No duele absolutamente nada.
El paciente no siente dolor durante la intervención ya que toda la operación se realiza bajo los efectos de una anestesia local.
Tras la operación, en caso de presentar pequeñas molestias, éstas desaparecen con el uso de analgésicos comunes.
Durante las primeras dos semanas se podrán apreciar unas pequeñas costras en el área sometida al trasplante y un enrojecimiento en la zona donante.
Estas costras generalmente se irán cayendo por sí solas en los primeros 10 o 12 días.