El tenista escocés Andy Murray se dispone a volver a saborear las mieles del ‘Grand Slam’ en la final del torneo de Wimbledon este domingo, donde buscará el premio a su gran momento de forma y juego con el tercer ‘grande’ en su palmarés y el segundo en casa, para lo cual tendrá que batir al canadiense Milos Raonic.
El número dos del mundo no ha fallado a la pelea de ningún ‘grande’ en 2016, cayendo en Australia y París con Novak Djokovic. El tres de tres en finales le pone ahora con Raonic enfrente, uno de esos jugadores que llama a la puerta de los mejores y que se ganó su primera final de ‘Grand Slam’ eliminando a Roger Federer. Sin el suizo ni el de Belgrado, el número uno cayó en un interminable partido de tercera ronda ante Sam Querrey, la final de Wimbledon tiene a Murray como gran favorito. El tenista británico disputará su undécima final de un ‘grande’ con el claro objetivo de engordar un palmarés que ha sufrido al ‘Big Three’ del tenis. Desde que en 2013 salvase el orgullo patrio en Londres con el primer título de un británico desde que Fred Perry ganara en 1936, Murray no saborea un nuevo ‘grande’. Con el nivel del último año, sin duda el escocés se ha dado la opción de estar en la pelea, a la espera de culminar con el título. Salvo en cuartos de final ante Jo-Wilfried Tsonga, Murray ha sido un muro, un rival inalcanzable para el resto, a un nivel superior. Así ha sido el escocés durante el último año, acoplando incluso su juego a la tierra batida. Sobre la hierba de Londres, sin duda la Central estará al lado de su héroe. Además del juego y el público, Murray tiene de su parte la estadística contra Raonic. El canadiense maneja un 6-3 en contra en duelos directos, tres de esas derrotas este mismo año en Queen’s, Montecarlo y Australia. El pupilo de Carlos Moyà y John McEnroe sin embargo tiene tenis y cabeza para dar la sorpresa. En su primera final de un ‘grande’, el cañonero canadiense tratará de silenciar a la Catedral del tenis para entrar en la historia de este deporte. Un reto atractivo que tendrá que asimilar para apear a un Murray decidido y contundente, con demasiada hambre por agrandar su categoría como para dejar escapar la oportunidad.
