La tensión entre Donald Trump y Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), ha alcanzado un nuevo punto álgido.
Trump ha exigido públicamente, a través de su red Truth Social, la “dimisión inmediata” de Powell, intensificando un enfrentamiento que lleva meses creciendo por la negativa del banco central a bajar los tipos de interés en un contexto de desaceleración económica.
Esta petición directa y sin precedentes se produce tras las recientes acusaciones sobre supuesta “decepción” al Congreso por parte de Powell, y en medio de crecientes presiones políticas sobre la independencia del banco central estadounidense.
En su mensaje, Trump compartió un artículo donde Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiación de Vivienda, pedía a los legisladores investigar a Powell por presunto sesgo político y testimonios “engañosos” ante el Senado.
El expresidente ya había amenazado en ocasiones anteriores con destituir al jefe del banco central antes de que expire su mandato el año próximo, criticando duramente su gestión por no actuar con mayor agresividad en la política monetaria.
Los argumentos detrás del choque: tipos de interés y política fiscal
Para Trump, la negativa de Powell a reducir los tipos ha costado “una fortuna” a Estados Unidos. Sostiene que mantener las tasas altas perjudica el crecimiento y encarece el crédito para empresas y familias. Ha llegado a enviarle notas señalando cómo otros países disfrutan de tipos más bajos y culpando directamente a Powell de mantenerlos “artificialmente elevados”, lo que supondría pérdidas por “cientos de miles de millones” sin que, según él, exista riesgo real de inflación.
Powell, por su parte, ha defendido reiteradamente la independencia del banco central y ha subrayado que cualquier cambio en la política monetaria depende exclusivamente de los datos económicos y no responde a presiones externas o ciclos políticos. En sus comparecencias recientes ante el Senado, negó irregularidades relacionadas con gastos en las sedes del banco y rechazó haber engañado al Congreso sobre cuestiones presupuestarias o éticas.
Además, Powell ha señalado que las propias políticas comerciales impulsadas por Trump durante su mandato —en particular, los aranceles— complicaron los recortes de tipos. Según el presidente del banco central, estos aranceles incrementaron las proyecciones inflacionarias y obligaron a una postura más cautelosa para evitar un sobrecalentamiento económico o un repunte descontrolado de precios.
El contexto legal: ¿puede Trump destituir realmente a Powell?
Aunque Trump fue quien nombró a Jerome Powell como presidente de la Reserva Federal, la ley estadounidense protege especialmente la independencia del cargo. El presidente no puede destituir al jefe del banco central sin causa justificada reconocida legalmente. Las acusaciones recientes giran en torno a posibles testimonios engañosos ante el Senado relacionados con supuestos gastos excesivos en renovaciones dentro del edificio principal del organismo, pero hasta ahora no han trascendido pruebas concluyentes ni se ha iniciado una investigación formal desde el Congreso.
Los expertos coinciden en que cualquier intento realista de destitución requeriría demostrar mala conducta grave (“for cause”), algo que hasta ahora no se ha acreditado oficialmente.
La reacción institucional y el impacto en los mercados
Hasta el momento, ni Jerome Powell ni portavoces oficiales de la Reserva Federal han realizado declaraciones públicas sobre esta última petición. Sin embargo, fuentes internas señalan que la Fed mantiene su hoja de ruta: las decisiones sobre tipos seguirán guiándose por indicadores económicos como empleo e inflación, alejándose deliberadamente del ruido político para salvaguardar su credibilidad e independencia institucional.
En los mercados financieros se ha notado cierta volatilidad tras las declaraciones: el dólar ha retrocedido frente a otras monedas principales y las expectativas sobre futuros movimientos en los tipos muestran una mayor dispersión. Analistas subrayan que cualquier percepción de politización del banco central puede minar la confianza internacional en la economía estadounidense y encarecer aún más la financiación pública.
¿Qué puede venir ahora?
La pugna entre Trump y Powell no solo simboliza dos visiones distintas sobre cómo gestionar una economía compleja; también pone a prueba los límites entre poder político e independencia técnica. Con las elecciones presidenciales acercándose y un entorno global marcado por incertidumbres geopolíticas, cada movimiento desde Washington será observado al detalle tanto dentro como fuera del país.
Mientras tanto, todas las miradas siguen puestas en cómo responderá el banco central ante los desafíos inmediatos: inflación persistente, deuda pública creciente y señales mixtas desde el mercado laboral estadounidense. La estabilidad económica —y también política— depende en buena medida del delicado equilibrio entre estas dos figuras clave.