Darán gratis lo que gratis han recibido, y trabajarán con sus propias manos para no ser gravosos a nadie
(Josemari Lorenzo Amelibia).- El sacerdocio permanece vivo en numerosos sacerdotes dispensados y casados. El matrimonio y la vida profesional se lo recuerdan sin cesar. El pueblo cristiano tiene derecho al servicio de todos sus sacerdotes, casados o no. La Iglesia tiene el deber de anunciar la Buena Nueva, recibida de Jesucristo por todos los sacerdotes suyos.
Ante el hecho de la aceptación del sacerdote casado en la vida social y en la vida de la Iglesia, se estima procedente formular unos principios que puedan servir de norma para el desarrollo de la actividad pastoral, una vez aceptada su incorporación al ministerio. Podrían ser los siguientes:
1º.- Los sacerdotes secularizados, una vez incorporados al ministerio pleno, promueven un marco legal diferente al que regulan los cánones del D. C. para los célibes; dado que ya no son clérigos.
2º.- Estos sacerdotes se incorporarán al ministerio como servidores cualificados del Pueblo de Dios y en todo equiparados a los demás sacerdotes, pues lo son.
3º.- Su dependencia jerárquica será diocesana. En consecuencia, se someterán a las normas y directrices que cada Ordinario determine en su diócesis.
4º.- La incorporación al ejercicio pleno del ministerio se efectuará previo diálogo con el interesado y la consecuente información que cada obispo estime conveniente.
5º.- Los servicios que se encomienden, dependerán en cada caso de los organismos correspondientes y su previa aceptación: parroquiales, si se trata de servicios a desarrollar dentro de la parroquia; de las respectivas comisiones diocesanas (pastoral, liturgia, catequesis, etc.) si es que alguno de esos sacerdotes, por su propia preparación, han de colaborar.
6º.- Darán gratis lo que gratis han recibido, y trabajarán con sus propias manos para no ser gravosos a nadie. Por eso excluyen de su trabajo sacerdotal todo lucro y privilegio humanos, en el supuesto de que su dedicación sea parcial. Pretenden únicamente su realización sacerdotal al servicio del Pueblo de Dios.
7º.- De su eficacia o ineficacia en el ministerio, decidirá el Ordinario del lugar, según las normas establecidas por la Iglesia.
8º.- Estos sacerdotes redactarán unos estatutos de régimen interno para resolver los problemas humanos, económicos, espirituales que en su día presentarán al conocimiento y visto bueno de la Conferencia Episcopal.
Nota: Estos principios tiene plena actualidad hoy. Fueron elaborados por el eminente canonista y sacerdote secularizado, Roque Losada Cosme. Fue presentado a la conferencia episcopal española y aceptado. El cardenal Tarancón intentó ofrecerlo al nuevo pontífice Juan Pablo II, pero no lo hizo.
Comenzó entonces la involución eclesial. Esperamos que con el Papa Francisco pueda ser retomado. El artículo era más extenso. Decimos aquí lo que nos parece más destacado.
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