El control del peso corporal después de los 50 años se ha convertido en un tema crucial para la salud pública global.
Investigaciones recientes confirman que perder peso en la mediana edad no solo mejora la calidad de vida inmediata, sino que también reduce significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida.
A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta cambios naturales que pueden complicar el mantenimiento de un peso saludable.
La disminución del metabolismo, los cambios hormonales como la menopausia en mujeres, y la reducción de la actividad física hacen que muchas personas enfrenten dificultades para controlar su peso después de los 50 años. Sin embargo, los expertos coinciden en que, aunque estos cambios son inevitables, es posible mantener un peso saludable y mejorar la calidad de vida con las estrategias adecuadas.
El peso y su relación con las enfermedades crónicas
Un estudio de la Universidad de Harvard titulado Lose Weight and Keep it Off ofrece recomendaciones clave para perder peso de manera efectiva y mantenerlo a largo plazo, destacando la importancia de hábitos saludables que abarcan el ejercicio, la alimentación y la salud mental. Este trabajo subraya que, aunque los cambios físicos con la edad son inevitables, es posible mantener un peso saludable y mejorar la calidad de vida con las estrategias adecuadas.
La tendencia hacia una vida menos activa es especialmente evidente a partir de los 50 años, cuando las mujeres atraviesan la menopausia y los hombres se acercan al final de su vida laboral. La falta de actividad puede no solo dificultar la pérdida de peso, sino también aumentar el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
En Chile, según la Encuesta Nacional de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE) de 2022, la hipertensión es la enfermedad crónica más prevalente en personas mayores de 60 años, con un 52,4% de autorreporte, seguida por la diabetes (27,0%) y enfermedades asociadas al dolor crónico (21,5%). La doctora Marcela Carrasco, geriatra y académica, confirma que «la hipertensión aqueja a 2 de cada 3 personas mayores […] en segundo lugar, diabetes mellitus, que afecta más o menos un 30% de las personas mayores, mientras que otras afecciones relevantes incluyen la artrosis y la depresión».
Más allá del peso: la importancia de la condición física
Un hallazgo alentador publicado en enero de 2025 sugiere que la condición física podría ser incluso más importante que el peso para la longevidad. El estudio indica que lograr una mejor condición física no requiere un esfuerzo extremo. Incluso pasar del 20% inferior de forma física a un nivel moderado puede tener beneficios significativos para la salud a largo plazo.
Este descubrimiento coincide con la creciente evidencia de que el enfoque exclusivo en el peso podría ser limitante. Los expertos recomiendan centrarse en mejorar la salud metabólica general, que incluye factores como la presión arterial, los niveles de azúcar en sangre y la composición corporal, en lugar de obsesionarse únicamente con la báscula.
El papel de los factores ambientales versus la genética
Un revolucionario estudio publicado en Nature Medicine en marzo de 2025, basado en datos del UK Biobank con más de 490.000 participantes, ha arrojado luz sobre un debate de décadas: ¿qué influye más en nuestra longevidad, los genes o el estilo de vida?
Los investigadores de Oxford Population Health evaluaron la influencia de 164 factores ambientales y los compararon con marcadores genéticos asociados a 22 enfermedades principales que afectan la longevidad. Para medir el envejecimiento biológico, utilizaron un innovador método basado en el análisis de proteínas en sangre, denominado ‘proteomic age gap’, que permite comparar la edad cronológica con la edad biológica de una persona.
Los resultados son contundentes: los factores ambientales y de estilo de vida tienen un impacto significativamente mayor en el riesgo de enfermedades y mortalidad que la genética. Esto confirma que nuestros hábitos diarios, incluyendo la dieta, el ejercicio y el control del peso, juegan un papel crucial en determinar nuestra salud a largo plazo.
Nuevas herramientas para predecir riesgos de salud
En abril de 2025, científicos de la University College de Londres publicaron un estudio pionero en The Lancet Digital Health que podría revolucionar la medicina preventiva. Tras seguir a más de 6.000 adultos británicos durante más de dos décadas, desarrollaron un análisis de sangre capaz de identificar si uno o varios órganos están envejeciendo a un ritmo acelerado.
Mediante el análisis de proteínas en el plasma sanguíneo, pudieron detectar «firmas» específicas que indican si el corazón, los pulmones, los riñones, el hígado o incluso el sistema inmunológico están más deteriorados de lo que corresponde a la edad del paciente. Este hallazgo permite anticipar el desarrollo de hasta 45 enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Uno de los descubrimientos clave del estudio es que no todos los órganos envejecen al mismo ritmo, y ese desajuste puede tener consecuencias graves. Por ejemplo, las personas cuyo corazón presentaba un envejecimiento acelerado mostraban mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, mientras que aquellos con pulmones deteriorados eran más propensos a infecciones respiratorias, EPOC y cáncer de pulmón.
Aún más relevante es la evidencia de que los órganos no envejecen de forma aislada. Cuando uno se deteriora, puede desencadenar un efecto dominó en otros. El envejecimiento de los riñones, por ejemplo, se relacionó con daños en el hígado, el páncreas y los pulmones, mientras que estos órganos también podían, a su vez, acelerar el deterioro renal.
Tratamientos innovadores y respaldo institucional
La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció en mayo de 2025 su plan para respaldar los fármacos GLP-1 para adelgazar, como Wegovy y Zepbound, como parte de una estrategia integral para hacer frente a la epidemia mundial de obesidad. Según un portavoz de la OMS, el organismo ha estado trabajando en un «conjunto de nuevas recomendaciones para la prevención, la atención y el tratamiento de la obesidad» entre distintos grupos de edad, incluidos niños, adolescentes y adultos.
La agencia espera que las recomendaciones sobre medicamentos estén finalizadas para agosto o septiembre de 2025. Las orientaciones también incluirán «cómo y cuándo puede integrarse esta clase de medicamentos como un componente de un modelo de atención crónica que incluya intervenciones clínicas y sobre el estilo de vida».
Este respaldo institucional a los fármacos para perder peso refleja la creciente preocupación por el impacto de la obesidad en la salud pública global y el reconocimiento de que se necesitan múltiples enfoques para abordar este complejo problema.
Curiosidades científicas sobre el peso y la longevidad
- El efecto sauna: Una investigación presentada en Nutrition 2024 reveló que la aplicación regular de calor, como tomar una sauna diaria, puede mejorar la salud metabólica e imitar los efectos de la quema de calorías y la pérdida de grasa en personas adultas mayores. El estudio sugiere que este hábito podría ayudar a prevenir el aumento de peso relacionado con la menopausia en las mujeres y combatir la obesidad relacionada con la edad.
- El poder del resveratrol: Un compuesto natural presente en las uvas y el vino tinto, el resveratrol, ha demostrado propiedades prometedoras para retrasar el envejecimiento. Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla descubrieron que la suplementación con resveratrol en ratones de edad avanzada mejora la respuesta al ejercicio físico, con efectos más pronunciados en animales envejecidos que en jóvenes o maduros.
- El exceso de peso en la mediana edad y el cáncer de riñón: Estudios recientes han confirmado que el exceso de peso durante la mediana edad es un factor de riesgo conocido para el cáncer de riñón, pero nuevas investigaciones indican que los patrones de peso a lo largo de la vida también juegan un papel crucial en este riesgo.
- La multimorbilidad en cifras: En Chile, el 15% de las personas mayores tiene más de 5 enfermedades crónicas simultáneas. Aunque el 25,4% de esta población no reporta enfermedades crónicas, el 29,2% reporta una, el 22,7% reporta dos, el 12,6% reporta tres, y el 10,2% reporta cuatro o más patologías.
- El reloj proteómico: El innovador método ‘proteomic age gap’ utilizado en el estudio del UK Biobank permite determinar si una persona está envejeciendo más rápido o más lento que lo que indica su edad cronológica, ofreciendo una nueva perspectiva sobre el proceso de envejecimiento y sus factores determinantes.
El mensaje principal que emerge de todas estas investigaciones es claro: nunca es tarde para adoptar hábitos saludables que favorezcan el control del peso. Incluso pequeños cambios en la dieta y la actividad física después de los 50 años pueden tener un impacto significativo en la prevención de enfermedades crónicas y en la mejora de la calidad de vida en la vejez. La ciencia confirma que gran parte de nuestro destino en términos de salud está en nuestras manos, independientemente de nuestra edad o predisposición genética.
