Sin duda, la gran noticia del partido que Manchester City y Real Madrid
empataron sin goles este martes en el Etihad Stadium en la ida de semifinales de la Champions League fue la ausencia de Cristiano Ronaldo. Contra todo pronóstico, el portugués no superó la prueba previa al partido en el calentamiento y tuvo que quedarse en la grada, desvelando off the record que no forzaba por precaución, y que “si fuese una final, jugaría”. El asunto fue recibido con sorpresa, tanto por la parroquia madridista como por la familia del City, que luego no supo aprovecharlo sobre el césped.
Algunas fuentes que dicen ser muy cercanas al interior del vestuario merengue desvelaban, casi al mismo tiempo que se producía la noticia, que CR7 no se tomó demasiado bien la decisión de Zidane de no forzarle (para estas fuentes, el hecho de que no jugase se debió a una decisión del entrenador francés). Al parecer, técnico y jugador charlaron en privado e incluso llegaron a tener una bronca considerable, que sin embargo terminó en un abrazo entre ambos. Es una muestra del respeto y la capacidad de manejo de vestuario que el galo empieza a tener sobre la plantilla y, en concreto, sobre su máxima estrella.