Cada hombre y cada mujer deben llevar el plan a su casa para su familia dignamente y para ello se debe generar una cultura del trabajo
(Patricio Downes, corresponsal en Argentina).- El flamante arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, asumirá este domingo (24 de agosto) el gobierno de una Iglesia local cuya comunidad ha sido golpeada por una inédita crisis de violencia y muerte ocasionada por el narcotráfico. Se ha propuesto, reveló a Religión Digital en exclusiva, trabajar con entidades católicas y no religiosas que aporten su ayuda para auxiliar a los adictos a las drogas, crear escuelas en los barrios más pobres y «salir a la periferia» como pide el Papa Francisco.
También pidió a los empresarios y a los sindicatos defender las fuentes de trabajo, en riesgo debido a la crisis económica argentina.
Precisamente el Papa «intervino» esta arquidiócesis, ubicada en el segundo conglomerado humano de la Argentina y puerto sobre el río Paraná de la más rica región productora de soja y del mayor complejo agroindustrial argentino. El obispo Martín, hijo del inmigrante gallego Eliseo Martín, y de Juliana Downes, de una familia de inmigrantes irlandeses, proviene de Venado Tuerto en el sur de la provincia de Santa Fe, a 150 kilómetros de Rosario.
En el plano de la organización religiosa Rosario padeció problemas de administración y de relaciones que determinaron al Papa Francisco a desplazar a su arzobispo José Luis Mollaghan, antiguo colega del pontífice como obispo auxiliar de Buenos Aires. En su lugar, Francisco nombró a Eduardo Martín Downes, quien era obispo de Río Cuarto, en la provincia de Córdoba, la zona central del país.
El jueves, a tres días de la asunción del nuevo arzobispo, unas 8.000 personas según el diario Clarín se reunieron para reclamar más seguridad en Rosario, frente al Monumento a la Bandera donde este domingo se hará la misa de toma de posesión de Martín.
«Rosario, ciudad liberada» se leía en un cartel. «Basta de inseguridad e impunidad»; «Están matando a nuestros hijos», se leía en otros durante la marcha impulsada por las redes sociales y familiares de las víctimas. Ese mismo día, un nuevo asesinado elevó a 168 los crímenes cometidos este año. En 2007 se contabilizaron 113 y el año pasado 264: un aumento del 134 por ciento.
– Ha comentado, antes de asumir, que visitará cada rincón de la Arquidiócesis de Rosario.
– Dios me dio como el salir al encuentro, lo mismo que he hecho acá (en Río Cuarto) donde de las 52 parroquias, estuve en 49 quedándome 6 días en cada una y espero en Rosario hacer algo parecido aunque es mucho más grande. Mi deseo es trabajar acercando la Iglesia y a Cristo a través de la presencia del obispo, por supuesto con la colaboración de los sacerdotes.
– Precisamente, Rosario afronta una ola de violencia por el narcotráfico.
– Sí, del narcotráfico, que es tremendo porque hay violencia y hay muertes además de las secuelas de la droga. Hablan livianamente de la legalización de la droga pero hay que ir a visitar los lugares de recuperación de los drogadictos donde uno ve las consecuencias nefastas. Por eso necesitamos una evangelizadora más incisiva. El desafío nuestro es una acción evangelizadora más incisiva, pero esperanzadora, porque si los jóvenes de Rosario abren su corazón al anuncio del evangelio y se produce la conversión de los corazones, entonces ven que la vida merece la pena vivirse, y ahí está nuestra tarea más específica. Se puede cooperar en superar flagelos.
– Se dice con frecuencia que no existen «drogas blandas» porque todas conducen a lo mismo.
– Claro, porque de las blandas pasan a las duras y no se frenan en un punto. En eso, los humanos tenemos un acostumbramiento similar al de los animales, como a un perrito al que si das de comer cada día, al otro vuelve y luego pide más. Las adicciones son así: siempre piden más, nunca menos. Y en Rosario, entre otras, ya la Asociación Nazareth, que conduce el doctor Luis Ferrigno y cuya casa conocí en Río Cuarto, también trabaja en la arquidiócesis. Tienen una casa de recuperación en Cañada de Gómez, cerca de Rosario, y ya les confirmé que en Semana Santa quiero ir allí para vivir con ellos una jornada en la Pascua.
– Además, se da ahora la impronta que Francisco puso a la acción pastoral.
– Bueno, yo creo que Francisco, por un lado, confirma lo que en la diócesis (de Río Cuarto) estábamos haciendo y da un impulso más fuerte a una Iglesia en salida al encuentro de la periferia. La idea de salir es un signo e indicador para toda la Iglesia y significa que en la diócesis, pueda cumplirlo cada párroco en su parroquia, cada grupo, para no quedarse adentro y salir a comunicar la fe porque la fe que no se comunica se muere. Además, la idea es multiplicar las obras de caridad con presencia en los ambientes más necesitados y Dios quiera que la Iglesia pueda multiplicar las obras de caridad.
– ¿Qué piensa del momento que atraviesa Argentina en cuanto al trabajo? Ya la Pastoral Social del Episcopado, que Usted integra, se ha pronunciado con preocupación.
– Hoy en día estamos en un momento de descenso del trabajo y existe más gente con miedo de perderlo. En Rosario es una hora de gran responsabilidad, de los empresarios y de los gremios, en cuanto a la tarea de preservar las fuentes de trabajo y terminar con esa lacra que es el trabajo en negro y que en la Argentina es grande y no es bueno ni saludable. El trabajo digno y la educación son los dos ejes sobre los que debemos atender, especialmente a los más pobres.
– La estructura educativa de la iglesia rosarina es amplia, ¿piensan aumentarla?.
– Los padres lasallanos me contaron que tienen un proyecto para hacer colegios en los lugares periféricos. Ese es un punto donde debemos poner el acento, con una iglesia que vaya a los barrios pobres y funde escuelas allí. Es un desafío grande, pero como sueño vale la pena. Al lado de la escuela, los barrios pueden tener centros educativos como un gran aporte a la promoción humana y a la superación de la pobreza y a construir fuentes de trabajo, que es muy importante. Porque solo con los subsidios y los planes (de ayuda social) no alcanza. Es muy duro decirlo, pero dar esos planes es como decirle a la persona ‘no servís para nada, sos un cero a la izquierda, tus manos no sirven, pero como para no te mueras de hambre te damos esta plata para que comas’, y eso no debe ser así. Cada hombre y cada mujer deben llevar el plan a su casa para su familia dignamente y para ello se debe generar una cultura del trabajo