Loriga muestra el interior de su taller literario en Sombrero y Mississipi

Loriga muestra el interior de su taller literario en Sombrero y Mississipi
. Agencia EFE

Ray Loriga dejó de ser una promesa hace muchos años para convertirse en uno de los escritores mas solidos, con una de las voces más personales. Un «raro» que se permite bellas rarezas como «Sombrero y Mississippi», un texto en el que muestra al lector sus fogones, su taller literario. La caja negra de su vuelo.

Y es que con «Sombrero y Mississippi», publicado por El Aleph, Ray Loriga (Madrid, 1967) ha querido agradecer «las deudas contraídas con la propia literatura, con los autores» que le han formado y los que le han servido «para enlazar un discurso específico», explica a Efe este narrador, guionista y director de cine.

Un libro que obedece a los dos parámetros de la escritura con los que Loriga dice trabajar. Esto es: por un lado, las novelas con las que se pone en el mercado y que edita Alfaguara y este tipo de trabajo más experimental, en los que el autor aborda otros temas.

En el Aleph ya publicó el pasado año otro juego literario «Los oficiales y el destino de Cordelia», y ya tiene en mente otra propuesta en esta misma línea, que será sobre el museo del Prado. Además está terminando su última novela.

Y el nombre de «Sombrero y Misssissippi» le sirve al autor para hablar del sobrero de la infancia de Samuel Beckett, más concretamente de su padre y del río Mark Twain, por donde flota el sombrero. Una metáfora y un juego en el que el río es la ficción, la literatura infinita en la que todo cabe.

«En las manos de nuestros niños, el sombrero y el río vuelven a cobrar la importancia que la ficción les pide…» escribe el autor.

Y un río por donde pasan esos escritores que han dado forma a la pluma del autor.

Una nómina en la que destacan Hölderlin, Heidegger, Shakespeare, Lewis Carroll, Wittgenstein, Unamuno, Audenm Chesterton, Borges, Cortazar, Juan Rulfo, Marguerite Duras, Virginia Woolf, Truman Capote, Gogol, Simenon, Dostoiesvski, Burroughs, Whitman o Artaud, Canetti, Vila Matas o Robert Walssentre otros muchos.

«El libro no es un ensayo académico sobre literatura, ni es un canon. Se trata de la explicación del carpintero desde su propio taller. No pretendo dar clases magistrales de lo que es o deja de ser la literatura», reconoce el autor de «Ya solo habla de amor».

«Solo he querido contar -matiza- cómo utilizo la literatura y de cómo me han servido esas herramientas por si le puede servir a alguien. A mí, si me ha servido, y mucho, leer libros en los que los escritores hablan de sus propios mecanismos de trabajo y de cómo les funciona sus cabezas».

«En la escritura uno debe presentarse (e incluso en la opinión) con el rigor del tallo feliz de lo aprendido, sin despreciar en cambio la intuición», deja escrito Loriga y añade, entre otras muchas reflexiones: «Avanzar en el territorio de la escritura, y espero que al menos esto quede claro, no es llegar más lejos, sino seguir andando».

Y al final dice: «El escritor por lo tanto debería ser a su vez perdonado en sus opiniones acerca de la escritura, tal vez debería ser incluso ignorado».

Loriga estará en la Feria del Libro de Madrid el mismo día de la inauguración, mañana viernes, además del fin de semana firmando ejemplares de este libro y de otros títulos, entre ellos, «Días extraños», «Caídos del cielo» o «Trífero».

Carmen Sigüenza

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído