Nuestro espíritu es interreligioso y ecuménico. No toda la gente que pertenece a Cristianía son católicos o cristianos
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(Jesús Bastante).- José Antonio Vázquez es monje cisterciense de Santa María de Huertas, en Soria.
Viene a hablarnos del proyecto Cristianía, una nueva forma de vivir el monacato para laicos, con dimensión ecuménica, que se está extendiendo lentamente pero de forma segura por todo el país.
-¿Cómo se llevan los atascos y atrasos de la ciudad cuando estás acostumbrado a vivir en una abadía?
-Bueno, se trata de cambiar el chip y ya está. Hay una imagen un poco romántica de lo que es la vida en un monasterio. Es mucho más activa que la idea que muchas veces tenemos.
-¿O sea que compartes la tesis de la «contemplación activa» que nos comentaba hace poco, en otra entrevista, Sor Lucía Caram?
-Sí. Pensamos en la contemplación como si fuera una cosa puramente intimista, interna, cuando realmente habría que entenderla como una praxis. Una manera de estar en la realidad. Hoy se dice «contemplativos en la relación», en actitud de escucha y acogida, pero no una actitud que de tan intimista pasa a ser narcisista.
-¿Cómo optaste por la vida monástica? ¿Por qué te decidiste?
-Yo no tenía mucha relación con la Iglesia, per en un determinado momento decidí ir a un monasterio por búsqueda espiritual. Y el encuentro con la comunidad del monasterio me resultó fascinante, muy interesante. A partir de ese momento, comencé a hacer una serie de visitas, y tras una serie de años decidí entrar.
-¿Cómo se lo tomó tu familia, tu ambiente, tu entorno…?
-Al principio la gente se queda sorprendida, porque, claro, si no tienes una trayectoria eclesial, es un poco sorprendente. Pero luego, al menos en mi caso, en general se lo tomaron bien.
-¿Cuánto tiempo llevas?
-Entré en el 98. Tengo 42 años, así que entré entre los 27 y los 28.
-¿En qué consiste Cristianía?
-Consiste en llevar fuera de los monasterios la experiencia monástica, que se ha vivido tradicionalmente dentro de ellos, para que pueda ser vivida por personas que no se sienten miembros de una institución monástica, pero sí se sienten monjes. Porque entendemos que el monacato es un arquetipo, una experiencia antropológica. La dimensión de búsqueda de la unificación es algo que todos llevamos dentro, y que algunas personas pueden vivir en el ámbito matrimonial, en la sociedad… Por eso queremos llevar fuera la experiencia de los monasterios, para que las personas la vivan en su realidad cotidiana.
-¿Y cómo se organiza? ¿Cómo se hace el contacto, el vínculo?
-El contacto más normal es el boca a boca, a través de un miembro. O también puede ser a través de una serie de talleres que estamos realizando en diferentes lugares, y tras los cuales algunas personas desean continuar en su vida con esos valores. Lo que hacemos es reunirnos en el monasterio una vez al mes, y luego hacemos una reunión en Madrid, para compartir y hacer oración. Intentamos que la persona desarrolle esa capacidad de contemplación en la relación. Capacidad de escucha, de empatía, de armonía, de comunión, y también de compromiso. Una dimensión de compromiso con la transformación y la humanización de su entorno.
-¿Qué tipo de personas participan en Cristianía?
-Hay de todo. El núcleo mayoritario suelen ser profesionales liberales, pero también hay amas de casa, por ejemplo. Suele ser gente entre los 40 y los 50 años.
-¿Son gente que sufre estrés en su vida diaria, y que busca una salida, o una forma de parar?
-Sí. Se llega desde un mundo muy estresante, y a través de una búsqueda de la propia identidad, porque es cierto que nuestro mundo genera muchas dificultades para que las personas adquieran una identidad sólida. Hay muchas personas que llegan diciendo «yo es que no sé todavía quién soy». Porque los mensajes de nuestra sociedad son muchos, muy continuos y muy rápidos. Entonces, hay gente que, a través de esa búsqueda de su propia identidad, llega al monacato.
-¿Cómo es una reunión o un encuentro en Cristianía?
–Son tiempos de meditación. Nosotros tenemos un tipo de meditación que bebe de fuentes del zen y del monacato cisterciense. Hemos tomado contacto con una escuela zen y, de alguna manera, hemos recuperado contacto con nuestra propia tradición (curiosamente) a través del encuentro con las tradiciones orientales. Entonces, solemos hacer espacios de unos veinte minutos de meditación, y luego incluimos en la meditación una frase del Evangelio. La persona lo trabaja, y lo que le suscita lo compartimos después. Se genera una dinámica de comunicación asertiva y empática, con un estilo que se aprende, intentando que todo el mundo se sienta acogido, que todo el mundo pueda expresar sus sentimientos, y que hable más desde ellos que desde la cabeza. Y la intención es que luego esto se pueda llevar a la realidad cotidiana, que puedas trasladar al trabajo esa especie de actitud contemplativa.
-¿Os han acusado, quizá, de relativismo o algo parecido, por incluir las técnicas del zen y de la meditación oriental?
-Bueno, efectivamente, la nuestra es una sensibilidad que a ciertas personas les puede suscitar problemas. Yo creo que la mejor manera es conocerlo, y ver si realmente esto es así. También hay que recordar que el Concilio Vaticano II pidió específicamente a las órdenes religiosas que acojan las tradiciones de los pueblos antiguos y aprendan de ellas. Va un poco en esa línea. Nuestro espíritu es interreligioso y ecuménico. No toda la gente que pertenece a Cristianía son católicos o cristianos. Todos estamos interesados en el Evangelio, la figura de Jesús y sus valores, pero en el grupo hay personas que no se definen como cristianos.
-¿Lo que se transmite con todo esto es que el mensaje del Evangelio, el mensaje de Jesús, es mucho más universal que cualquiera de las tradiciones religiosas o culturales?
-En el momento en que estamos, es muy necesario que el Evangelio entre en diálogo con todas las otras culturas que están en la sociedad. Es un estilo de Iglesia de puertas abiertas, donde lo que nos une es la experiencia del encuentro con Jesús, que mucha gente tiene, aunque se sienta fuera de la Iglesia. Eso lo hemos constatado. El siglo XX ha dado muchos ejemplos de personas que se vinculan a Jesús, pero que tienen dificultades para vivirlo en un entorno eclesial.
-¿Es factible encontrar a Jesús fuera de los muros de nuestra Iglesia actual?
-Absolutamente.
-¿Y eso es un problema para nuestra Iglesia, o una oportunidad?
-Creo que puede ser las dos cosas, dependiendo de la situación, de cómo se enfoque. No todos los encuentros son de la misma calidad, pero es un hecho que se produce. De hecho, uno de nuestros objetivos es aprender lo que las personas que no están en la Iglesia nos enseñan constantemente. En ese sentido, Raimon Panikkar es una persona que me ha influido bastante. Él decía que hay un Cristo desconocido en las otras tradiciones, y en las personas que no se sienten de ninguna tradición. Y que estamos llamados a descubrirlo. Mi experiencia es que, efectivamente, nos lo descubren ellas. Aunque es ocasiones hay una mescolanza que hay que discernir y clasificar.
-Pero, Jesucristo como figura y como portador de un mensaje, ¿va más allá de la Iglesia? Es decir, ¿quizá la Iglesia no es capaz de aprehenderlo en su totalidad?
-Panikkar decía «vemos la totalidad desde nuestra ventana«. Es decir, tenemos la totalidad del mensaje, pero lo vemos desde nuestra ventana. Tenemos el mensaje íntegro, pero tenemos que irlo descubriendo. A la Iglesia no le falta nada del mensaje, lo tiene completo. Pero nuestra capacidad de descubrirlo es limitada. Y el encuentro con otros aumenta esa capacidad. Es en ese aspecto es una oportunidad, pero también tiene sus riesgos. Por eso, hacer un diálogo eclesial con el Evangelio, con el Magisterio de la Iglesia, creo que es enriquecedor. Aunque parezca una limitación, a la larga no lo es.
-¿Y cuál es la respuesta interna de la congregación, de la Orden del Císter?
-Por ahora están observando el fenómeno. Se ha permitido que viva, se ha acogido en el monasterio, y los monjes de vez en cuando participan con nosotros en las reuniones. El abad suele venir a casi todas, así que va haciendo una especie de seguimiento. Porque el objetivo de futuro es que el grupo va a pedir su reconocimiento como miembro de la misma tradición.
-¿Una especie de rama laica cisterciense?
-Eso es. Una rama laica con dimensión ecuménica. Ya existen algunas en el monacato cisterciense. De hecho, en Huerta hay una fraternidad de laicos, así que lo que aportaría quizá nuestro grupo es esa dimensión interreligiosa.
-¿Cuándo arrancó Cristianía?
-Podría decirse que como grupo empezó hará unos dos años. Como proyecto, desde 2005. Yo tuve una serie de experiencias en Madrid, y la idea me estaba rondando. Luego pedí al monasterio empezar a dar los talleres para ofrecer esa posibilidad y contactar con gente. Y a partir de ahí ya hubo personas que empezaron a reunirse y a considerarse integrados dentro del proyecto.
-¿De cuántas personas podemos estar hablando?
-Poquitas. El núcleo ahora mismo lo formamos unas 14 personas. Luego hay otras 200 que participan en los talleres, están vinculadas con nosotros, hacen retiros de 3 días…
-¿Y hacia dónde queréis ir en vuestra expansión?
-Tenemos que estar abiertos a lo que vaya surgiendo. Lo que queremos es que no se quede todo en una experiencia intragrupal, sino que se transmita al exterior. Un plan próximo es ofrecer (probablemente a través del alquiler de un local) a personas que no tienen acceso, y gratuitamente, cursos de espiritualidad, acompañamiento… Nuestro proyecto inmediato es éste, porque en el grupo hay personas que están formadas en escucha, en psicología, abogados formados en temas sociales… Queremos hacer esa oferta para personas que no tienen el dinero para ir a un psicólogo o para pagar un abogado. Ése es el objetivo. También hay una parte del grupo que está participando en el Movimiento 15-M, y de ahí surge la petición de que nuestra espiritualidad (con su pluralidad y distintas sensibilidades) sea una espiritualidad de tranformación. Siempre desde la antropología que entiende al ser humano como un ser solidario, no encerrado en sí mismo y egocéntrico. Un ser humano cuyo vínculo fundamental es la relación con los demás. Por eso nos dirigimos hacia opciones de humanización que partan de una antropología relacional.
-¿Habéis participado en los actos del 15-M de este año?
-Sí, hemos estado presentes unos cuantos del grupo, participando junto a otras personas que están pidiendo cambios.
-¿Crees que la Iglesia ha perdido una grandísima oportunidad al no estar allí?
-Yo entiendo que es difícil, porque es un movimiento quizá muy diverso. Pero sí debería haber una cierta presencia. La Iglesia también es muy plural, por eso habrá personas que se sientan más alejadas, y otras más cercanas. Pero sí es verdad que se echa un poco de menos una mayor sensibilidad hacia la situación tremendamente dura que se está viviendo. Hay pocas voces que hablen claramente en una dirección social.
-¿Falta un puñetazo en la mesa por parte de la jerarquía?
-Sí. Ha habido un exceso de prudencia. Hay muchísimos cristianos implicados. Ayer hablaba con un sacerdote que me contaba que había pasado de dar 10 bolsas de comida (durante los años de bonanza) a dar, en poco tiempo, más de 100 diariamente, en su parroquia. La Iglesia está haciendo ahora un servicio fundamental. Pero es cierto que los que estamos más comprometidos o tenemos más sensibilidad en esa dirección, a veces sentimos que hay pocas voces autorizadas que hagan ver que también nosotros existimos en la Iglesia. y eso hace que haya malentendidos con la sociedad, porque parece que nos ve aliados a los sectores con más dinero, cuando realmente yo creo que los cristianos y los católicos hemos hecho una opción muy clara por la gente que está en los sectores excluidos y marginales. Habría que potenciar eso.
-¿Cómo se puede contactar con Cristianía?
-A través del blog que tengo yo en Religión Digital, me pueden escribir a mi correo: [email protected]
TITULARES:
No podemos dejar que la contemplación, de tan intimista, pase a ser narcisista
Curiosamente hemos recuperado contacto con nuestra propia tradición a través del encuentro con las tradiciones orientales
Mucha gente tiene experiencia del encuentro con Jesús, que aunque se sienta fuera de la Iglesia
La sociedad ve a la Iglesia como aliada de los sectores con más dinero por su exceso de prudencia