Carlos García de Andoin

Pablo VI: su contribución a la democracia en España

"Pablo VI sí quiso a España, pero quería un país de libertad y respeto a los derechos humanos"

Pablo VI: su contribución a la democracia en España
Carlos García de Andoin

La elección del sucesor de Juan XXIII en 1963 sentó al régimen franquista como un jarro de agua fría

(Carlos García de Andoin, en Miradas sobre Pablo VI).- La canonización de Pablo VI este otoño va a coincidir con el 40 aniversario de la Constitución. Buena ocasión para recordar la relevante contribución a la Democracia española de este Papa. Porque sí, la transición religiosa precedió a la política y fue una de sus condiciones de posibilidad. Nuestra Democracia pertenece a la tercera ola democratizadora que teoriza Huttington, la cual encuentra en el concilio Vaticano II uno de sus principales impulsores.

La elección del sucesor de Juan XXIII en 1963 sentó al régimen franquista como un jarro de agua fría. Franco conocía al que había sido arzobispo de Milán. Éste le había escrito pidiendo clemencia por un joven libertario catalán y la respuesta del régimen fue el desprestigio a la Democracia Cristiana. Se le tachaba de «mariteniano». Ciertamente era antifascista, pues había conocido siendo capellán de la Acción Católica universitaria la persecución que ésta había sufrido por parte del fascismo italiano. Pero, sobre todo, era partidario de la democracia, en la manera como el Humanismo Integral de Maritain la postulaba. Así que el régimen le desprestigiaba diciendo «Pablo VI no quiere a España».

 

 

Miembros de ETA y el FRAP fusilados                 Fundación Pablo VI

La tensión fue máxima cuando Franco ordenó la ejecución de sentencia de muerte a dos miembros de ETA y tres del FRAP. Montini en la plaza de San Pedro ante 200.000 fieles pidió clemencia con gravedad. Franco hizo oídos sordos a su solicitud hecha «en nombre de Dios». La sentencia fue ejecutada. Pablo VI, tres días después, en la audiencia general expresó «una vibrante condena» de las ejecuciones expresando su amargura por no haber sido escuchado. El caso Añoveros, el obispo de Bilbao, también tensó las relaciones del régimen con el pontificado montiniano.

Pero más allá de los hechos concretos, lo que impulsó la transición religiosa en España como en otros países de tradición católica, fue la corrección conciliar del rumbo del titanic de la Iglesia hacia la libertad religiosa y política, basadas en la dignidad humana. Destacan tres documentos de 1965. El primero Dignitatis Humanae, el decreto de libertad religiosa, el de mayor impacto. Exigía al régimen reconocer el derecho de libertad religiosa. Fue el certificado de defunción del nacionalcatolicismo.

El segundo documento crucial fue la constitución Gaudium et Spes donde se afirma que es más conforme a la dignidad humana un orden político-jurídico basado en las libertades democráticas. Además, daba carta de legitimidad al pluralismo político de los católicos y rechazaba la represión política. El sistema autoritario español, su anomalía en Europa, quedaba en entredicho.

La tercera andanada procedió de un documento, en principio menos problemático, sobre el episcopado, Christus Dominus. En él se afirmaba la libertad de la Iglesia para el nombramiento de los obispos Iglesia. Esta cuestión acabó por convertirse en la principal causa de enrarecimiento y de enfrentamiento con el régimen. Franco no quería ceder el llamado privilegio de presentación pues quería un episcopado dócil y sometido.

Las opciones conciliares alentaron el desenganche de la Iglesia del franquismo e inspiraron la lucha contra el régimen de los movimientos laicales y del clero. Pero su papel fue especialmente decisivo en la modificación de la estructura y composición del episcopado a fin de que éste cumpliera el papel de distanciar a la Iglesia del régimen y de adecuarla a las condiciones de la sociedad pluralista. Pablo VI escribía a Franco el 31 de julio de 1973: «en efecto, no podemos ocultar a Vuestra Excelencia nuestra satisfacción al ver a la Iglesia en España empeñada en llevar a la práctica la renovación deseada por el Concilio Ecuménico Vaticano II».

Pablo VI sí quiso a España, pero quería un país de libertad y respeto a los derechos humanos. Josep Tarradellas, president de la Generalitat, dijo tras su fallecimiento: «su obra y consejos han facilitado también el restablecimiento de la democracia en nuestro país».

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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