Bestial.
Violencia a raudales.
Salvajismo a tope.
Lo que debía ser una noche inolvidable para los hinchas del Paris Saint-Germain, tras conquistar por fin su primera Champions League, terminó convertida en una de las jornadas más negras que se recuerdan en la capital gala y varias ciudades del país.
El 1 de junio de 2025 pasará a la historia del fútbol francés tanto por el éxito deportivo como por el caos social que se desató durante las celebraciones.
La euforia por el contundente 5-0 ante el Inter de Milán se vio rápidamente eclipsada por una oleada de disturbios, enfrentamientos violentos y tragedias personales.
En total, al menos dos personas perdieron la vida —un joven apuñalado en Dax y una mujer arrollada en París mientras conducía su moto— mientras que los incidentes dejaron un balance provisional cercano a los 600 detenidos y casi 200 heridos, entre ellos una veintena de policías.
La imagen internacional del fútbol francés vuelve a quedar tocada por episodios violentos que parecen enquistados a cada gran cita.
Y en el centro de las bestiales algaradas, como casi siempre, bandas de magrebíes.
Paris, France! North African gangs set vehicles on fire, blocked roads, violence, shops looted, vandalism, horrific scenes after PSG won the Champions League. A man stands with a Palestinian flag in his hand. Islamic mob pic.twitter.com/eEyl2OH9ZA
— Kalu Singh Chouhan (@kscChouhan) June 1, 2025
Antecedentes: aviso de tormenta
La tensión ya venía gestándose desde semanas antes.
Las semifinales frente al Arsenal dejaron medio centenar de arrestos y un ambiente crispado entre radicales y fuerzas del orden.
Los responsables policiales habían advertido sobre la posibilidad de disturbios, desplegando a más de 5.400 agentes solo en París y blindando lugares emblemáticos como los Campos Elíseos, donde se instalaron pantallas gigantes para seguir la final.
Pero ni el refuerzo del dispositivo pudo evitar que la situación se descontrolase.
Desde antes del descanso ya se registraban enfrentamientos con encapuchados lanzando pirotecnia y objetos contundentes contra los antidisturbios.
La tensión escaló tras el pitido final: saqueos en comercios de lujo, incendios provocados —más de 46 vehículos ardieron solo en París— y cargas policiales con gases lacrimógenos se sucedieron hasta bien entrada la madrugada.
Salut à tous.#Félicitations à #PSG… ou condoléances ?
Victoire ou défaite, toujours les mêmes violences.
Encore une fois, l’image de la #France est salie dans le #monde.
Ce n’est pas ça, la #culture #française.#ChampsElysees #trocadéro vive Paris pic.twitter.com/n4VCdA7ljo— Louise-Gerard (@LouiseGerrad) June 1, 2025
El precio amargo del triunfo
Entre los incidentes más graves, destaca el asesinato de un joven de 17 años en Dax (suroeste), apuñalado en una zona habilitada para aficionados. Las circunstancias exactas todavía están siendo investigadas por la Policía Judicial de Bayona. En Grenoble, cuatro miembros de una misma familia resultaron heridos —dos graves— cuando un vehículo perdió el control durante los festejos; el conductor se entregó posteriormente. Y en París, una mujer falleció al ser embestida por un coche mientras circulaba en moto.
Los Campos Elíseos, epicentro habitual del júbilo parisino, se transformaron en campo de batalla: hasta 294 personas fueron arrestadas solo allí durante los disturbios. A pesar del esfuerzo policial, grupos organizados aprovecharon la confusión para cometer actos vandálicos e incluso asaltar comercios emblemáticos. El ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, no dudó en calificar a los autores como “bárbaros” y lamentó públicamente que “un público que no va a ver el partido busca únicamente provocar a las fuerzas del orden”.
Pronóstico para las próximas horas
Lejos de calmarse, las autoridades temen nuevos incidentes durante la jornada dominical. Hoy está previsto un desfile triunfal del PSG desde la rotonda de los Campos Elíseos hasta el Arco del Triunfo, con acceso restringido únicamente a residentes. Se espera la presencia de más de 110.000 aficionados, lo que ha obligado a mantener cerrado al tráfico todo el entorno y reforzar aún más la seguridad.
El presidente Emmanuel Macron recibirá esta tarde al equipo en el Palacio del Elíseo antes de una gran fiesta prevista en el Parque de los Príncipes. Todo ello bajo vigilancia extrema y con la sombra del reciente caos planeando sobre las celebraciones.
No faltan voces críticas que reclaman medidas más drásticas contra los grupos violentos que aprovechan cualquier excusa para sembrar el desorden. A pesar del éxito deportivo sin precedentes para el PSG y el fútbol francés —que debería haber sido motivo exclusivo de alegría—, queda patente que los retos sociales y de seguridad siguen siendo un desafío mayúsculo para las autoridades galas.
Curiosidades sobre la final y sus protagonistas
- Es la primera Champions League en la historia del PSG, tras décadas soñando con este momento.
- El equipo dirigido por Luis Enrique no solo arrasó al Inter (5-0), sino que batió récords estadísticos en una final europea reciente.
- La ciudad de París venía de organizar unos Juegos Olímpicos exitosos el año anterior… pero parece que celebrar títulos futbolísticos sigue siendo mucho más peligroso.
- En otras ciudades como Nantes o Lyon también se registraron incidentes menores: vandalismo urbano e invasiones esporádicas.
- El conductor implicado en el atropello múltiple de Grenoble decidió entregarse voluntariamente a las autoridades.
- Aunque muchos esperaban imágenes históricas junto al Arco del Triunfo o Notre Dame teñidas solo por banderas azulgranas, lo cierto es que los disturbios coparon portadas internacionales.
- Los dispositivos policiales franceses para eventos deportivos siguen estando entre los más numerosos (y costosos) del continente europeo.
- Entre las víctimas mortales no está confirmado si eran seguidores acérrimos o simplemente ciudadanos atrapados por la violencia ambiental.
- Las casas de apuestas daban favorito al PSG antes del partido… pero nadie apostaba porque acabaría así fuera del césped.
Como moraleja futbolística: ganar títulos es difícil; celebrarlos sin lamentar desgracias parece aún más complicado en pleno siglo XXI.
