30 de diciembre. El año llega a sus postrimerías. En 48 horas ya estaremos instalados en 2018. Surge el ineluctable deseo de mirar por el retrovisor para recordar cuanto se deja atrás (y bien ayuda a eso un blog). Pero también la ilusión de observar hacia adelante, futurizar y prever cuanto el nuevo año debiera aportar.
En mi caso hay dos cosas que me van a tener intensamente atareado: alcanzar el nivel superior de lengua sueca y dejar escrita la parte de león de mi flamante doctorado sobre oratoria contemporánea.
Son dos fantásticos retos que a buen seguro me van a tener bien entretenido.