El arzobispo de Buenos Aires presidió la procesión y misa de Corpus en la Plaza de Mayo

Bergoglio pidió a los jóvenes «no arrugarse» ni ser cobardes

El cardenal convocó a luchar contra las sustancias de la muerte, los "discursos huecos y banales" y la exclusión e inequidad.

Bergoglio pidió a los jóvenes "no arrugarse" ni ser cobardes
Misa de Corpus frente a la Catedral de Buenos Aires, celebrada por Bergoglio.

"No tengan miedo. Juéguense hasta el final. Para cosas grandes. Entreguen la vida entera como la entregó Jesús"

(Patricio Downes).- «Hay que jugarse. Si me permiten una palabra: no hay que arrugar. Un joven, una joven no tiene derecho a arrugar. La cobardía no es para ustedes, la cobardía es para los miedosos, para los pusilánimes, para los que no se animan a seguir ninguna huella y por lo tanto no quieren dejar ninguna». Con este saludo a los jóvenes que peregrinaron desde diversos puntos de Buenos Aires para celebrar el Corpus Christi, el cardenal Jorge Bergoglio comenzó su homilía.

En su homilía aseguró que «la gente sigue a Jesús. Aunque no siempre venga a las ceremonias a las que invita la Iglesia», pero mantiene su devoción. Explicó que este alejamiento del ceremonial de la Iglesia Católica se debe a que «la cultura pagana que nos invade tiende a desvalorizar nuestras tradiciones y busca reemplazarlas».

El arzobispo de Buenos Aires dijo que al aceptar el Pan de Vida, Verdad y Bien Común -Jesucristo-, los fieles le dicen no a «las sustancias de la muerte», tambièn » al palabrerío de los discursos huecos y banales; y además a «a toda exclusión y a toda inequidad;le decimos sí al Pan de la Gloria que parte para nosotros Jesús resucitado y le decimos que no a la chabacanería pagana que deja vacío el corazón!».

Pero antes mantuvo un diálogo a viva voz con los jovenes. Allì señaló: «No tengan miedo. Juéguense hasta el final. Para cosas grandes. Entreguen la vida entera como la entregó Jesús. No a pedacitos o por un tiempo. El cristiano no lleva una vida de fin de semana. La lleva plena. Esas son las huellas que tienen que dejar».

Bergoglio advirtió a la juventud que «les van a proponer un camino cómodo, un camino que no deje huellas, un camino que no los junte como hoy. Porque lo lindo de hoy es que se han juntado para dejar huellas. Y quien les propone un camino sin huellas es el demonio».

«Porque el demonio se nos mete, divide, nos pone chirles, nos pone miedo en el corazón para que no nos juguemos. Es el que nos hace arrugar frente a la vida. ¿Y saben por qué? Porque el demonio es cobarde. Es un cobarde y un castrado y nosotros no seguimos a ningún castrado. Seguimos a Jesús que marcó las huellas para toda la vida», subrayó el arzobispo primado de la Argentina.

«Esto acontece también hoy. La gente sigue a Jesús. Aunque no siempre venga a las ceremonias a las que invita la Iglesia, porque la cultura pagana que nos invade tiende a desvalorizar nuestras tradiciones y busca reemplazarlas, pero el pueblo fiel de Dios continúa escuchando la voz de su Buen Pastor y lo sigue», señalò.

El cardenal se refirió a las ocasiones en que la religiosidad popular apunta a pedir pan, trabajo, salud… «y las promesas con que nuestro pueblo acude al Señor además de constituir necesidades verdaderas, son como excusas lindas que tiene nuestra gente para estar cerca de Jesús».

«El pueblo fiel de Dios sigue deseando con hambre verdadera a Aquel que es su Pan de vida. Lo vemos porque cuando alguien habla con el pan de la verdad, como Jesús, dando testimonio con su vida, nuestro pueblo le cree», dijo.

Mencionó la religiosidad que venera a «Ceferino, el cura Brochero, don Zatti, la Mamá Antula… Cuando alguien pone en práctica los gestos de Jesús y comparte el pan de la misericordia y el pan de la solidaridad, nuestro pueblo lo reconoce y le ofrece su colaboración, como vemos que sucede en torno a la gente buena que ayuda a los demás».

La expresión de fe pública comenzó por la mañana con una marcha juvenil por la ciudad que convergió en plaza Miserere, en el barrio de Once, y desde donde siguió en una columna hasta plaza Lorea, frente al Congreso.

Allí, Bergoglio animó a los jóvenes a «no arrugar» ni a tener miedo de dejar huellas en la vida, pero les sugirió tener cuidado con el «demonio» que propone «un camino sin huellas, que nos divide, nos pone chirles, nos pone miedo en el corazón para que no nos juguemos».

«Ustedes quieren como Jesús dejar las huellas de la radicalidad, con toda el alma, con todo el corazón, con toda la vida, o quieren caminar cómodamente toda la vida sobre una cinta transportadora como una especie de desfile de modelos», interpeló a la multitud de jóvenes, que respondió un sí a los gritos.

Bergoglio siguió junto a la multitud hasta la Plaza de Mayo, donde presidió la misa que significó además la clausura del Año Sacerdotal en la arquidiócesis de Buenos Aires.

Al concluir la ceremonia concelebrada por los obispos auxiliares porteños, Bergoglio renovó la consagración de la ciudad y de la arquidiócesis a Nuestra Señora de Luján, para luego encabezar la procesión tradicional con el Santísimo Sacramento alrededor de la Plaza de Mayo.

La custodia que guarda la hostia consagrada fue llevada por un grupo de sacerdotes, seguida por la Archicofradía del Santísimo Sacramento, los abanderados de los colegios católicos, los seminaristas porteños, los jóvenes y el resto de la feligresía presente. Entre ellos, estuvo el director general de Cultos porteño, Federico Suárez, en representación de Mauricio Macri.

La pública expresión de fe, que este año llevó por lema la frase evangélica «Tomen, esto es mi Cuerpo», culminó con la multitud entonando el Himno Nacional Argentino y Bergoglio impartiendo la bendición eucarística.

 

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