Domenico Mogavero encarga una túnica al diseñador italiano

El obispo se viste de Armani

"Armani nos ha hecho un favor porque adora nuestro terruño"

El obispo se viste de Armani
Domenico Mogavero, vestido de Armani

Sin encomendarse a Dios ni al diablo, ha asumido esta misma semana el papel de maniquí en el patio de una humilde iglesia

Dicen en la Conferencia Episcopal italiana que tampoco es para tanto… Ni se ha puesto cuello de armiño ni arrastra una cola roja de siete metros. Ya no se lleva y, además, resulta que Domenico Mogavero ejerce como obispo. ¡La etiqueta es la etiqueta! La pompa de los cardenales (también llamados ‘príncipes de la Iglesia’) no se encuentra al alcance de los sacerdotes, por mucha categoría que tengan. Es precisamente el caso de monseñor Mogavero, obispo en una preciosa isla italiana llamada Pan- telaria. Lo cuenta Isabel Urrutia en Diario Montañés.

Así pues, este prelado risueño y de muchísimo carácter -que lo mismo le canta las cuarenta a Berlusconi que a Gadafi- se ha conformado con una túnica de seda verde, diseñada por Giorgio Armani, que se mantiene fiel a la liturgia y el protocolo. Nada de brillos fulgurantes o pedrería incrustada. Solo símbolos cristianos como la vid, el trigo y las conchas. Más un guiño a la ínsula: las estrellitas de mar le han quedado muy coquetas.

«Armani nos ha hecho un favor porque adora nuestro terruño. Veranea aquí desde hace muchísimos años y es un vecino muy querido. Nos hemos beneficiado de su originalidad en servicio de la fe y, en última instancia, de Dios», explica este obispo pinturero, de 64 años, perfil patricio (por la nariz marcadamente aguileña) y «hechuras muy proporcionadas para su edad». Así definen a Domenico Mogavero los sastres eclesiásticos de Roma, que son los que mejor conocen las medidas que gasta la curia vaticana. Estos profesionales forman un círculo muy reducido y cargado de historia: los Gammarelli y los Mancinelli se reparten casi todo el negocio en la Ciudad Eterna. No cabe duda de que lleva mucho tiempo ganarse la confianza de unos clientes que se visten para mayor gloria de Dios.

El clan de los veteranísimos Gammarelli ha cumplido más de dos siglos a los pies del Vaticano, recogiendo dobladillos y abriendo brecha con modelos tan vanguardistas como la sotana isotérmica. Pues bien, ahora resulta que la alta costura ha metido la tijera y -quién sabe- puede que la moda talar comience a llamar la atención de esos grandes nombres, ya sean Óscar de la Renta o Yves Saint Laurent, que hacen historia en las pasarelas. Es un suponer. Por ahora, toda la atención se la ha llevado monseñor Mogavero, presidente para más señas de la Comisión para Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal italiana. O sea, que conoce muy bien sus límites.

Sin encomendarse a Dios ni al diablo, ha asumido esta misma semana el papel de maniquí en el patio de una humilde iglesia. Los feligreses (y sobre todo ellas) le han dado el visto bueno y nadie se ha hecho cruces.

Mogavero se ha limitado a presidir una liturgia de acción de gracias, con motivo de la inauguración de un templo, y entre oración y oración seguro que se alegraba por el efecto que producía su atuendo. Sin más. Nadie se ha atrevido a afear el diseño de un modisto que ha amasado, en los últimos 40 años, una fortuna de 7.000 millones de dólares y que no vacila en trabajar gratis para la Iglesia. Armani es un mito en Italia, casi tanto como su amiga Sofía Loren, otra septuagenaria que no se recluye en casa para hacer calceta.

Las estrellas de Hollywood -como Richard Gere o el propio Mel Gibson en sus años álgidos- se lo rifan y puede que ahora suba todavía más su cotización. La Santa Sede, aunque parezca mentira, tiene arrastre en la meca del cine. La puesta en escena del rito religioso no solo llamaba la atención de Gregory Peck, un galán de 1,90 al que le sentaba divinamente la sotana. Dos películas como ‘Las llaves del Reino’ o ‘Escarlata y negro’ habrán despertado la vocación de más de un cinéfilo. Es lo que tiene el siglo XX y, sobre todo, el XXI. Los tiempos cambian.

Sin ir más lejos, los parroquianos de Mogavero hace mucho que abandonaron el riguroso negro, que tan lucido quedaba en la saga de ‘El Padrino’. ¡Renovarse o morir!

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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