Discrepancias entre la canciller y su ministro de Finanzas sobre la posibilidad de inyectar 50.000 millones de euros para reactivar la economía

Saltan todas las alarmas: El Bundesbank prevé que Alemania entre en recesión en el tercer trimestre

Saltan todas las alarmas: El Bundesbank prevé que Alemania entre en recesión en el tercer trimestre

Todo los ojos puestos en la economía. El Bundesbank añadió ayer otro saco de pesimismo a los augurios sobre la economía alemana. En su último boletín mensual, el banco central germano reconoce que el PIB de la locomotora europea podría entrar en recesión en el tercer trimestre debido a una «neta contracción» de la producción industrial, frenada a su vez por las tensiones comerciales internacionales, según recoge el autor original de este artículo Rosalía Sánchez en ABC y comparte Manuel Trujillo para Periodista Digital.

«La economía podría contraerse nuevamente este verano», dice el informe, lo que sumado al retroceso del 0,1% del segundo trimestre, que había hecho sonar ya todas las alarmas, conduciría al país a la recesión técnica. «El PIB puede continuar retrocediendo ligeramente debido al continuado frenazo de la industria, en el segundo trimestre las empresas recibieron menos pedidos que en el ya de por sí flojo primer trimestre», explica el texto, describiendo cómo la situación económica global se ha deteriorado y ha provocado un menor ritmo de crecimiento con particular impacto las economías más desarrolladas.

«Los flujos comerciales bilaterales se han desplomado, pero lo que quizás sea aún más significativo es que la actividad industrial y la inversión han caído incluso en los países que no están siendo afectados directamente por el conflicto», seguía el texto.

Servicios y construcción

Frente a la debilidad de la industria, el sector servicios y la construcción parecen estar erigiéndose como salvavidas a los que se aferran el empleo y el aumento del consumo privado, pero los técnicos del Bundesbank consideran que no es sostenible a largo plazo y advierten que «la actividad industrial debe recuperarse», añadiendo así presión sobre los partidos que forman la gran coalición del Gobierno en Berlín y que no se ponen de acuerdo sobre cómo reaccionar a la inminente recesión.

A su vuelta de vacaciones, la semana pasada, la canciller Merkel adelantó que no era partidaria de un plan de coyuntura a base de un aumento de deuda. El ministro alemán de Finanzas, Olaf Scholz, sí se ha mostrado en cambio partidario de romper con la disciplina fiscal. En el distendido clima de la jornada de puertas abiertas del gobierno alemán, una tradición con la que termina el verano político en Berlín, Scholz tranquilizó a los visitantes señalando que Alemania tiene la fortaleza fiscal necesaria para contener “con toda la fuerza” los efectos de la crisis por llegar, un amago de imitación del “what ever it takes” de Mario Draghi pero limitado por el tamaño de la inyección que dijo estar dispuesto a utilizar: 50.000 millones de euros.

Alemania obtuvo en 2018 un excedente presupuestario que representa el 1,7% del PIB. Se espera que este año la deuda alemana caiga hasta el 58% del PIB, frente al 60,9% con que cerró en 2018, lo que lo sitúa por debajo del límite del 60% que establecen los tratados de la UE y le otorga mayor flexibilidad para el futuro.

«Si tenemos un nivel de deuda en relación con el Producto Interior Bruto que es menor al 60%, esto es fortaleza para poder contener una crisis con todas nuestras energías», apuntaba el ministro alemán de Finanzas Olaf Scholz.

Cabe recordar que el gasto público está blindado en la Constitución alemana. La deuda federal neta solo puede aumentar solo al 0,35% del PIB con la economía creciendo. En caso de contracción, al 0,5%, el Gobierno estaría autorizado en aumentar la financiación en 3.500 millones adicionales, una cantidad muy inferior a los 50.000 millones apuntados por el ministro de Finanzas. El Gobierno requiere legalmente que la Cámara Baja clare formalmente la situación de crisis para poder endeudarse más allá de los límites legales que fija la Constitución.

Sin embargo, las declaraciones de Scholz hay que leerlas en clave electoral. Después de varios meses negándose a presentar su candidatura, este pasado fin de semana por fin ha dado el paso y ha anunciado que aspira a la presidencia de su partido, el socialdemócrata (SPD), lo que lo convertiría en el próximo candidato a la Cancillería de Berlín. Al mismo tiempo que cambiaba de idea en cuanto a estrategia de partido, abría la manga del gasto público.

División de opiniones
La cantidad mencionada, esos 50.000 millones, distan todavía mucho del impulso que calculan como necesario para contrarrestar la coyuntura algunos expertos. Pero al igual que sucede en los partidos, entre los expertos hay también diversas opiniones sobre cómo afrontar la situación.

«La política debería reaccionar ahora, de manera rápida y masiva», dice Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW). «La actitud actual de esperar, ver lo que sucede e insistir en que no todo es tan malo es el enfoque equivocado». Fratzscher urge a un aumento de la inversión pública en vivienda social, energías renovables e infraestructuras.

«Necesitamos un programa de inversión pública a largo plazo. Los gobiernos federales, estatales y locales deberían invertir 30.000 millones de euros adicionales cada año, lo que representaría aproximadamente el 1% de la producción económica», señala. «Dicho programa debería durar de diez a quince años y las inversiones deberían fluir en autopistas y ferrocarriles, en educación, investigación y desarrollo; en viviendas sociales y en cables de fibra óptica».

Michael Hüther, director del Instituto de Investigación Económica de Colonia, considera sin embargo que el Gobierno debería invertir bastante más si quiere contrarrestar la coyuntura negativa. Concretamente, apunta a 450.000 millones de euros en un fondo para los próximos 10 años, lo que supone 45.000 millones al año. Para implementar un programa de esas dimensiones, el Estado alemán tendría que aumentar la deuda pública.

Por su parte, Clemens Fuest, presidente del Instituto Ifo en Munich, argumenta contra la creación de nueva deuda y a favor de la desgravación fiscal para ciudadanos y empresas, además de la abolición inmediata del impuesto de solidaridad, el «Soli», una tasa añadida con la que los alemanes ayudan a los territorios de la antigua RDA, la Alemania comunista, desde la caída del Muro de Berlín y la reunificación. «En las últimas semanas, una recesión se ha vuelto más probable», reconoce Fuest.

 

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Autor

Manuel Trujillo

Periodista apasionado por todo lo que le rodea es, informativamente, un todoterreno

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