Francisco le pidió que sea "un pastor cercano, que escucha, que facilite a todos el encuentro con Cristo y sea cauce de comunión en la Iglesia
(Jesús Bastante).- Antonio Cañizares ya es arzobispo de Valencia. El cardenal tomó posesión de la sede esta mañana, apostando por «una Iglesia sin alforjas, pobre y para los pobres«, y asumiendo que su pontificado estará centrado en los que más sufren, «los más débiles, por los pobres, los enfermos, los amenazados de todas las formas, incluso antes de nacer«.
Flanqueado por los cardenales Santos Abril y Monteiro de Castro (el anterior Nuncio en España y que, como él, hubo de sufrir los ataques de la ultraderecha mediática), Antonio Cañizares, entró en la catedral de Valencia. A su lado, Carlos Osoro y el Nuncio de Su Santidad, Renzo Fratini.
También se vio, aunque en un segundo plano, al cardenal Rouco Varela, el cardenal Estepa y los arzobispos castrense, de Toledo o Santiago de Compostela. Entre las autoridades políticas, el presidente de la Generalitat, la alcaldesa de Valencia, el ministro de Asuntos Exteriores y el sempiterno y polémico Juan Cotino. También se vio, en segunda fila, a Francisco Camps. También se vio, entre otros, a José Bono o Ángel Acebes.
El Nuncio dio la bienvenida a los fieles valencianos de parte del Santo Padre. En su mensaje, el Papa volvió a agradecer a Osoro «su empeño por representar a Cristo, el buen pastor, con valorada y generosa entrega«, y dio lectura al nombramiento episcopal de Cañizares.
«De vuelta a sus raíces haya expresado su cercanía a todos los diocesanos, y su espíritu de fe en la providencia del Señor», añadió Fratini, dirigiéndose a Cañizares, a quien agradeció su trabajo en Roma, donde «ha advertido la universalidad de la Iglesia», pidiéndole que sea «un pastor cercano, que escucha, que facilite a todos el encuentro con Cristo y sea cauce de comunión en la Iglesia».
Por su parte, el portavoz episcopal, José María Gil Tamayo, leyó un mensaje de Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, que no pudo acudir al encontrarse en Roma en el Sínodo de Obispos de la Familia. «Reciba mi cordial felicitación, que hago extensiva a la archidiócesis de Valencia. Que el Señor continúe guiándole y fortaleciéndose al comenzar esta nueva etapa de servicio episcopal».
Tras ello, se leyeron las cartas de nombramiento, y posteriormente el nuncio le entregó el báculo. Cañizares se sentó en la cátedra, y desde ese momento, ya es arzobispo de Valencia. Después de los saludos preceptivos, el cardenal de Valencia. En primera fila, junto a los políticos, ocho ancianos de una residencia arzobispal.
En su homilía, Antonio Cañizares comenzó indicando que «para vosotros soy obispo, entre vosotros soy cristiano». «Pienso en los últimos y los más desheredados de la diócesis«, añadió, mezclando el castellano y el valenciano.
«Me encuentro para serviros y para daros el mayor tesoro: Jesucristo. No traigo oro ni plata, ninguna otra riqueza, ningún otro plan, ninguna otra palabra que esta: Jesucristo. Os pertenece», indicó el nuevo cardenal de Valencia, «el Dios que apuesta todo por el hombre, especialmente por los más débiles, por los pobres, los enfermos, los amenazados de todas las formas, incluso antes de nacer».
«Sólo en Jesús se encuentra una humanidad realmente nueva. Con la ayuda de lo Alto y la intercesión de los santos, particularmente los de Valencia, proclamaré sin descanso, me gastaré y me desgastaré para proclamar que prescindir de Dios, actuar como si no existiera o relegar la fe al ámbito de lo privado, socava el futuro de la sociedad», proclamó Cañizares, recordando las mismas palabras que dijo en Valencia Benedicto XVI.
«Hablar de Dios es prioritario, hablar de Él desde ese hablar con Él«, apuntó el cardenal, con voz recia y serena, tras el titubeante valenciano. «Ya me enseñaréis a no olvidar la lengua de mi tierra», bromeó.
«Corramos, hermanos, en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en quien inició y completa nuestra fe, Jesús«, añadió Cañizares citando a San Pablo. «Dios me llama a estar en medio vuestro sin anunciar otra cosa que no sea Cristo, a no seguir a otro que no sea Cristo».
«Pedid, hermanos, que así sea yo, porque así me quiere el Señor, el único pastor de nuestras almas. Que sea como Él, pastor que conoce a sus ovejas, que huele a oveja, da la vida por ellas, las alimenta con la doctrina saludable y verdadera y con el buen ejemplo. Pedid que sea el buen pastor que ama mucho a su pueblo. A vosotros, mi pueblo. Tenéis derecho a que ore incesantemente con vosotros. Y si no lo hiciera, demandádmelo», concluyó Cañizares.
«Que a los pobres, a los últimos, a los que viven en las diferentes periferias existenciales, se les anuncie en obras, palabras, gestos y signos la gran noticia de que Dios les ama, que no les abandona ni les deja en la estacada».»Soy misión, y vengo a hacer misión entre vosotros», añadió, señalando la Evangelii Gaudium como «programa para toda la Iglesia».
«Indefensos, víctimas de cualquier agresión, los enfermos, los débiles y sencillos», serán las prioridades del pontificado de Cañizares. «No es cristiano codiciar el éxito público», sino «aceptar la abundancia y la escasez de los frutos, la gloria o el brillo, el bienestar o el sacrificio». La «Iglesia sin alforjas, Iglesia de los pobres y para los pobres. Como no sabemos vivir es no anunciando a Jesucristo, o vendiéndonos por riqueza«.
Dispuestos al martirio, sin complejos, «sabiendo que los lobos son lobos, y existen«, Cañizares pidió estar presentes entre los hombres, siguiendo el ejemplo del Papa Francisco. «Pedid por mí, para que no me canse de anunciar el Evangelio de la misericordia». «Dios está muy cerca, que los hombres lo vean con claridad, con nuestros gestos y palabras».
«La paz es unidad. Decir unidad hoy en España tiene una significación muy profunda«, reiteró el cardenal, quien pidió responsabilidad. «Estamos pasando tiempos nada fáciles, en el que la fe está siendo sometida a pruebas oscuras». En esta tesitura, «Cristo nos pone a prueba. Y Dios no abandonará a los hombres».
La homilía concluyó con un sentido agradecimiento a Carlos Osoro y una petición al cardenal Rouco: «Ayúdele en todo lo que pueda«.