Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

Ayer, la enseñanza. Y hoy, la sanidad.

(o “Sendos comentarios a dos titulares”).

El objeto de esta cuchufleta o chirigota es trasladarles a vuesarcedes dos comentos que ha garabateado mi señoría acera de dos temas (la enseñanza universitaria en el ABC de ayer, y la sanidad con gestión externalizada, en El Cofidencial de hoy).

Y como, a juicio de mi señoría, se trata de textos suficientemente explícitos y de alta calidad literaria (¡De nada!), se los ofrezco a continuación, ´gratis et amore´, sin más circunloquios, rodeos, ambages o presuntas desviaciones.

A propósito del primero, acerca de que la universidad pública se vacía, va mi señoría y escribe:

“El problema es más grave de lo que parece. Sobran plazas en la Universidades públicas y, sin embargo, hay cantidad de alumnos que no pueden estudiar en ellas, bien porque las vacantes no son de las carreras que ellos demandan o bien porque, aun siendo los puestos excedentes para los mismos estudios deseados por ellos, las Universidades oferentes no están en el lugar de la residencia habitual de los solicitantes. Y los aspirantes que no tienen el encaje adecuado para estudiar la carrera que quieren, en el lugar que desean, tienen dos alternativas: o se adscriben a una Universidad privada, si disponen del millón/curso que, más o menos, les van a costar las enseñanzas de las carreras que cada uno quiera estudiar o, por el contrario, abandonan los estudios y se dedican a trabajar (¿dónde?, ¿en qué?) o al ´dolce fare niente´. En efecto: los «ni-nis».

Así las cosas, los que se quedan fuera de las aulas de las Universidades públicas y disponen de los recursos necesarios para acudir a las Universidades privadas. se matriculan en ellas y punto. Pero, ¿y quienes no tienen el poderío económico que lleva consigo poder acudir a una Universidad privada?

A primera vista, lo único que se se le ocurre a uno para resolver esta cuestión sería dotar a estos alumnos de cierta movilidad, asignándoles becas para que residan o puedan trasladarse allí donde haya vacantes para realizar los estudios de las carreras que cada quien, de estos jóvenes, desee. De cualquier forma, la cuestión es suficientemente compleja para creer que va a resolverse con un comentario de éstos.

Quien pueda (yo ya he cumplido mi septuagésimo decimo sexto taco de almanaque y no estoy para estos ´belénes´), que investigue y dé soluciones. ¿No hablan del periodismo de investigación? Uno lo que sugiere es que no se olvide cómo las Universidades privadas están ayudando a las públicas, aunque no sea más que porque los alumnos de aquéllas no tienen que ser atendidos en éstas. Y cuando hay menos comensales, a más tarta tocan.

Y a las Universidades privadas, que cuiden la calidad de sus enseñanzas. Que hay cada chiringuito por ahí… Otras, por supuesto, tienen adquirido un prestigio indiscutible. Y solera”.
(Fin de la primera disquisición).

Y la otra (disquisición, claro), en la que mi señoría habla de la sanidad y se pronuncia por ia gestión externalizada, lo hace así:

“No sé si he oído bien, pero tengo entendido que la externalización de la gestión de esos tres hospitales supone un ahorro de 169 millones. Si es así y los servicios van a ser de igual calidad o aun mejores de los que pudieran proporcionar esos hospitales gestionados por el Estado, la duda ofende. Y la cantinela de «la sanidad no se vende, se defiende», en lugar de ir contra externalizar la gestión, va a favor. Que una forma de defenderla es haciéndola posible con menos recursos de los que se necesitan para la gestión estatal.

Es verdad que la externalización implica un coste más, pues hay que hacer frente a un cierto beneficio económico para la empresa que gestione el tinglado, pero si con gestión estatal el coste de un servicio determinado es, por ejemplo, 7. Y la empresa externa gestora, por su buena administración logra que el coste de ese mismo servicio sea de 5, puede cobrar 6, es decir, vendérselo al ministerio de Sanidad por 6. Y así, el M. de S. se ahorra 1, porque de haber llevado él la gestión, la producción de tal servicio se habría gastado 7. Ergo la contrata de referencia es beneficiosa para ambas partes. Esto es de sentido común, aunque al señor Gómez no le quepa en la cabeza. Y es que las cabezas cada una es de un calibre.

No quiero concluir este comentario sin añadir que, aunque parezca paradójico, la existencia de compañías de servicios sanitarios completamente privadas benefician al M. de S., porque los servicios que proporcionan éstas, no tiene que proporcionarlos la sanidad pública. En este sentido pueden ver el post «La sanidad privada ayuda a la pública».

Disculpen la extensión del Comentario y que no haya sabido abreviarlo. I´m sorry!”
(Fin de mi segunda parida).

Y con esto y un cake, hasta tomorrow a las eight. ¿O no?

22-08-2013.

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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