Como dice el Papa Francisco, y se le entiende todo, nadie podría decir que se mantiene lejos de los pobres para ocuparse de otros asuntos
(Jesús Bastante).- Medio millar de personas celebraron los cincuenta años del Instituto de Pastoral. «Un reto estimulante y las ganas de seguir hacia adelante, buscando nuevas rutas para anunciar el Evangelio», según subrayó en la presentación de las Jornadas de Teología y Pastoral su coordinador, Juan Pablo García Maestro.
«Tengo la esperanza de que rompamos con el exclusivismo en la Iglesia. No estamos para guerras estériles, sino para afianzarnos a los pies de todas las cruces y empeñarnos de verdad en ser uno para que el mundo crea», subrayó en su intervención José Luis Segovia.
En la misma, trazó una reivindicación de la labor llevada a cabo por el ISP en el último medio siglo, superando «cruces e incomprensiones», para continuar construyendo una Iglesia en primera persona del plural, volcada en los pobres y en la misericordia. Con el mismo programa del Papa Francisco. Unos buenos mimbres en España para la renovación de la Iglesia.
Jacinto Núñez, responsable de la Facultad de Teología de la Upsa, saludó los cincuenta años del Instituto de Pastoral. «Para nosotros el Instituto es un motivo de satisfacción y de orgullo«. Hoy también se cumplen 25 años de estas jornadas de Teología Pastoral. Con este motivo, Núñez hizo suyas las palabras de Francisco por «primerear», por «saber dónde está Dios abriendo caminos nuevos».
Este es «el espíritu de estas jornadas», cuyo lema son «50 años de futuro». «Esta no es una historia que ha terminado, sino una oportunidad de abrir caminos de futuro y esperanza».
Juan Pablo García Maestro, coordinador de la semana, presentó los objetivos de la misma. «La Iglesia necesita de la pastoral para hacer visible el mensaje del Evangelio en un contexto que pareciera condenarlo a la irrelevancia».»Dios sigue estando presente en el aquí y el ahora, especialmente entre los más pobres y excluidos», añadió. El ISTP «sigue dispuesto a afrontar todos los retos que nos plantee la Iglesia», subrayó Maestro.
¿Cuáles son las principales aportaciones del ISP a la Teología y Pastoral de la Iglesia? ¿Qué aporta la fe a la secularización? ¿Ha habido una irrupción real del pobre en la Iglesia? ¿Qué esperan los no creyentes de la Iglesia actual? ¿Qué desafíos se presentan a la Iglesia para avanzar en corresponsabilidad y ministerialidad? Son algunos de los retos que se afrontarán en estos días.
¿Qué pasó en el futuro?, fue el lema de la conferencia de José Luis Segovia, director del ISP, encargado de la ponencia inaugural. Una charla en la que quiso hacer memoria «del presente y del futuro» de una institución, y de la aportación de la ISP a la pastoral en la Iglesia española.
«En el ‘es’ del presente, y sobre todo en el ‘será’ del futuro se configurará nuestra vida y nuestra salvación«, recalcó Josito, incidiendo en que es necesario hacer balance, y mirar hacia el pasado, pero orientándolo siempre hacia el presente y el futuro, porque «Dios es el presente de nuestra historia». Y, parafraseando a Rahner, señaló cómo «Dios es nuestro inmediato y deseado futuro».
Segovia hizo un breve repaso de la vida del Instituto en sintonía con la historia reciente de la Iglesia española. Ayer y hoy, cuando todavía se culpa al Concilio de los males de la secularización y el abandono de muchos fieles, «cuando han sido más los años de crítica al Concilio que de su aplicación«.
Citó Josito a los cardenales que en su día pasaron por estas aulas, desde Rouco a Sebastián, pasando por Cañizares o Estepa, y por otros grandes hombres, que no alcanzaron el episcopado, tales como Julio Lois o Juan Martín Velasco.
Segovia recordó cómo hace 25 años, la Secretaría General del Episcopado recomendaba a los obispos que enviaran a sus seminaristas y sacerdotes a estudiar al ISP. «Dudo mucho que hoy pudiera suceder lo mismo«, bromeó, señalando el «cambio de clima» en el último cuarto de siglo, coincidiendo con el giro de poder en la Iglesia española. Esto podría justificar «los escasos avances y la nula significatividad de cara a la opinión pública» de la Teología española por el descenso en el número de alumnos en España. Pero no así en el ISP. ¿Por qué?
«Lo que cambió fue el público. Ya no se trataba de formar en el espíritu conciliar a los párrocos, sino hacerlo con los laicos», recordó Segovia, agradeciendo la iniciativa de Juan Martín Velasco. Los laicos y los religiosos son, hoy, el alma mater del ISP. «Ha cambiado el perfil pero no han cambiado las cifras absolutas».
La incorporación de hermanos y hermanas africanos «ha ido tiñendo de negro nuestras aulas. ¡Ole por ellos! Estamos muy orgullosos de poder contribuir a la formación de los agentes de pastoral de este continente largamente olvidado».
Desde siempre, el ISP trabajó por la renovación litúrgica, teológica y pastoral, desde la religiosidad popular a la Teología de la Liberación, con Lois, Burgaleta, Velasco o Corzo. «Hacer teología y pastoral Aquí, Ahora, Con Estos… y desde hace años, Con Aquellos, también con los más alejados», en un intento de que la Iglesia «se ponga a la escucha del mundo». Y es que «el Reino no se agota en la Iglesia«, subrayó, con el enfoque de la Mater et Magistra. «Vez, juzgar y actuar».
En cuanto a los 25 años de las jornadas, Segovia destacó tres ejes: Dios, la Iglesia y el mundo. En este punto, José Luis sintetizó cómo «la Iglesia no ha sabido afrontar los procesos de secularización e indiferencia«, y apuntó la sintonía total con el pontífice actual, al subrayar el desafío de la reforma en la Iglesia, «incorporado al programa del Papa Francisco», y la opción por los pobres, «como dice el Papa Francisco, y se le entiende todo, nadie podría decir que se mantiene lejos de los pobres para ocuparse de otros asuntos». Finalmente, afrontar el desafío de «crear nuevas comunidades cristianas».
«Acogemos con una gran esperanza el principio de pastoralidad del Papa Francisco» resumió Josito, haciendo balance. «De una Iglesia que se replegaba hacia lo identitario y una interpretación minimalista del fenómeno conciliar, con cierta asfixia en lo pastoral», hasta el presente, la esperanza cierta de ser «un auténtico oasis de paz y libertad, bálsamo personal y comunitario, en la Iglesia española».
«El futuro viene lento, pero viene», aseguró Josito, incidiendo en que «quedarnos junto al brasero recordando al pasado supondría negar la posibilidad de futuro». De ahí la necesidad de «crear comunidades de futuro y de esperanza, sin colmillos retorcidos, que apuestan por beber cada día de la fuente refrescante del Evangelio«. Parece que «el paso por el ocultamiento y en algunos casos por la cruz, es necesario para que fructifique el Reino».
Paciencia, virtud y esperanza. Ésta es la receta seguida por el ISP durante los años de invierno. «El futuro no está escrito en las estrellas, lo podemos soñar entre todos»: ¿y cuáles son estos? «Una cristianía personalizada, en la que cada creyente pueda decir que Cristo es mi salvador y esa Iglesia soy yo», vivido desde un Cristianismo que sea capaz de «aunar radicalidad evangélica y ternura, mística y compromiso», una Iglesia que viva los mismos sueños que Francisco. «No dejar las cosas como están».
Luchando por «una Iglesia pobre y para los pobres, una Iglesia misionera y donde los derechos de los pobres sean reconocidos». Del mismo modo, invocó «retomar la fructífera relación con nuestros obispos» algo «especialmente importante para un centro que es de la Upsa, que es la Universidad de la Conferencia Episcopal española«. «Algo estamos avanzando», añadió.
Ante el «descoloque» en que «nos ha colocado el Papa», que a algunos ha cogido «con el pie cambiado», Segovia intuyó que el ISP «está llamado a hacer llegar la recepción del programa franciscanos igual que lo hicimos en la recepción del Concilio».
«Tengo también la esperanza de que rompamos con el exclusivismo. No estamos para guerras estériles, sino para afianzarnos a los pies de todas las cruces y empeñarnos de verdad en ser uno para que el mundo crea». Sin esto, «ni la nueva evangelización ni la novísima evangelización serán posibles».
Las jornadas continuarán esta tarde con una mesa redonda de antiguos alumnos y profesores, como Alvaro Ginel, Juan Martín Velasco, Maruja Luján o Juan Carlos Guerrero, y la ponencia «Experiencias de fe en la secularidad radical», por parte de Pedro José Gómez Serrano. El miércoles estará marcado por la vertiente social, con la intervención del secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, y el jesuita Daniel Izuzquiza. Las jornadas concluirán el jueves con una ponencia de María Dolores López Guzmán (Vivir el Evangelio en la cotidianidad) y la clausura por parte del obispo auxiliar de Barcelona, Sebastiá Taltavull.