Tuve la oportunidad de pronunciar la primera ponencia sobre "La reforma de Francisco", en la que desglosé las que son, a mi juicio, las claves de su primavera
(José M. Vidal).- Llevan 29 años convocando su Foro Encrucillada. Pero la revista Encrucillada y lo que representa se viene publicando desde muchos años antes. Son de los creyentes que han vivido en la mística de la resistencia activa durante el invierno eclesial y actuaron de parteras de la primavera de Francisco. Al igual que el Concilio pastoral gallego, cuyo paralelismo con la Evangelii Gaudium es absolutamente profético y sorprendente.
En el precioso y funcional auditorio Abanca de Santiago de Compostela, en una calle con un nombre tan poético como Preguntoiro, se celebró el sábado 18 de octubre el XXIX Foro Encrucillada sobre ‘La Iglesia gallega y el Papa Francisco». Con más de 300 asistentes y un panel de conferenciantes, que pusieron en evidencia la relación de Francisco y de su primavera con Galicia.
La presentación corre a cargo de José Manuel Pensado, enmarcando la relación del Papa Francisco con el Concilio pastoral de Galicia, cuya preparación comenzó de 1968 a 1974 y se desarrolló desde este fecha hasta 1978. Un Concilio, que, como después demostrará Xulio Andión, el prestigioso pastoralista de Vigo, es de una actualidad profética extraordinaria.
Antes, tuve la oportunidad de pronunciar la primera ponencia sobre «La reforma de Francisco», en la que desglosé las que son, a mi juicio, las claves de su primavera: descongelar el Concilio, cambiar el paradigma del papado, cambiar el estilo y el lenguaje, pasar de la doctrina al Evangelio, poner en marcha la revolución de la misericordia y un tsunami de esperanza eclesial y social. Con un programa y una hoja de ruta plasmado en la ‘Evangelii Gaudium’, que trata de convertir a la Iglesia en la Casa del Padre.
Una revolución en la que, a mi juicio, lo más complicado es «cambiar la propia Iglesia». Una reforma que está encontrando resistencias fuera, pero sobre todo dentro de la propia institución. Pero aún así, una reforma imparable, porque el Papa «se sabe revestido de una misión providencial» y porque «nadie puede detener la primavera en primavera».
A continuación, Xulio Andión demuestra fehacientemente y paso a paso que muchas de las incidencias y de las claves de la primavera de Francisco están ya en el Concilio pastoral de Galicia. «Si el Concilio Vaticano II estaba en el congelador, como decía Vidal, el Concilio de Galicia estaba en el polo norte, dejado de la mano de Dios». Y a partir de ahí, el cura gallego se pregunta: «¿Sigue vivo? ¿Hay algunas propuestas de ese Concilio que continúan vivas?»
Y, con precisión de avezado pastoralista, va demostrando los retos y tareas del Concilio gallego y el paralelismo con la Evangelii Gaudium de Francisco. Desde las perspectivas catequéticas, hasta el compromiso de «valorar la lengua y la religiosidad gallegas» o «prestar atención a los sectores más desfavorecidos».
Lo que el Papa llama «salir a las periferias, irradiar la alegría de Cristo, romper los esquemas aburridos, volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio o comunicar con el corazón y al corazón de la gente, sin miedo a mancharse con el barro del camino».
El concilio gallego propone asumir la espiritualidad laical, comprometerse en la realización de una sociedad mucho más justa, vivir la dimensión comunitaria de la fe, ejercer la denuncia profética, crear consejos participativos, promover la lengua gallega, comprometerse en los conflictos sociales rechazando la violencia o prestar atención especial a la realidad de la emigración.
En esta misma órbita, el Papa Francisco prefiere «una Iglesia accidentada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma«, no quiere una Iglesia obsesionada por ser centro. Quiere una Iglesia que supere la acedía paralizante, que promueva la formación de los laicos, con el indispensable aporte de la mujer y con presencia femenina en los ámbitos de decisión eclesial.
Otro reto propuesto por el Concilio gallego es celebrar con amor y esperanza, cuidar los sacramentos, acomodar las celebraciones, instituir ministerios laicales, y promover la utilización apropiada de la lengua gallega. Y, en la misma línea, el Papa apuesta por una liturgia que sea adoración festiva, que dé esperanza, que no se encierre en la negatividad, y encontrar juntos los recursos para al propuesta del Evangelio.
El Concilio gallego apostaba por curas que sean signos de Cristo, que vivan la realidad concreta de su pueblo, comprometidos con el hecho gallego, consumidos por la fe, sembradores de esperanza, desprendidos y pobres y dedicados especialmente a los humildes y a los pobres, servidores de la comunidad, con capacidad de denuncia profética sin violencia, y de superación del capitalismo, de la desilusión y de la desgana.
Los ecos ya antiguos del Concilio gallego resuenen en Francisco, que invita a que la Iglesia no se encierre en las estructuras y en las normas que nos tornan jueces implacables. Y que quiere curas que hagan la Palabra carne en la propia existencia concreta.
El Concilio gallego también abordó la dimensión social y pedía, ya entonces, una urgente reforma estructural social que favoreciese la promoción de nuestro país, que superase el sentido fatalista del hombre gallego, que valorase la profesión de agricultor, que promocionase la vida comunitaria, que fomentase la vida asociativa, y que emprendiese una tarea de formación socio-política y de atención preferente de la Iglesia a los marginados…
El Papa, por su parte, según Xulio Andión, quiere cambiar el mundo, superar los riesgos del consumismo, promover la inclusión social de los pobres, instrumento de Dios para su liberación y promoción, optar por los últimos, descubrir a Cristo en los pobres, ser sus amigos, escucharlos e interpretarlos.
Es decir, que los pobres se sientan en nuestras comunidades como en su casa y que la dignidad de la persona sea el centro de la política. Una vez más, el paralelismo con la exhortación del Papa es evidente y alienta a una etapa evangelizadora audaz, a trabajar cargados de alegría, llenos de coraje, incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa.
O dicho de otra forma, «realizar la misión como una pasión por Jesús y por el hombre, integrarnos a fondo en la sociedad, compartiendo la vida con todos, convencernos de que no se pierda nada de lo realizado por amor: no se pierde ninguna dolorosa paciencia».
Los desafíos de futuro de la Iglesia gallega
La ponencia de la tarde estuvo a cargo del sacerdote gallego, Andrés García Vilariño, sobre ‘Los desafíos de futuro de la Iglesia gallega’. Según el cura, párroco en A Courña, hemos pasado del «magisterio de Benedicto XVI al ministerio de Francisco», según el cual «la alegría de la fe es una pro-vocación y una interpelación desafiante frente a la creciente deshumanización».
A su juicio, «el peso social de la religiosidad seguirá mermando. El proceso de secularización se verá acelerado por el proceso del sacramentalismo y por la decepción de muchos que esperaban de la Iglesia una posición más clarividente».
García Vilariño sostiene que vamos hacia una Iglesia en salida. Una Iglesia que primerea, que se involucra, que acompaña, que fructifica y que festeja. Pero, para eso, es necesario romper convencionalismos y mostrar limpiamente la fe; tomar la iniciativa y desafiar al mundo con la fe pascual, y recuperar la alegría de la pascua en la experiencia de fe.
Eso implica un «cambio en la mirada». Porque, «una Iglesia en salida tiene que mirar hacia afuera, hacia los demás. Mirar la vida, dado que la opción por los pobres es una exigencia constitutiva del Evangelio«.
También invitó García Vilariño a construir una liturgia más creativa, a «okupar los lugares de participación y ser desokupas, porque el cristiano de hoy, además, de místico es sinodal y hace camino con los otros, o no es.
La revista Encrucillada
Antes de comenzar la sesión de la tarde, los organizadores presumieron (y con razón) ante la asamblea de las «bondades» de la revista Encrucillada, que se viene editando desde hace 37 años ininterrumpidamente. Y que tiene un largo pasado y un prometedor futuro. Una revista que sigue editando, en estos momentos de penuria lectora, más de 1.000 ejemplares, que llega a todo el mundo, sin subvención alguna ni pública ni privada y con uno de los precios más bajos del Estado (22 euros) para este tipo de publicaciones.
El Foro terminó a las 18:00 con el concierto de ‘Mini e Mero’, en homenaje a Díaz Castro. Y con una cita de los creyentes gallegos comprometidos con la primavera de Francisco para el Foro del próximo año que hará el número XXX. Un número redondo. Como redondo es su compromiso. El compromiso de las «parteras» gallegas de la primavera de Francisco.