El Concilio tuvo mucha importancia para mí, fue sin duda una gran noticia, y la elección de Arrupe fue otra bocanada de aire nuevo
(J.B./CG36).- «El Evangelio es una llamada a la conversión de todas las culturas para afianzarlas como culturas y llevarlas a Dios. El verdadero rostro de Dios es multicolor, multicultural y multivariado. Dios no es un Dios homogéneo. Todo lo contrario». El nuevo Padre General de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa narra en una entrevista su vida, vocación y los retos de la mayor congregación masculina del mundo.
En la misma, Sosa subraya que el mensaje de Francisco «ha sido una manera de entusiasmar a la Compañía en lo que estamos haciendo – aquí y en otras muchas partes. Así como en la CG35 fue clave el discurso de Benedicto, en este tiempo Francisco nos está confirmando que estamos en la dirección propia de la misión de la Compañía. Incluso nos anima a ir más allá, como si dijera: ‘ustedes están todavía muy atrás en lo que pueden hacer’. Es el Santo Padre, con su ejemplo y con su conocimiento de la Compañía, el que continuamente nos confirma que estamos en buena dirección».
El nuevo General, que muestra su cercanía a Arrupe -«mi elección es una confirmación de la dirección que comenzó la Compañía en tiempo de Arrupe«, aclara-, cree que «La Compañía no tiene muchas dudas de cuál es su misión, pues lo que formuló la CG 32 y reformularon las siguientes ya se ha hecho sangre en nuestra gente. Podemos decir que ya sabemos lo que podemos ofrecerle a la Iglesia. El gran desafío de la Compañía de Jesús es ahora cómo nos organizamos para ser eficaces en esa misión«.
Su impresión es que «la Compañía está muy viva y que hay muchos procesos en marcha» porque «nuestra pasión está fundada en la certeza de que acompañamos a la gente con la garantía que Dios está con nosotros, ¡¡precediéndonos!!»
A lo largo de la entrevista Arturo Sosa plantea algunos de los temas claves que quiere abordar en su gobierno, en especial la colaboración. «No es una consecuencia de que no podemos solos, es que no queremos. La Compañía de Jesús no tiene sentido sin la colaboración con otros. Ahí estamos llamados a una enorme conversión, pues en muchas partes aún vivimos la nostalgia de cuando hacíamos todo, y no nos queda más remedio que compartir la misión», señala.
Sobre la multiculturalidad, subraya que «lo propio del Evangelio» es que es una «llamada a la conversión de todas las culturas para afianzarlas como culturas y llevarlas a Dios». «La creación nos está mostrando por todas partes la diversidad, cómo se complementan unas cosas con las otras. Si la Compañía logra ser imagen de esto estará siendo ella misma expresión de ese rostro de Dios».
Por último, la profundidad intelectual no es para Arturo Sosa «una cuestión de copiar modelos, sino de crear. Crear significa entender. La creación es un proceso intelectual muy arduo. Entender lo que está pasando en el mundo de hoy, en la Iglesia de hoy, poder entender la fe… es lo que nos puede dar las claves para focalizar la misión sobre la que ya hemos encontrado un gran consenso y encontrar los modos más eficaces de hacerlo».
En el encuentro, además de narrar aspectos de su infancia y su familia, de su vocación -en la que tuvieron mucha influencia los hermanos jesuitas- y su formación en la Compañía, explica momentos claves de la Iglesia que le han marcado. «El Concilio tuvo mucha importancia para mí, fue sin duda una gran noticia», y «la elección de Arrupe fue otra bocanada de aire nuevo». Además, la Conferencia de obispos latinoamericanos en Medellín fue a su juicio «un grandísimo aliento para la Iglesia latinoamericana y para la Iglesia venezolana».
De su época de Provincial destaca tres experiencias muy fuertes de construcción conjunta en red en esos años: La Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL) que nació cuando él estaba de Provincial en Venezuela; el nacimiento de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL) y el nacimiento de Fe y Alegría y su transformación en una red internacional.
Por último, de su propia elección confiesa que «el segundo día empecé a escuchar que me preguntaban a mí, o que habían preguntado por mí, el tercer día comencé a preocuparme pues ya era mucho más directo y el cuarto más todavía». El entiende su elección «como una confirmación de la dirección que comenzó la Compañía en tiempo de Arrupe. Entiendo esta elección como una confirmación de que hay que seguir por aquí. Pero yo, personalmente, soy como muchos jesuitas de mi generación».
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