Las Edades del Hombre de Cuellar

Por José María Arévalo

( Virgen de la Esperanza de Juan de Juni, hacia 1550, de la parroquial orensana de Santiago Allariz) (*)

Salimos, el grupo de jubilados con el que fui a ver Las Edades del Hombre a Cuellar, con la impresión de que ésta había sido la edición más conseguida estéticamente de los últimos años, todas en pueblos pequeños y repartidas en varias iglesias la mayoría, por la amplitud de espacio en que se recogen en ella las obras -su espaciosa colocación-, y perfecta armonía de las diferentes salas. Para rematar, la guía que nos lo explicó fue breve y al grano, más que otras veces, lo que agradecimos mucho, por más que, como siempre, eché en falta una explicación más intensa de las circunstancias históricas y artísticas –estilo, etc.- en que produce cada autor en lugar de los pequeños detalles de lo representado, en lo que se detienen inevitablemente todos los guías de los museos y no añaden nada para juzgar la obra.

( Tríptico del Descendimiento de Ambrosius Benson (1532-36) tabla de la catedral segoviana) (*)

Ya me he acostumbrado a ver por mi cuenta las del entorno, sin perder esos comentarios, atento a lo que oigo por el auricular sobre la obra que se explica al grupo, y después aconsejar a los más amigos a que no se pierdan aquellas otras de interés y pasadas por alto, por la inevitable rapidez de la visita. Así por ejemplo, mientras se alargaba nuestra guía en elogios a dos crucificados de autor contemporáneo -Luciano Díaz-Castilla, con una matérica abstracción muy colorista, y Julio López, con una estupenda figura en bronce casi hiperrealista- pasaba por alto la tabla de Pedro Berruguete que los acompaña, un magnífico Calvario de 1485 traído del Museo Diocesano de Palencia. También pasó por alto dos pequeñas tablas con Adán y Eva, de Fernando Gallego, de 1475-80, de la catedral de Zamora, y dos pequeñas tallas de Alejo de Vahía, de principios del XVI, traídas de Bolaños de Campos.

Es este acopio de pequeñas piezas escondidas en recónditos pueblos, que muchas veces se aprovecha para restaurar, lo que más me gusta de Las Edades, porque nos dan una ocasión única de conocerlas. Nos permiten admirar la riqueza patrimonial de la institución que posee una de las mayores colecciones de arte religioso de Europa, la Iglesia de Castilla y León. Así que no es de extrañar que más de 11 millones de personas han visitado ya las ediciones anteriores de Las Edades del Hombre, que el próximo año cumplirá tres décadas de exposiciones para mostrar el vínculo milenario entre Dios y el hombre a través del arte. Este año, en su vigésimo segunda edición, titulada ‘Reconciliare’, el arte como mensaje de reconciliación y perdón con un hilo conductor, en esta ocasión firmado por el sacerdote José Manuel Sánchez Caro -exrector de las universidades Pontificia de Salamanca y Católica de Ávila-.

( Moisés (1505-06) de Felipe Bigarny, del retablo mayor de la catedral de Palencia) (*)

Más de un centenar de piezas distribuidas en tres iglesias de Cuellar, próximas entre sí, San Andrés, San Martín y San Esteban, configuran esta catequesis espiritual , a la vez que expresión artística, y que «tiene en estos momentos el mayor sentido» como mensaje de reconciliación y perdón, «la única línea que puede salvar a la humanidad», como explicó el obispo de Ávila, Jesús García Burillo, presidente de la Fundación Las Edades del Hombre. Inaugurada por la Reina Doña Sofía el 24 de abril será clausurada el 12 de noviembre.

San Andrés posee tres naves y crucero con tres ábsides y se tiene conocimiento de que ya estaba construida en 1277. El retablo mayor lo preside San Andrés, alrededor del cual se distribuyen pinturas de santos. Por toda la iglesia se pueden contemplar retablos, en su mayoría barrocos, que albergan pinturas y tallas de una interesante factura. Muchas de estas imágenes proceden de otras iglesias, destacando la imagen de la Virgen de la Rochela o el Cristo de San Gil, entre otros. Posee una importante colección de tallas, entre las que destaca un calvario del gótico primitivo. Por su parte, la iglesia de San Martín, situada junto al castillo, fue declarada Monumento Artístico Nacional en 1931 y es una de las mejores muestras de la arquitectura mudéjar de la villa. En la actualidad alberga el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. Por último, la iglesia de San Esteban fue declarada Monumento Artístico Nacional en 1931 y se tiene constancia de su existencia ya en el año 1247, cuando era la iglesia de los hijosdalgo, custodiando el archivo de la ‘Cofradía de la Cruz’. Es una de las iglesias mudéjares más importantes de Cuéllar y de ella sobresale su gran ábside de ladrillo. Su retablo mayor es de estilo neoclásico con elementos decorativos del rococó.

( San Jerónimo penitente, talla de Alonso Berruguete que se guarda en la iglesia de la Soterraña de Santa María la Real de Nieva) (*)

Durante la restauración de las yeserías mudéjares que adornan los enterramientos existentes en el presbiterio de la Iglesia de San Esteban, se descubrieron unas bulas en la tumba perteneciente a Isabel Zuazo, señora importante de la época, pero sobre todo mujer piadosa y temerosa de Dios. Las guardaba cerca de su corazón, un indicativo del deseo de poner toda su vida, después de la muerte, ante Dios buscando de Él su reconciliación. Este hecho histórico ha inspirado el relato de la XXII edición de Las Edades del Hombre que marca el acento en la necesidad que el mundo tiene de reconciliación.

Como no he encontrado en la red ninguna relación de las obras expuestas, siquiera de las más importantes, voy a incluirla ahora apoyado en el librito que proporciona la visita, al módico precio de 10 euros, con buenas fotos de todas la obras, vale la pena hacerse con él.

( Maternidad, óleo de José María García Fernández, “Castilviejo”, de 1969) (*)

En el primer espacio, “Heri (Antaño)”, tras un vídeo en gran pantalla como los que hemos visto en otras ediciones, de poco interés aunque bien realizado, nos recibe una buena talla, Padre Eterno, que realizara Narciso Tomé hacia 1730 y que guarda la iglesia toresana de San Julián de los caballeros. Siguiendo la narración bíblica, pasamos al paraiso terrenal con un óleo de Adrián de Grief de 1700 y tallas de Adán y Eva de Domingo de Amberes, de hacia 1552, procedentes de Pampliega; una tabla de San Miguel expulsándoles, del Maestro de Becerril (hacia 1555), de Ventosa de la Cuesta; otro ángel de la expulsión, de Juan de Bruselas (1502-05) de la catedral de Zamora; las tablas mencionadas de Fernando Gallego; un extraordinario tapiz de Bruselas (1630-40) que tiene la catedral de Burgos; y después de varias otras obras del XVII y XVIII, un Habraham dormido, notable talla de Juan Picardo de entre 1550 y 56, de la catedral de Burgo de Osma. Hay también un impresionante Cristo del Perdón, resucitado y de rodillas sobre una bola del mundo con la escena de Adán y Eva, de Luis Salvador Carmona (1753), procedente del museo de la Trinidad de Atienza, Guadalajara. Además, varias fotografías de autor, una talla y cuadros contemporáneos, entre ellos el único que me pareció destacable de los varios de la exposición, una Maternidad, óleo de José María García Fernández, “Castilviejo”, de 1969, con una matrona sentada de espaldas en una silla de enea, amamantando un niño, procedente de una colección particular.

( Interior de la iglesia de la Pace de Roma , de 1867, óleo de Raimundo de Madrazo, de la colección Madrazo de la Comunidad de Madrid) (*)

El segundo espacio, “In figura (Para ejemplo)” se abre con un Moisés talla en madera dorada de Manuel Bahamonde, de 1800, y de la parroquial de Dueñas; cinco interesantes óleos sobre cobre con el mismo tema de Frans Francken II (hacia 1640), de la catedral de Segovia; otra talla de Moisés en su hornacina, extraordinaria, de Felipe Bigarny, (1505-06) del retablo mayor de la catedral de Palencia; y otra anónima, bellísima, del segundo tercio del XVI procedente de la parroquial de Valderas; varias “anunciaciones”: un relieve toscano en alabastro (hacia 1530) que viene de Castojeriz, el citado de Alejo de Vahía y una tabla del Maestro del Portillo (1510-20) de la parroquial abulense de Fuentes de Año, y finalmente un bronce fundido de Venancio Blanco (1997), de la Fundación Mapfre; una bellísima Virgen de la Esperanza de Juan de Juni (hacia 1550) de la parroquial orensana de Santiago Allariz, y otra que no lo es menos, de hacia 1600, de anónimo castellano.

( Calvario de Pedro Berruguete, 1485, traído del Museo Diocesano de Palencia) (*)

El tercero, “Hodie”, comienza con una Magdalena ungiendo los pies de Cristo que realizara Juan de Valmaseda en el segundo cuarto del siglo XVI, bajorrelieve procedente de la parroquia palentina de esa titularidad en Población de Campos; una muy buena talla de Jesús con la mujer adúltera de Ramón Nuñez en 1912, del monasterio vallisoletano de San Quirce y Santa Julita; los, citados al principio, crucificados de autores contemporáneos y el de Pedro Berrugute, junto con otro anónimo del XIII de San Andrés de Cuellar y el Cristo de la Agonía de Manuel Pereira (1646-47) de la catedral segoviana y un Cristo sentado con la Cruz, de Juan Picardo (1547) de la catedral de Burgo de Osma; y dos imponentes obras, el Tríptico del Descendimiento de Ambrosius Benson (1532-36) tabla de la catedral segoviana, y el Cristo Homo Pietatis de Gil de Siloé (hacia 1485) de la catedral de Burgos; el Buen Pastor en varias tallas, quizá la mejor la de Lucas Gutiérrez (1659-60) procedente de La Bañeza; y ocho cuadros con la representación del hijo pródigo, de distintas épocas y facturas.

( Cristo del Perdón (1753), de Luis Salvador Carmona, procedente del museo de la Trinidad de Atienza, Guadalajara) (*)

Y un último espacio, “Semper”, que abre con un llamativo óleo de Raimundo de Madrazo, de 1867, de la colección Madrazo de la Comunidad de Madrid, con el interior de la iglesia de la Pace de Roma en la que un muy impresionista haz de luz corta una nave en la que se sienta una fiel mientras otra se confiesa. Le sigue un típico cuadro de El Greco pero de formato mucho más pequeño de los habituales que conocemos, una Oración en el huerto, procedente de Cuenca y pintado entre 1595 y 1600; Las lágrimas de San Pedro de Pedro de Ávila (anterior a 1720) que procesiona en Valladolid; una Magdalena penitente también famosa en nuestra ciudad, de autor anónimo del XVII, la de la iglesia de San Miguel; san Jerónimo penitente (segundo cuarto del XVI), de Alonso Berruguete que se guarda en la Soterraña de Santa María la Real de Nieva; el Abrazo de Santo Domingo y San Francisco de Luis Salvador Carmona (hacia 1755-60) procedente del abulense monasterio de Santo Tomás; y un impresionante sepulcro de madera que conserva su policromía original, el Sepulcro de un caballero del linaje de Rojas, de hacia 1360-70, de exquisita talla, que viene del museo del Retablo burgalense, colocado ahora próximo a otros dos propios de la iglesia de San Esteban, estos en alabastro, de 1404, también extraordinarios; así como varias tallas y cuadros anónimos de distintas épocas y estilos, de buena factura todos.

( Sepulcro de un caballero del linaje de Rojas, de hacia 1360-70, del Museo del Retablo de Burgos) (*)

Magnífica, pues, muestra de arte sacro esta de Cuéllar, a la que sucederá otra edición el año que viene en Aguilar de Campo, y al siguiente en Lerma, en 2019, de unas Edades que nacieron en 1988 en Valladolid y que se han erigido como referencia nacional e internacional.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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