madrileñas.

Una comedia española
de Yasmina Reza
Traducción de Fernando Gómez Grande
Dirección de Silvia Munt

Reparto (por orden alfabético)
Mariano: Ramon Madaula
Fernando: Xicu Masó
Nuria: Maria Molins
Aurelia: Cristina Plazas
Pilar: Mònica Randall

Equipo artístico
Escenografía Xavier Millán
Vestuario Patricia Monné
Iluminación Lionel Spycher
Sonido Damien Bazin
Vídeo Joan Riedweg
Colaboración al piano Inés Borràs
Ayudante de dirección Raquel Tomàs
Ayudante de iluminación Carles Borràs
Ayudante de vídeo Sergio García‐Clamart

Coproducción
Centro Dramático Nacional
Teatre Nacional de Catalunya
y Bitò Produccions
con la colaboración del Centre d’Arts Escèniques de Terrassa (CAET)

Teatro Valle Inclán, Madrid.
Funciones del 13 de febrero al 29 de marzo de 2009
De martes a sábados, a las 20.30 h
Domingos, a las 19.30 h

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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