Cuando la nave Voyager 2 observó por primera vez el gigante helado Neptuno, en 1989, se reveló que ese planeta parece ser más cálido que Urano, a pesar de estar más alejado del Sol. De acuerdo con mediciones posteriores, Neptuno resultó tener temperaturas similares a las de su gaseoso vecino, aunque teóricamente no debía ser así. Hasta ahora, «la fuente de ese calor adicional [en Neptuno] sigue siendo un misterio», estimó el físico Brian Cox en el documental ‘The Planets’ (‘Los Planetas’), de la BBC, según recoge rt y comparte Paula Dumas para Periodista Digital.
No obstante, existen varias hipótesis que intentan explicar las diferencias entre esos dos planetas con composición similar de nuestro Sistema Solar, recoge el portal LifeScience. «Las mediciones de la Voyager muestran que Neptuno emite más del doble de calor de lo que absorbe del sol, mientras que Urano no lo hace», explica Anthony Del Genio, del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA. Y añade que esto se debe a que «Urano no tiene una significativa fuente de calor interna (…) y no puede generar ningún calor adicional al que obtiene del Sol», lo cual lo diferencia de Neptuno, así como de Júpiter y Saturno.
En esencia, una fuente interna de altas temperaturas se origina del calor sobrante del nacimiento del sistema solar, en el momento de la formación de los planetas: el calor que se contrajo desde la nebulosa solar primitiva. «La fuente de calor adicional en Neptuno [y Júpiter y Saturno] se debe en gran medida a la contracción gravitacional», sostiene Joshua Tollefson, de la Universidad de California, Berkeley.
De momento, no hay una explicación clara que indique por qué Urano no cuenta con esa fuente de calor adicional, que sí tiene el otro gigante helado. Podría ser que la diferencia de edad tenga en esto cierta influencia, ya que un planeta más joven sería más cálido. Además, la rapidez y la intensidad de la liberación de calor también dependen de la estructura y composición interior de cada cuerpo celeste, sus capas de nubes, entre otras cosas. Es difícil estimar todos estos componentes, en parte debido a que un año en Neptuno equivale a 165 años terrestres, por lo que los científicos aún no han podido estudiar el planeta durante todo su ciclo estacional, con herramientos modernas, y obtener datos más completos.
Vientos extremos
Asimismo, los científicos relacionan la fuente interna de calor de Neptuno y su temperatura con otro fenómeno allí observado: fuertes vientos giratorios de hasta 2.414 kilómetros por hora.
«Es probable que los vientos [de Neptuno] se generen más profundamente de lo que puede penetrar la luz solar, por lo que posiblemente los produce una combinación de calor interno y rotación», sugiere Amy Simon, científica para la Investigación de la Atmósfera Planetaria en el Centro de Vuelo Espacial Goddard, de la NASA.
Los vientos de Neptuno y Urano no coinciden: en este último alcanzan solo velocidades de hasta 900 kilómetros por hora, pese a que los dos planetas tienen ciclos de rotación similares. «Nos dice esto que algo es diferente entre ellos: calor parcialmente interno u otra cosa», estima Simon.