Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

¿Llevaré adelante este reto?

Hace unos días, el 22 del mes en curso en concreto, rematé mi última chirigota tal vez un poco precipitadamente suponiendo que algunos de vuesarcedes podían estar a punto de que se les cerrasen los ojos por sueño, pensaba mi señoría, aunque la causa también podía ser el aburrimiento que provoca la lectura de lo que un escribidor, de tan poco rango como el que suscribe estas chanzas, ¿por qué no? Pero sepan vuesarcedes que si yo llevo a cabo el proyecto que se me ha ocurrido de nuevo… En la ocasión anterior, cuando realicé un proyecto análogo al que ahora tal vez me atreva a repetir, consistió en que mi señoría se dijo: voy a comprobar hasta qué punto soy capaz de escribir, todos los días -y cuando digo todos los días son todos, también sábados y domingos- un artículo, de forma que al cumplirse un mes de iniciada la prueba tuviese los treinta artículos de marras, escritos. Y en aquella época -estoy refiriéndome a un mes de un año de la primera decena de este siglo- realicé el proyecto y pergeñé mis treinta tareas. Es verdad que entonces mi señoría era como unos quince o dieciséis años más joven y la calidad de mi prosa no sé de qué clase, porque yo los escribía, pero quienes los leían, ¿estaban satisfechos con ellos? ¿Les interesaban los temas que yo exponía? ¿Estaban satisfechos con sus -o sea, mis- ironías, les molaba el estilo desopilante que uno trataba de darle a sus -mis- parletas?  ¡There is the question!, que decimos la gente culta. No, los incultos no sé qué dirán, pero la verdad es que mi señoría no supo, salvo algunas felicitaciones de amigos míos, si al populo bárbaro, o sea, a los demás les satisficieron o no. Lo que sí detecté fue el número de lectores que entraban cada día en la página. Y lo cierto es que era desolador. Los mejores días, es decir, los días en que más leedores tenía no pasaban casi nunca de cien, y los días que menos, treinta y pocos. Y a uno se le caían los palos de su sombrajo porque con los miles de millones de seres que pueden asomarse a las páginas de internet… De todas formas, si ahora repitiera o repitiese la andanza en cuestión, ¿qué puede suceder? O sea que si mi señoría se liara el… Bueno, quiero decir que si ahora mi señoría se lanzase a repetir el experimento citado, ¿creen vuesarcedes, en primer lugar, que lo superaría? ¿Aguantaría mi señoría el trajín de escribir y publicar diariamente, durante un mes y sin fallar un solo día, una chirigota de éstas? No lo sé. Veremos qué ocurre si lo intento. Pero en la hipótesis de que uno, a su edad, se tirara a la piscina, ¿qué número de lectores tendría? Porque una cosa es escribir y otra, que le lean a uno. ¿Y si el mundo mundial de internet no te lee? Si a vuesarcedes, por ejemplo, no les gustan. ¿Cómo vas a valerte de ese recurso tan necesario, a mi juicio, como es la empatía? Porque si te lee un cierto número de lectores y algunos te brindan comentarios, de forma que tú sepas a través de ellos, de los comentarios, la impresión que la lectura ha causado a cada paciente, si pacientes llamamos los que tengan la costumbre de aguantar nuestros rollos particulares, que no van a ser más que unas charlas diarias, de unos minutos, pocos, con la pretensión de provocarles alguna sonrisa por aquello que se diga o que simplemente se sugiera, se deje de decir, para que así  vuesarcedes se solacen y puedan pasar un rato distraídos. Pero el ideal es que no solo hable quien escriba, o sea, mi señoría, sino que también lo hagan quienes aguantan la lectura, con el fin de que se produzca un diálogo, no un monólogo, que para monólogos ya tenemos, por ejemplo, las reiteradas intervenciones de los políticos en la tele o si no, las ruedas de prensa que pueda convocar, verbigracia, el actual -y no sabemos hasta cuándo- Presidente del Consejos de Ministras y Ministros (porque Ministres creo que no haya todavía), Doctor don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, porque no hay duda de que eso es lo que ocurre cuando tienen lugar esas ruedas de prensa en las que no se admiten preguntas por parte de los periodistas convocados. Sí, en estos casos es cuando hay monólogo. Si los periodistas pueden intervenir entonces, en efecto, hay diálogos que, es lo bueno. Y lo democrático, claro. ¿O no?

 

27-04-2021.

 

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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