Henry Kissinger no pudo llegar a presidir los Estados Unidos porque no había nacido en el país.
Sin embargo, no le hizo falta llegar a ocupar la presidencia para ser el político más influyente del país y por extensión del ámbito occidental. Kissinger nació hace 100 años en Alemania, que entonces era la República de Weimar.
Un siglo en el que han cambiado las fronteras, se han alzado y derrocados sistemas totalitarios y no ha habido una década sin una guerra. Un siglo inevitablemente marcado por la figura de este judío alemán que huyó a Nueva York junto a su familia en 1938, cuando el nazismo estaba en su máximo apogeo.
Estudió y se doctoró en Harvard donde ejerció la labor académica durante 17 años. Fue en los años sesenta cuando dio el salto a al arena política. Obsesionado con los equilibrios de poder, las conexiones internacionales y la denominada ‘realpolitik’, para muchos fue el creador de la política internacional estadounidense y exportador de la democracia liberal y, para otros, una figura controvertida vinculada a la creación de conflicto bélicos para mantener el status quo. También un icono de la imagen de poder.
Incluso empezó a usarse con la expresión ‘erótica del poder’ a raíz de que una de sus entrevistadoras, la periodista Nancy Maginnes se enamoró de él y protagonizaron una mediática boda en 1974.
Otra de las periodistas que lo trató, la mítica Oriana Fallaci llegó a denominarle el ‘Doctor Strangelove’ por su capacidad de mezclar el éxito en la vida mundana con la capacidad maquiavélica para controlar la geopolítica internacional.
La charla con la italiana llegó justo cuando la habían concedido el Premio Nobel de la Paz tras conseguir el alto al fuego en Vietnam, una auténtica sangría para Estados Unidos que generó multitud de movimientos sociales en el propio país en contra de la intervención armada. Aunque hubo quien pidió que Kissinger devolviera al galardón, él siempre defendió esta labor como uno de sus grandes logros diplomáticos.
A la sombra de dos presidentes
Fueron los 60 y los 70 los años de máxima exposición política de Kissinger. Obtuvo la confianza de dos presidente, los republicanos Richard Nixon y Gerald Ford, para ser Secretario de Estado y por lo tanto dirigir la política exterior y de seguridad y defensa de los Estados Unidos. Unos años de especial importancia por la incursión armada del país en Vietnam. Una decisión que había tomado el presidente Lindon B. Johnson en 1964.
También a él se le adjudica la decisión de provocar la cercanía entre la China de Mao Tse-Tung con la administración americana. El encuentro entre el dictador asiático y el presidente Nixon en 1972 está considerado uno de los grandes hitos de la historia de la diplomacia política. Una imagen que dio la vuelta al mundo y que, de facto, ponía de manifiesto el cambio de alianzas en la geopolítica mundial.
La ‘Operación Cóndor’
Sin duda, la parte más compleja de su biografía es el papel que se le adjudica en la creación de dictadoras en el Cono Sur. Muchas teorías denominan a la injerencia estadounidense en la política local de algunos países. Así, muchos vieron la mano de Kissinger tras el Golpe de Estado de Pinochet en Chile el 11 de septiembre de 1973 o de Alfredo Stroessner en Paraguay.
También su cercanía con Sha de Persia o la Filipinas del matrimonio Marcos fue puesto en cuestión. Así como la invasión de Indonesia en Timor Oriental o la incursión militar de Sudáfrica en Angola.
Siempre influyente
Aunque en 1976 abandonó el número dos de la Casa Blanca con la llegada a la presidencia de Jimmy Carter, Kissinger nunca abandonó la relevancia pública y la influencia en la política exterior estadounidense. Asesor de varias empresas, se convirtió en un conferencias a precio de oro y autor de diversos libros.
Tuvo la habilidad de que no le salpicase el escándalo Watergate que provocó la dimisión de Nixon, el único presidente norteamericano en hacerlo, y, además, mantener su puesto como Secretario de Estados con el que hasta entonces ocupaba la Vicepresidencia Gerald Ford.
A pesar de las sombras de su biografía siempre fue considerado una persona de relevancia a la que recurrir en momentos de crisis y así los hizo George W. Bush tras los atentados del 11-S en Nueva York. Kissinger le recomendó la invasión de Afganistán en respuesta al atentado.
Con 100 años recién cumplidos hasta casi el final de su vida mantuvo su actividad. Así, en el verano de 2022 visitó Pekín y fue recibido por Xi Jinping con honores casi de Estado. Una visita medio siglo después de que el propio Kissinger cambiara las relaciones entre Pekín y la Casa Blanca, dando un vuelco a la geopolítica mundial.